Más que hablar de un libro, de una obra literaria concreta, me gustaría hoy indagar sobre un autor…, y algo sobre su obra, ¡claro! Cómo intuimos que es esa persona, qué motivaciones le han llevado a escribir tal o cual título, porqué en ese momento, qué determina los giros que nos sorprenden en una nueva obra, muy diferentes a publicaciones previas, etc. Y con estas inquietudes hacía tiempo que quería escribir sobre JBA, que con estas iniciales podría ser cualquiera, pero que como ya delata la fotografía de cabecera, es Javier Bozalongo, poeta y editor de Sonámbulos Ediciones.
En la reciente Feria del Libro de Granada, tuve la oportunidad de tener una distendida conversación con él, en la que me contó algunas de las cuestiones que a continuación vais a leer, con la afabilidad que lo caracteriza, y en la que yo también le comenté, entre otras cuestiones, algunas de las actividades que he realizado en el aula con su poemario Nombrar la herida.
Y no lo haré en el orden en que conversamos, sino que empezaré compartiendo una curiosa anécdota. El pasado lunes, 28 de abril, a las siete de la tarde, Javier Bozalongo iba a presentar en Córdoba su último poemario, Mecanismo de arena (El toro celeste, 2024), en la Fundación Antonio Gala. Pero… ¿recuerdan qué sucedió ese día? Efectivamente, fue el día en el que todo lo que funcionaba con electricidad se detuvo. Así ocurrió con el tren en el que viajaba para llegar a Córdoba, junto a 234 personas más, muy cerca de Tocón de Íllora, apenas a 40 kilómetros de Granada, me quedé tirado en un tren antes de Loja. Y fue el día en el que los pasajeros de ese tren, vivieron cómo la población de una pequeña pedanía de apenas algo más de 900 habitantes, una vez desalojados del tren y ubicados en el polideportivo, se volcó para ofrecer mantas, comida y afecto. En el minuto 1:45 de este vídeo podéis ver un breve instante a nuestro poeta entre los afectados. Me contó Bozalongo que, nos habilitaron el polideportivo, nos trajeron comida, cena, desayuno, de todo… Cantamos, bailamos… Acabé dedicando libros, leyendo poemas y todo el grupillo que nos juntamos hicimos un grupo de WhatsApp que nos hablamos de vez en cuando.
Me pareció maravilloso una vez más ver cómo se despliega la solidaridad, y cómo los seres humanos somos capaces de convertir momentos difíciles, en actos de convivencia y resistencia ejemplares. No siempre, desgraciada y obviamente.

Hablamos también de cómo un joven de Tarragona, llegó a Granada, que iba a ser un destino transitorio en su vida, para acabar convirtiéndose en el lugar donde lleva viviendo más de la mitad de su vida. Viví en Tarragona hasta los 20 más o menos. Después viví y trabajé en Barcelona, mientras que preparaba oposiciones. Aprobé unas oposiciones de la Agencia Tributaria en el año 85, me fui a hacer las prácticas a Gijón y de Gijón me fui destinado a Ibiza con 24 años. ¡Imagínate! Y viví un año y medio en Ibiza. Disfruté mucho de la isla, lo pasé muy bien. Y de ahí pedí Granada. Por nada en especial, porque no tenía ningún vínculo, nunca había pasado de Despeñaperros hacia abajo. Y vine a Granada de casualidad y pensando que en un año o dos iba a pedir otra vez el traslado. Y de eso hace pues 37 años ya. Me quedé aquí… tuve a mis hijas aquí… Ahora mis hijas no viven aquí, y yo sigo aquí. De hecho, tengo un libro que publicó “Cuadernos del vigía” que se llama “Hasta llegar aquí”, que son todas las ciudades de mi vida, digamos. Y el primer poema hace un recorrido desde la Rioja, que es el lugar de origen de mis padres, donde yo pasaba los veranos. ¿Y cuándo llegó la llamada de la escritura?, le pregunto. Yo escribía poemas desde muy jovencito, imitando a otros autores y me acuerdo que tenía una cartulina en el cabecero de mi cama con un poema que había escrito yo malísimo y que era muy machadianano, pero muy malo. Y bueno, siempre me recuerdo escribiendo. Aunque no empezó a publicar hasta mucho después, cerca ya de los cuarenta años.
