«Me he ahorrado mucho dinero en psicólogos gracias a la escritura», así de convencida se muestra la antropóloga de formación y narradora por devoción, Cristina Gálvez (Melilla, 1978), autora de los libros de relatos ‘Monstruos cotidianos’ (Traspiés, 2008) y coautora, con Tomás Conde, de la colección de cuentos ‘Afinidades’ (Siete Suelos, 2002) que ahora acaba de publicar ‘El verano ya no está aquí’ con Editorial Nazarí que presenta esta tarde en el Palacio de los Condes de Gabia, donde le acompañarán la escritora, Pepa Merlo y el representante de la editorial, Alejandro Santiago.
«La antropología está muy relacionada con la escritura pues los que han estudiado esta carrera tienen una técnica que se llama observación participante que es lo que hace un escritor cuando busca su historia», explica cuando le interrogamos acerca de su formación y las motivaciones por escribir, tras lo que añade «de hecho creo que elegí esta carrera porque no tenía que apartarme demasiado de contar historias». Además su deseo de mejorar le ha hecho participar en varios talleres literarios desde su llegada a la Universidad, aparte de su pasión por la lectura, de forma muy especial de autores como Cortázar, Dostoyevski y las hermanas Brontë de quienes reconoce «han dejado su huella en mi, en la forma de ver el mundo y de contar historias».
Su tercera obra, como en las anteriores y en los relatos con los que ha participado en un buen número de obras colectivas, reconoce que le ha servido para echar fuera los demonios y preocupaciones. «El culpable de que haya escrito este libro es el verano, referido a un estado de ánimo. Se ha gestado muy a cámara lenta, ha ido creciendo solo, … En cualquier caso, el gran culpable también es editorial Nazari que se ha atrevido a apostar por él para darle forma y cuerpo». En total la publicación recoge once relatos: ‘Los pescadores de hojas’, ‘Los destinos soñados’, ‘Un martes cualquiera’, ‘En el norte’, ‘Siracusa’, ‘El verano deshabitado’, ‘Estrella de Oriente’, ‘Nadia’, ‘Intermezzo’, ‘Tardes de Riminí’ y ‘Los días en Roma’, algunos de ellos, como este último, con sabor italiano, pues reconoce sentir cierta obsesión por el Mediterráneo, en especial, por Italia donde ha estado viviendo varias temporadas.
Entre sus relatos preferidos se encuentra el primero, ‘Los pescadores de hojas’ que considera «el más redondo y contundente » surgido de un vivencia infantil, de cuando vivía con su familia en Cartagena. «Recuerdo que con mi hermano pescaba las hojas de un gran árbol que había frente a la casa. Mi hermano dice que no se acuerda pero a mí vino espontáneamente, aunque no se si me estoy inventando recuerdos. En el prólogo firmado por Pepa Merlo a la que conoció al compartir páginas en ‘Cuentos del Alambre’ (Granada, Traspiés), allá por el año 2004, ésta escribe «el acierto de este libro está en arrastrar al lector, llevarlo con la autora por su propia calle, hacer que mire ni más ni menos que lo que ella quiere que el lector vea. Pero no miente. Es el truco del tahúr, el buen truco, ese del que el lector es consciente, pero a pesar de todo, a pesar de evidenciar la trampa, se deja llevar por el engaño fascinado por la magia». Por su parte la escritora que cuenta con un blog, A destiempo, reconoce gustarle mucho «jugar con el disfraz de la autobiografía pues no sé escribir de otra manera. Me inspiro en lo que vivo, veo y lo que me rodea. Luego todo eso se adorna y se camufla». Por ello también admite estar en deuda con mucha gente que le quiere y le ha ayudado en esta tarea tan bonita y difícil de la escritura, «unos haciendo de lectores, otros de críticos, otros de apoyo emocional, coachs o sustento material».
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