Las plataformas digitales y la Pedagogía Andariega

Sustituir al profesorado por plataformas de aprendizaje adaptativo —como IXL, Khan Academy, Smartick, DreamBox o ALEKS—, que integran diagnóstico y aprendizaje automáticos para personalizar las lecciones repetitivas y monótonas, genera polémica entre muchos educadores. Sin embargo, para quienes apostamos por la Pedagogía Andariega, estas herramientas constituyen un recurso estratégico para transitar hacia la transformación del sistema educativo vigente.

La idea es sencilla y poderosa: utilizar, en una primera fase, los medios digitales que se nos imponen para duplicar el aprendizaje académico en la mitad de tiempo. Dos horas dedicadas a contenidos repetitivos y rutinarios permitirán liberar tiempo para salir a la calle con los niños y jóvenes, visitar talleres, fábricas e instituciones, y establecer relaciones sociales con la comunidad en que vivimos. Actividades fundamentales para un aprendizaje netamente humano, auténtico y significativo.

El autor invita a los niños a salir a la calle

Las plataformas mencionadas funcionan mediante inteligencia artificial y análisis de datos. Recogen información sobre respuestas, tiempos y patrones de error; ajustan la dificultad de los ejercicios y explicaciones; y ofrecen rutas personalizadas que permiten a cada estudiante trabajar exactamente lo que necesita. En otras palabras: “aprenden del alumno mientras el alumno aprende”. Analizan también el nivel inicial de cada niño mediante pruebas diagnósticas, diseñan itinerarios individuales y ajustan ritmo y dificultad conforme al progreso, cumpliendo así la promesa de la enseñanza personalizada, a menudo imposible en aulas saturadas, con recursos limitados y alumnado diverso.

Entre sus ventajas destacan el feedback inmediato, el registro detallado de interacciones y la motivación mediante gamificación, con insignias, puntos y recompensas virtuales. Los contenidos suelen alinearse con los currículos oficiales, lo que permite avanzar a cada estudiante a su propio ritmo, detectar lagunas y medir aprendizajes con precisión. La pedagogía se vuelve casi matemática: el sistema calcula, corrige y orienta, mientras el profesorado se transforma en un gestor de algoritmos.

El autor jugando con los niños

Pero no todo es positivo. Estas herramientas pueden generar exceso de pantalla, fragmentar la visión del conocimiento real y priorizar la evaluación frente a la comprensión profunda. No contemplan la movilidad, la rebeldía, el aprendizaje experiencial ni la interacción con la sociedad y el entorno. Delegar demasiado en los algoritmos puede producir alumnos que sepan responder, pero no sepan preguntar; que sepan calcular, pero no conversar; que aprendan contenidos, pero ignoren los recursos que generosamente ofrece su entorno y su propio vecindario.

¡Y qué curioso! Precisamente estas mismas carencias son las que se denuncian en los informes internacionales —PISA, TIMSS, PIRLS y UNESCO— como deficitarias en el sistema educativo español.

La Pedagogía Andariega no se enfrenta a la tecnología, pero tampoco se rinde a ella. Un pacto posible consiste en que el algoritmo se encargue de los contenidos específicos, repetitivos y entrenables —fracciones, operaciones básicas, áreas, mapas interactivos, reglas ortográficas, vocabulario—, consolidando aprendizajes cotidianos. Nosotros, mientras tanto, promoveremos la movilidad, la creatividad y la cooperación, favoreciendo un aprendizaje sensorial, significativo, útil y solidario.

Somos bípedos, lo hemos dicho muchas veces, y asumimos nuestra identidad practicando y poniendo a prueba nuestra capacidad de aprender caminando, de buscarnos la vida y ejercer nuestro compromiso social caminando, siempre caminando. Somos ríos, y las aguas estancadas acaban pudriéndose.

La Andariega devolverá a los niños la capacidad de aprender por méritos propios: observando, probando, escuchando, oliendo, tocando… Sólo necesitan buenos ejemplos y buenos maestros artesanos en el arte del buen comunicar y dejar hacer.

La dicotomía teoría-práctica, a estas edades, resulta pura entelequia. Ahora es el momento de tocar y sentir; de las máquinas y sus guarismos ya nos ocuparemos más adelante.

Mientras llega ese momento, tecnología y pedagogía, bien combinadas, potenciarán lo mejor de ambos mundos.

Isidro García Cigüenza

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