En la actualidad, es editor en Sonámbulos Ediciones, que inició su andadura como una editorial de fotografía, puesto que el equipo que la creó son fotógrafos, y a la que él se incorporó cuando ya llevaba un par de años en marcha, ya que antes había sido editor de Valparaíso. Fue cuando él se sumó a Sonámbulos cuando empezamos alanzar lacolección depoesíay denarrativa. En breve cumplirá diez años. Lo que merecería una celebración, sugiero.

Y ya sí, ahora os contaré algo de lo que charlamos sobre sus últimas publicaciones. Le comenté que he trabajado mucho en el aula con su anterior poemario, Nombrar la herida (2022), y que desde que lo leí me pareció un libro imprescindible para ello, pues es increíble su sensibilidad y empatía para ser capaz de desarrollar voces poéticas de mujeres que por distintos motivos han sufrido maltrato o han vivido situaciones de vulnerabilidad por el hecho de ser mujeres, siendo las propias protagonistas quienes se dirigen a nosotros, lectores conmovidos por el dolor de su experiencia. En una edad como es la adolescencia, en la que las emociones son tan importantes, cada poema conecta de forma muy especial y diversa con el alumnado de esta franja de edad. Gracias al breve anexo final, podemos conocer algo más de las historias de estas mujeres, aunque los poemas las reflejan con rotunda claridad, pues son versos marcados por la franqueza y la claridad del lenguaje utilizado, nítidos y directos. Aunque ya había escuchado alguna vez cómo surgió este libro, volví a preguntárselo, y también cómo consiguió meterse de una manera tan brillante en ese yo femenino de tantas mujeres e historias diferentes, que a mí me parece tan valioso. El primer poema que escribió fue para colaborar con una antología de textos contra la violencia machista, Granada no se calla, y en ese poema es Ana Orantes quien nos habla, asesinada en diciembre de 1997 por su marido, tras una entrevista en televisión en la que contó los malos tratos que este le propinaba. Y luego leí otra noticia, no sé si era un asesinato exactamente o qué y escribí otro poema. Y luego surgió el tema de Marcela y Elisa antes de la película de las dos chicas que en 1901 engañaron al cura y se casaron. Y empecé otro, y a raíz de eso lo comenté con amigos, con mis hijas y me empezaron a mandar ellos mismos noticias. Mira, ¿has visto lo que ha pasado con esta chica que ha abortado en el Salvador y la han metido en la cárcel?… Y empecé a recopilar noticias, porque son todas historias reales, y me dije, pues esto tiene puede tener intención de libro. A lo largo de un año más o menos fui recibiendo, buscando noticias y luego dándole un tono un poco diverso, que no fueran solo asesinatos, sino también superaciones.
Le comento que trabajar con este poemario ha sido una experiencia fabulosa con varios grupos diferentes de 3º y 4º de ESO, pues además de conectar con la poesía de un autor contemporáneo, trabajar la expresión oral, investigar para profundizar sobre las mujeres que aparecen en el libro, les provoca la más enérgica condena hacia situaciones de injusticia y maltrato a las mujeres, les hace empatizar con ellas, además de generar una fuerte conciencia sobre la necesidad de erradicarla. Como muestra de este trabajo aquí tenéis un vídeo con alguna de las lecturas, e imágenes de los poemas expuestos tanto en las aulas como en los pasillos del instituto.


