Entrar en el Zombie Garage de Joaquín Montero de Espinosa es penetrar en otro mundo, en especial para los neófitos de la cultura custom y Hot Rod. El garaje de su domicilio se asemeja a una pequeña galería de arte en donde se puede encontrar desde el muñeco que sirvió para anunciar la proyección de la película ET en Granada hasta un teléfono que en realidad es una miniatura de moto, una decena de cascos, carteles, fotos, monopatines,… y, por supuesto, herramientas para customizar, palabra que, por cierto, no aparece en el diccionario de la RAE pero sí en la Wikipedia con el significado de “modificar una herramienta u objeto para adaptarlo a las preferencias de su usuario o propietario, en especial de tal manera que se distinga de cualquier otro”. Y eso es lo que hace este malagueño de nacimiento y granadino de adopción desde hace unos 15 años, especialmente desde 2010 que fue cuando le surgió el primer encargo de un amigo.
Fue Miguel Echevarría quien nos puso en contacto con Joaquín pues había customizado una bicicleta para que su pequeño, afectado de parálisis cerebral, también pueda disfrutar de este medio de transporte. Así pudimos saber que Joaquín también lo ha hecho con una una vieja mountain bike de las primeras que le regaló un amigo que la iba a tirar y que restauró para que pudiera pasear su hijo. «Me encanta darle vida a las cosas que la gente da por muertas. Fue cuestión de comprar una rueda, una cubierta, un asiento de una bici y un manillar de una BMX», comenta, aunque estas serían excepciones, pues lo suyo son las motos. De hecho, presume que Zombie Garage es «una fábrica de sueños donde salen, de la aburrida tumba del stock, motos customizadas, vivas y coleando» pues en este reducido espacio se «crean y recrean auténticas joyas moteras» que ya le han valido múltiples reconocimientos en España y Portugal.
«No me dedico de forma profesional a esto, sino que es más un hobby», aclara antes de informarnos que según ha visto en las redes sociales en Granada existen un par de talleres donde hacen modificaciones, pero no exclusivamente con Harley si no que lo hacen con cualquier marca y modelo. De su evolución cuenta que «llevo en el tema de las Harley muchos años. Todo empezó con hacer pequeños cambios en motos de amigos y de ahí fueron creciendo a más los cambios hasta hacer motos casi desde cero». Lo cierto es que tiene que hacerlo muy bien, pues en tan corto espacio de tiempo ha comenzado a cosechar importantes premios como ratifican los diplomas que cuelgan en las paredes del taller. En efecto, en 2016 su Antihero Drag, que ha despertado gran expectación en los mejores bike show de la península, le ha dado mucho trabajo y quebraderos de cabeza pero también grandes satisfacciones. «Estoy muy contento, pues a la concentración internacional de Faro (Portugal) donde conseguí un primer resultado en la categoría Best Custom Bike, le siguió el subcampeonato Custom Bike y el el Best Público de la XXXIII Bike Big Twin de Castellón, y en Barcelona, en la BAUM Arte Sobre Ruedas, donde conseguí el primer premio, categoría Amétrica, lo que fue una pasada».
La verdad es que tiene su mérito, pues la Antihero Drag la construyó con la base de una Harley Davidson Softail Standard con motor Evo de 1984, de la que ha mantenido el chasis y el motor de la moto donante, pero a la que le rebajó la altura sustituyendo los amortiguadores originales por unos struts regulables. También le incorporó el depósito de una Ducati Mini Marcelino de 50 cc, le sustituyó el manillar original por el de una Harley Davidson FLH de 1973, y para darle un look retro y deportivo le adaptó dos manetas de freno de una Norton y le colocó un faro de rally. La llanta delantera procedente de una Yamaha 350 Z Gran Premio de los años 70 la calzó con un Firestone Champion Deluxe. Delante le colocó una cúpula cromada al estilo de las dragsters de los 70 que en el caso que nos ocupa procede del cono de una hélice de una avioneta pintada al cromo para darle el mismo aspecto que la trasera. También se recortó el guardabarros trasero, le adaptó el asiento, las tapas de las válvulas y los escapes, entre otras modificaciones.
Motos que triplican su precio
«El tiempo no siempre es el mismo, en este caso fueron 10 meses, pero hay que tener en cuenta que no le dedico 8 horas enteras sino que son ratos libres, pues no me dedico de forma profesional a esto sino que es más un hobby» explica Joaquín que ahora está trabajando en tres motos más. Una de ellas, una chopper al estilo de los años 70, para la que está buscando piezas que se usaban en aquellos años, tales como faros, tipos de manillar y llantas. Este trabajo lo realiza con la colaboración de un equipo, en el que hay un tornero, otro que le hace los cromados… De esta forma las motos pueden llegar a triplicar su precio pero vale la pena pues «la primera satisfacción es la de rodar en una moto que es única, hecha a tu gusto y medida o que le has puesto lo que has querido». Por el momento, Joaquín ya está pensando en la próxima temporada que empieza en abril con el Garage Rules al que seguirá el mismo recorrido del año pasado, Faro y Barcelona, donde espera seguir cosechando premios.
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Próxima entrega: Juan Verdejo y su Renault 6 de 1979
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