Una vez más escribo sobre un pequeño acontecimiento que tuvo lugar en la localidad de La Zubia, y que creo digno de mencionarse. Seguramente fuese un hecho menor, pero con repercusiones que muchos pueblos no hubieran dudado en aprovechar para su propia promoción. Esta es la historia de una amistad interesada, la de Granada con el poeta Zorrilla, que también toca a nuestro pueblo, aunque sea de pasada.
Mucho se ha escrito ya sobre la relación entre el poeta José Zorrilla y Moral (Valladolid, 1817 – Madrid, 1893) y la ciudad del Darro. Para el escritor fue una fuente de inspiración importante, y así lo manifestó en diferentes obras. Se dice que la ciudad es la más nombrada de sus escritos. Zorrilla ya era un reconocido dramaturgo y poeta en 1844 cuando estrenó su Don Juan Tenorio. Al año siguiente realizó un viaje a Andalucía para inspirarse en su ambiente orientalizante. En Granada visitó la Alhambra, acudió al Liceo, y se fue a ver una representación del Don Juan en el Teatro Principal, donde fue aclamado y se le hizo entrega de la primera corona de plata maciza recibida en Granada, que el escritor envió a su parroquia natal.
Muy grande fue el apego a esta ciudad y desde entonces estuvo durante varios años componiendo su obra Granada, poema oriental (1852), además de idear otro titulado Mil leyendas granadinas que no llegó a componer. El éxito de esta obra, aunque no es de las más considerables del vate, fue notable y supuso para la ciudad una propaganda inmejorable. Tanto que el Ayuntamiento le regaló otra corona de oro. Y el poeta la volvió a depositar donde la anterior. Lamentablemente sólo publicó nueve libros del poema, que era mucho más largo en su concepción original. Estos libros cubren el período histórico comprendido entre la negativa de Boabdil en 1478 de pagar tributo a Castilla hasta la captura de este último en la batalla de Lucena de 1483. La idea era continuar el poema hasta la victorial final de los Reyes Católicos. En su introducción explicaba Zorilla cómo el asedio de la capital y los lances caballerescos de moros cristianos en la Vega granadina hubiesen sido parte fundamental de la obra. Digo lamentablemente, porque su falta de ejecución nos ha privado de poemas que a buen seguro hubieran desarrollado los temas del moro Tarfe, el reto del Ave María, y por supuesto, la batalla de La Zubia.
Continuó su ajetreada vida y obra don José, sin más relación con Granada, que como fuente de inspiración y por su correspondencia con granadinos ilustres como Pedro Antonio de Alarcón. Hasta que el día de Navidad de 1884, la tierra rugió en la región andaluza, en el denominado terremoto de Alhama. Casi 700 muertos en la provincia de Granada y otros 55 en la de Málaga. Miles de heridos y miles de viviendas arrasadas, incluyendo aldeas enteras. En 1885 Zorrilla contaba ya con 67 años y había dejado de escribir poesía y se dedicaba sólo a la prosa. Pero pronto recibió numerosas peticiones y cartas solicitándole “versos a Granada o para un número extraordinario de periódico o función de teatro”. La intención era recaudar de esta manera ingresos que permitieran ayudar a paliar la catástrofe. El terremoto y sus efectos conmovieron al poeta que volvió a retomar su hábito escribiendo en 1885 su obra: ¡Granada mía! Lamento muzárabe. El trabajo fue publicado en numerosos periódicos y se leía antes de las funciones de teatro por todos los escenarios del país para conseguir fondos y reconstruir todos los pueblos afectados por el seísmo.
Gracias a la publicación de su trabajo en los diarios granadinos tuvo contacto Zorrilla con el entonces joven director del Defensor de Granada, Luis Seco de Lucena. Años después, cuando este periodista acceda a la vicepresidencia del Liceo, se retomará una vieja idea de la época. En 1881 en Valladolid se propuso su coronación como poeta nacional, algo que el autor rechazó. En 1883 otro escritor granadino lo volvió a plantear teniendo como escenario Granada, pero la idea no cuajó hasta el 27 de enero de 1889 cuando Luis Seco lo propuso al Liceo, y entonces todo comenzó a fraguarse.El Liceo consiguió casi lo imposible: primero que el escritor aceptase, aunque bajo duras condiciones,luego la presidencia de la reina regente María Cristina, después la asistencia de numerosas delegaciones de otras muchas localidades, a lo que se sumaron aportaciones dinerarias para la organización. No todo fue cultura, el evento ha sido definido como “política, negocio y espectáculo en la España de la Restauración”.Como negocio fue visto por sus contemporáneos, y llegó a imprimirse una caricatura donde Zorrilla coronado por una granada voladora, clava una pica en Flandes, mientras que en segundo término alguien se “pone las botas” con el negocio.