Seguimos conversando sobre Mecanismo de arena, su último poemario, editado por El toro celeste en su colección de poesía La Federica en 2024, que lo presenta como un libro de ventanas y de puertas abiertas que convoca el paso de la luz al interior: la luz del Sur y la del Mediterráneo natal de un poeta, Javier Bozalongo, en plena madurez vital y creativa. Es un delicado juego de desnudez que siempre deja un último velo de misterio que el lector deberá descubrir entre los versos de este poemario, donde el autor se observa desde fuera y se interpela en sus propios pensamientos, creando un distanciamiento muy efectivo a la hora de abordar temas universales como el amor, la familia o la propia escritura.
Libro que se presentó en Granada en la Biblioteca de Andalucía en octubre pasado, y que gracias a Antonio Arenas podéis ver aquí. Posteriormente lo hizo también en el Ateneo, y ya ha iniciado un recorrido de presentaciones por otros lugares. Y es un poemario que está funcionando bien. Dehecho, el otro día me dijo Pedro Plaza, el editor, que van a sacar la segunda edición después del verano, afirmaba Javier Bozalongo. El libro tiene tres partes, I. Exterior. Día, II. Pas de deux, III. Interior. Noche, pero no acaba aquí, ya que finaliza con Un íntimo acomodo: Alejandro Pedregosa y Javier Bozalongo.

Se trata de un poemario que rompe con la temática de sus dos obras anteriores, ya que tanto Este país (2019) como Nombrar la herida (2022), son poesía social, comprometida con problemas sociopolíticos de plena actualidad, pero Mecanismo de arena es un libro centrado en el amor, no el amor romántico, sino en el amor de un modo más general. Amor a la familia, a los hijos, a los padres…
Así que, aunque lo había leído en el íntimo acomodo final, quería escucharlo de primera mano, y le pregunté el motivo de este viraje temático en este libro, ya que, aún manteniendo su personal estilo lírico de una claridad contundente, no lo mantiene en absoluto respecto al contenido. Fue agotador. Me dije, después de estos dos libros tengo que hacer algo para mí que sea mejor y sobre todo más amable, más tierno, en el buen sentido de la palabra tierno. Y entonces pensé en un poemario de amor, que nunca había escrito uno, pero no quería que fuera solo de amor romántico, de pareja y tal, sino amor. Es un tópico universal digamos. Fue su respuesta.
Un libro en el que en muchos momentos el poeta nos hace partícipes de un diálogo consigo mismo, compartiendo así con nosotros sus reflexiones. Todo el libro está recorrido por la luz del Mediterráneo al que pertenezco por nacimiento y por la luz del sur al que pertenezco por devoción y por ciudadanía.
Nos encontramos pues ante poemas luminosos, que infunden esperanza en muchos casos, que consuelan en otros, pero que también plantean incertidumbres y cuestiones no resueltas. Creo que cualquier persona amante de la poesía va a disfrutar mucho con su lectura, a la cual os animo vivamente.
En palabras de Alejandro Pedregosa, «estamos ante un libro de madurez, en el mejor sentido del término, un libro que toma distancia con las estéticas pasadas y presentes para encontrar un acomodo íntimo y personal en la poesía».
Y finalizo imitando yo a uno de mis poetas favoritos, Javier Bozalongo es, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Javier Bozalongo (Tarragona, 1961). Ha publicado los poemarios Líquida nostalgia (2001), Hasta llegar aquí (2005), Viaje improbable (2008, Premio Surcos de Poesía), La casa a oscuras (2009, accésit del Premio Jaime Gil de Biedma), Todas las lluvias son la misma tormenta (Premio Blas de Otero de Majadahonda), Este país (2019), Todo es azar (2021), Nombrar la herida (2022) y Mecanismo de arena (2024).
Antologías de su obra han aparecido en Costa Rica, México, Ecuador y Argentina, así como traducciones de sus libros al inglés e italiano. En 2016 publicó su primer libro de relatos, Todos estaban vivos. En 2017 publicó el libro de aforismos Prismáticos y en 2019 Cóncavo y Convexo (escrito junto a Carmen Canet).
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