ilustración de la portada de 'Otra manera de nombrarte' de Jesús Amaya

Blas López Ávila: «El lirismo mágico de Jesús Amaya»

…el creador debe ser un mundo para sí y encontrar todo
en sí mismo y en la naturaleza, a la que se ha unido

RILKE: ‘Carta a un joven poeta’

Fue el pasado 23 de enero cuando un nutrido grupo de amigos y aficionados a la poesía nos reuníamos en la Biblioteca de Andalucía para asistir a la presentación de un nuevo poemario de Jesús Amaya: “Otra manera de nombrarte”. El libro, presentado por Manuel Salinas y Álvaro Salvador, con la participación de los chelistas Beatriz Claudio Martínez y Héctor Hervás Veredas, fue todo un éxito de asistencia y nos proporcionó un rato delicioso de emociones compartidas. El poemario en cuestión ha sido publicado por la “Editorial Támesis” delicada edición, cuya cubierta ya sugiere muy sutilmente la magia del tono lírico que el libro desprende.

Tarjeta del acto

Pero vayamos ya al meollo de lo sustantivo: La primera impresión que se lleva el lector, en una primera lectura, es la de que la obra desprende un lirismo intenso desde la primera a la última página. Se trata de un lirismo – en el que más adelante nos detendremos- distinto, infrecuente por su belleza y por la hondura del poema, aún tratándose de poemas breves en su mayoría. Pero es la intuición lírica del autor unido a un exquisito manejo de las formas las que hacen deslizarse el poema suavemente hasta despeñarse en un abismo lírico. Utilizando los términos de Álvaro Salvador “el poemario tiene espesura simbólica», es decir, una poética propia ya bastante reconocible. El aire, – en sus diversas formas: viento, brisa…- las aves, la música…son símbolos que expresan el mundo interior del poeta: sus anhelos de libertad, su soledad sentida, el paso de los años o sus amor inmenso por la música.

Un somero repaso por el mundo semántico por el que transita el autor nos conduce inmediatamente a apreciar esa intuición lírica de Jesús Amaya, de la que hablaba más arriba, y que conforma su expresión poética. Así , en relación con la Naturaleza aparecen términos, unas veces ligados a las labores agrícolas, otras a la expresión misma de la belleza: “Labrantíos de la Vega”, “campos de oro”, “lindero”, “sendero”, “caballones”, “el agua” “el río”, buganvilla, violeta, higuera, granado. La luz y el color, en sus diferentes tonalidades, son elementos muy reconocibles en el poema del autor. En ocasiones en su paroxismo: “encendiendo crepúsculos”; en otras, tamizada por una veladura: “niebla dilatada”; pero siempre en “una liturgia de luz” en la que no faltan “la aurora”, el lucero”, “el mirlo de luz “, “el amanecer” o las “entreluces”. Y, por fin, la música, una de las grandes pasiones de Jesús: “me embriagas con tu canto”, “inmensa sinfonía”, “cantas sin eco” y, combinando luz y música la bellísima sinestesia: “adagio de luz”. Y es conduciendo la expresión poética por este sencillo, y rico a la vez, vocabulario cómo el poeta consigue unas imágenes tan sorprendentes como de una belleza lírica insólita:

La buganvilla preñada de violetas
-universo de formas-
en el lindero

Cinco son los apartados en los que el autor divide “Otra manera de nombrarte”: Prefacio, El Mirlo, El envite amoroso de la luz es alejarse, Otra manera de nombrarte y Posfacio.

En el Prefacio, compuesto por un solo poema, ya podemos apreciar la honradez de la poesía de Jesús Amaya, que se desnuda ante el lector para mostrar su intimidad sin otros vericuetos que la pureza de su espíritu. Honradez del poeta que coincide con su bonhomía personal:

[…]

por aquí está la pérdida,
y la querencia, la ternura,
la bondad y la belleza,
el recogimiento
y una liturgia de la luz.
Al aire de mis edades
he entregado mis versos:

[…]

Y el paso del tiempo que todo lo transforma y altera pero que , en su caso, el goce de vivir se sobrepone a la melancolía o al pesimismo. Jesús ama la vida, aún con todos sus inconvenientes. Inmediatamente observamos el valor rítmico de la enumeración, que será casi constante a lo largo del poemario, y que bien pone de manifiesto la percepción sonora que el autor tiene de la cadencia y el ritmo, nada ajenos a su pasión por la música. La rotundidad y la belleza de la imagen –y una liturgia de luz– nos pondrán sobre aviso del rico mundo poético, pleno de imágenes, con el que nos vamos a encontrar.

