La llegada fue este fin de semana mucho más animada… doce o quince lugareños en el lugar de costumbre esperaban, querían incorporarse a la búsqueda. Algo que no gustó nada al recién llegado. Tras un largo rato charlando comprobó el madrileño que era gente sencilla, que nada de ellos había de temer, que para nada sabían del mundo en que se movía el forastero. Y este admitió que le acompañaran.
Allá va la cuadrilla de expoliadores unos pocos pueblerinos que lo único que les guía es la curiosidad de lo que hace aquel forastero con el que gustan estar ya que sus formas eran embaucadoras, falsamente amables y muy interesadas.
Todos ellos llegaron al punto indicado por aquel personaje, en el Cerro del Cántaro y, tras darles unas breves instrucciones de la búsqueda, todos con inusitado ahínco comienzan el trabajo. Al poco tiempo un benaluense dio la voz de alarma. Había encontrado una pequeña, muy pequeña pero preciosa ánfora, que enseguida entregó al madrileño que rápido ya venía a su encuentro, tomada en sus manos en principio casi desprecio el hallazgo, hecho a propósito para no valorar en demasía lo hallado, pero estuvo muy presto en poner a buen recaudo y desapareció guardada por aquel que los animaba e informaba como debían hacerlo.
A lo largo de la mañana se encontraron varias cosas de cierto valor, pero lo que más gustaba al cazatesoros eran las evidencias que veía cuando observaba el terreno que recorren.
Fue un fin de semana muy animado, el grupo de ahumados lo pasaron muy bien con su benefactor y amigo que todos los gastos los pagaba con esplendidez y sus conversaciones alegres siempre se referían a cosas amables.
Aquella noche en los bares del pueblo se comentó mucho las correrías del madrileño y muchos se preguntaban por lo raro de su comportamiento y de cómo desde Madrid venía a este pueblo tan lejano tan insignificante a hacer algo tan extraño en el campo haciéndose acompañar por gentes del pueblo.
Alguno de los acompañantes se dio cuenta de la cara tan dura del sujeto que todo lo que encontraban como ellos a él se lo daban y ya se perdía de su vista, no sabiendo estos ni lo que en todo un día habían encontrado. Esto levantó un poco los ánimos de aquellos que con él fueron. Durante la semana se habló mucho de ello, tanto que salió de los ámbitos del pueblo.
En Granada, dos individuos nacidos en Benalúa y residentes en Granada por cuestiones profesionales, eran funcionarios. Se vieron en una reunión de trabajo y comentaron el asunto de la búsqueda de monedas y otros enseres en el Cerro del Cántaro de Benalúa de las Villas por parte de un forastero que se hacía acompañar por algunos del pueblo que, inocentes ellos, no sabían que estaban colaborando en un expolio fraudulento e ilegal de algunas de las zonas del pueblo.
Se hicieron indagaciones, se identificó documentalmente el “Caza tesoros”, se pasó informe confidencial a Patrimonio Histórico Arqueológico y Cultural y, nunca más de este extraño sujeto se supo en nuestro pueblo.
Se adoptaron las pertinentes medidas en aplicación de la ley y algunas o muchas de aquellas cosas halladas en el Cerro del Cántaro de Benalúa de las Villas, ahora se encontrarán expuestas o guardas en un estante de algún lugar de Madrid o Dios sabe dónde y, donde debía estar nuestro patrimonio cultural expoliado de esta forma, sería en el lugar donde siempre estuvo o como mucho en poder de nuestro pueblo a donde pertenecen.
“El tesoro escondido de Benalúa de las Villas”, ¿Será cierto que existe? y ¿No se sabe nada de su existencia?
¡¡Seguro!! que existe y seguro que es un gran tesoro y hay muchas evidencias y pruebas de donde está guardado.
¡Pissst!… ¡¡ A ti, sí a ti!! Que con tu detector de metales ya estás dispuesto a buscarlo.
Déjate de expoliar y solo ve a Benalúa de las Villas y en sus calles y plazas, en sus campos y huertas y en cualquier lugar donde haya “Ahumados”, allí está. Allí verás nuestro tesoro, sí, ese que buscan y que está a la vista de cualquier buscador.
Y como ya no lo necesitas, es por lo que debes tirar, tu detector.
Granada, marzo de 2024
(Nota de autor: Narración ficticia fundamentada en un hecho real que denuncia el expolio que sufrió el Cerro del Cántaro, en Benalúa de las Villas, hace unos años atrás.
Para saber más:
‘Dos vasijas de bronce procedentes de Benalúa de las Villas (Granada) en el Museo Arqueológico de Granada’, Cuaderno de Prehistoria de la UGR, Vol. 12 (1987): Vol. 13 (1988), Artículos, Páginas 171-184 ANGELA MENDOZA EGUARAS
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(Benalúa de las Villas, 19/02/1945-
Atarfe, 15/04/2024)
Autor del libro ‘El amanecer con humo’