Federico García Lorca,
poeta ya consagrado,
en el año veintiocho
tuvo un éxito sonado
al publicarse en Madrid
su “Romancero Gitano”,
que es el libro de poemas
más leído y divulgado
de la poesía española
en idioma castellano.
Eufónico y popular
a todos gustó el poemario,
tanto a los más eruditos
como a los menos letrados,
pues su lenguaje entrelaza
la mixtura de vocablos
entendible para todos
y por todos apreciado
a pesar de algunos versos
misteriosamente abstractos:
“verde, que te quiero verde”,
macetero de geranios
que orlan el brocal del pozo,
subterfugio de fracasos,
donde la muerte adormece
a una mujer en sus brazos.
Federico García Lorca,
hiperbólico y volcánico,
maestro de la metáfora
y hacedor de mundos mágicos,
bosqueja en el Romancero
un tortuoso holocausto
de brillantes octosílabos
gloriosamente rimados.
Parábolas y alegorías,
elipsis de desengaños,
epítetos luminosos,
recursos estilizados
de suma maestría poética
en lenguaje sublimado
y bellos giros lingüísticos
con versos romanceados
marcando profunda huella
en el corpus literario.
Son dieciocho romances
de lunas y anillos blancos,
de cuchillos y amapolas
en ritual sacrosanto,
mitificando la esencia
del mundo de los gitanos
donde el destino y las sombras
cabalgan sobre caballos
que, con las crines al viento,
se abisman desenfrenados.
Los gitanos verde oliva,
la luna, el viento y el llanto,
toda la pena azabache
de noche y de día rondando
por vericuetos obscuros
abocados al naufragio.
Muerte y sueño en el Camborio
y en el Romance Sonámbulo,
la muerte en la Luna, Luna
y la muerte en el Amargo.
Pena Negra en Soledad,
¡Oh, ciudad de los gitanos!,
agria nostalgia en la monja,
seca sangre en los barrancos.
En su alcoba tres arcángeles
pasan las noches en blanco
mientras barruntan la aurora
las piquetas de los gallos
y los perros desesperan
en ladridos solitarios
cuando La Casada Infiel
yacente en lecho de nardos
se desprende de la enagua
al socaire de los álamos.
El mundo del Romancero
es un mundo idealizado:
al norte, cartagineses
y por el sur, los romanos
vadeando sortilegios
de laberintos arcanos,
trotando, a veces, alegres
y otras muchas, alocados
recorriendo los senderos
ahítos de rosas y cardos.
El agua siempre es la vida,
y la pasión, el caballo,
la luna fría, la muerte,
siendo la pena, el oráculo
que se inmola en las entrañas
del Romancero Gitano.
Próximo romance: LA ZAPATERA PRODIGIOSA
Ver romances anteriores de CONOCER A FEDERICO:
6. García Lorca y Manuel de Falla
9. Romancero gitano
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