En un momento de la presentación ::BIBLIOTECA PÚBLICA PROVINCIAL

El mago mirlo” abre la segunda parte del poemario. Y su correlato: el lirismo mágico de “Otra manera de nombrarte”. Son diversos los significados simbólicos que se le atribuyen al mirlo, cuyo canto resulta el más armónico de todas las aves –de nuevo volvemos a la música-: malos augurios pero también renacimiento, intuición y valor, cualidades de las que el poeta, muy conscientemente, se vale para, a continuación, afirmar su yo frente al universo:

“En soledad
el mirlo
frente
al lucero.
frente al lucero
un hombre
también.

Toda esta primera parte, por lo demás, constituye –en palabras del autor- el diálogo que ha mantenido durante veinte años con el ave, posada en el alero del tejado que da frente a su habitación. La magia, el prodigio, el milagro y la alegría que suponen cada amanecer serán elementos recurrentes de esta segunda parte:

Prodigios son:
El mar,
la alegría
bendita,
ese mirlo
encendiendo
los crepúsculos

[…]

El verso libre y de arte menor predomina en este apartado del poemario, si bien de vez en cuando aparece el endecasílabo suelto.

Intervención de Jesús Amaya ::BIBLIOTECA PÚBLICA PROVINCIAL

En “El envite amoroso de la luz es alejarse” se nos muestra, quizás, el poeta en toda su desnudez: sus paseos matinales, su infancia, el paso de las estaciones, el abandono de certidumbres y toda la bondad de que es capaz un hombre bueno, en el sentido más machadiano del término:

Un hombre humilde camina
sobre la tierra humilde.
Hacia el horizonte humilde .
Bajo el cielo humilde,
de la nada
humilde
de la vida.

Un ensimismamiento emocional parece apoderarse del poema, de ahí el uso de la primera persona; y, al mismo tiempo, dar pie a las imágenes más audaces y bellas de todo el poemario. La reflexión y , otra vez, la intuición lírica conducen el poema , verso a verso, con una ductilidad exquisita hacia un final siempre pleno de emoción.

“Otra manera de nombrarte” constituye un sentido, amoroso y poético homenaje a su queridísimo Federico García Lorca. Para tal fin, el autor se vale de la forma poética tradicional japonesa: el tanka. Se trata de una composición de cinco versos pentasílabos y heptasílabos, en donde el primero y el tercero son de cinco sílabas y el segundo, cuarto y quinto de siete. Ahora bien, -y aún a costa de ser recurrente- he de volver a la fina intuición poética del autor -¿qué si no otra cosa podría ser?- de los cinco versos de los que consta el poema nipón el del centro es un verso, una frase o una expresión de Lorca –aparece en cursiva en el texto- y los otros cuatro de elaboración personal, de tal manera que para el lector poco avezado podría considerarlo un poema más. No es así, a mi juicio: para mí el verso central constituye la joyita y los otros cuatro el oro en que la engasta.

Aparte de los temas ya vistos con anterioridad, el autor penetra ahora en el ámbito existencial.

La voz oscura
de la vida se siente:
campo de nieve.
El camino, el asombro,
el naufragio, la nada.

Cierra el libro con el Posfacio, de un solo poema, acaso el más complejo de todos ellos y que pone de manifiesto la honda espiritualidad del autor:

¡Ah, luz no usada, casi en huida,
Eres tú quién ha movido mis días!

Ansiosos esperamos ya un nuevo poemario de Jesús para que nos siga deleitando con su quehacer poético, y nuestra gratitud por compartir con nosotros tanta belleza ¡Enhorabuena!

MOTRIL, 6 DE ENERO DE 2025

Portada del poemario
Blas López Ávila

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Comentarios

Una respuesta a «Blas López Ávila: «El lirismo mágico de Jesús Amaya»»

  1. […] ALONSO / Rosaura ÁLVAREZ / Jesús AMAYA / Miguel Ángel ANGULO / Leira ARAÚJO / Miguel Ángel ARCAS / Teresa ARIZA / María […]

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