Varios libros, folletos y periódicos se dedicaron a narrar toda la estancia del escritor, que vino invitado a gastos pagados durante una semana y se quedó viviendo a todo lujo durante cuarenta días en el Carmen de los Mártires. El poeta fue agasajado por todo tipo de instituciones, e invitado a numerosos actos en los momentos previos a la coronación que tuvo lugar el 22 de junio de 1889 en el Palacio de Carlos V.
El día anterior se organizó un desfile en el Paseo del Salón por el que pasaron miles de representantes de gremios, corporaciones y ayuntamientos. El acto duró más de tres horas, y le fueron regaladas un total de 923 coronas, la mayoría de laurel, aunque también hubo cinco de oro, dos de hierro y una de mármol, además de numerosos objetos artísticos, algunos de los cuales se conservan todavía en la Real Academia de la Historia.
Pero me interesa mucho más destacar, que previas a todas estas coronaciones y actos, el poeta tuvo su primera coronación en La Zubia. Concretamente el día 17 de julio en uno de esos muchos actos previos, el escritor fue agasajado por el obispo granadino, don José Moreno Mazón (Málaga, 1825 – Granada, 1905), que entonces residía en su palacio de verano en La Zubia. La adaptación del antiguo convento de frailes franciscanos de San Luis en palacio arzobispal la estaba realizando este prelado por esas fechas. Y allí recibió al insigne escritor. Así lo refleja la prensa de la época.
Efectivamente el prelado lo invitó a almorzar. Curiosamente no lo hizo dentro del palacio, sino en una mesa colocada al “pie del laurel”, de cuyas hojas el prelado previamente había construido una corona “con sus manos”. Cierto o no, así lo magnifican las crónicas de la época, que además nos indican quiénes estuvieron presentes al acto. Algunos miembros del Liceo (no olvidemos que era el organizador de los actos) acompañaron a nuestro escritor a su visita a La Zubia, aunque parece que no fueron invitados a comer con los protagonistas.
La noticia no pasó desapercibida, y llegó incluso hasta la lejana Alemania. Allí un jurista, escritor y traductor de literatura alemana y española, Juan Fasternath (1839-1908) publicó un artículo en La ilustración Española, con motivo del fallecimiento de otro insigne poeta alemán, Roberto Hammerling (1830-1889), que falleció el 13 de julio. Comparaba el destino de los dos poetas, el alemán fallecido días antes de la primera coronación de Zorrilla y el éxito de este último.
Una vez fallecido el poeta, en los años siguientes salieron a la luz varias obras póstumas. Una de ellas la dio a conocer otro poeta, don Manuel Jurado de la Parra, que en 1895 publicaba dos poemas inéditos de Zorrilla en el diario La Gran Vía. Uno de ellos había sido compuesto en honor al obispo que primer le coronó en Granada, y que se reproduce a continuación.
Curiosamente nuestro poeta tiene una calle en La Zubia, aunque supongo que la decisión de nombrar esta calle no tiene relación con los hechos aquí narrados. Su calle se encuentra junto al camino de Gójar, en un barrio con calles que tienen nombres de escritores como Fernán Caballero, Benito Pérez Galdós, o Pedro Antonio de Alarcón. Hora era, pues, de reivindicar su relación con La Zubia. Otro día podremos hablar de este prelado granadino que construyó su residencia de verano en La Zubia y que fue la primera persona en coronar a Zorrilla en La Zubia aquel año de 1889, motivo por el que el municipio debería estar orgulloso. Es necesario reivindicar que anterior a su coronación en Granada el día 22 de julio, hubo otra más humilde en La Zubia el 17 de julio de 1889.
AROMAS DEL LAUREL:
Un recorrido por la historia de La Zubia.
Alberto Martín Quirantes
Miembro del CEI Al-Zawiya
VER CAPÍTULOS ANTERIORES:
01 La Inquisición en La Zubia
02 Antonio Gala y los Sonetos de La Zubia
03 La Infanta de La Zubia
04 Los cementerios de La Zubia (1ª parte)
05 El órgano de la Iglesia de La Zubia
06 Los cementerios de La Zubia (2º parte)
07 La Huerta Iberos
08 Los cementerios de La Zubia (3ª parte)
09 La ocupación francesa en La Zubia
10 Los cementerios de La Zubia ( y 4º parte)
11 Trogloditas en La Zubia
12 Los mozárabes en La Zubia
13 Una escritora desconocida de origen zubiense: Doña Carmen Espejo Valverde
14 La llegada de la guardia civil a La Zubia (1ª parte)
15 La llegada de la guardia civil a La Zubia ( y 2)
16 El campo de Tiro de La Zubia
17 Los falsos señores de La Zubia y sus casas principales (1ª parte)
18 Los falsos señores de La Zubia y sus casas principales (2ª parte)
19 Los verdaderos señores de La Zubia
20 Francisco Fernández Navarrete (c. 1680-1742), un médico en la corte de Felipe V
21 Los marqueses de Bacares. (Parte 1ª)
22 Los marqueses de Bacares. (Parte 2ª)
23 De tesoros y moriscos en La Zubia