La enseñanza bilingüe en Andalucía tiene bastantes detractores, aunque generalmente no se suele contar con la opinión de los auténticos protagonistas: los alumnos. Con esta pretensión hemos solicitado a un grupo de ellos que en la actualidad cursa segundo de Bachillerato en el IES Ángel Ganivet de Granada que han realizado o están realizando el programa bilingüe francés para que nos cuenten lo que les ha supuesto esta experiencia. Esta han sido sus respuestas.
Los alumnos de 2º Bachillerato, del programa bilingüe francés, nos cuentan su experiencia hasta llegar aquí.
María empieza narrando y nos dice: Empezamos la mayoría a los 12 años, cuando nuestro instituto ofertaba solo bilingüismo en francés. Entramos, visto desde ahora, siendo pequeños y sin juzgar muy bien la opción de meternos en este bilingüismo, sin saber realmente lo útil y gratificante que llegaría a ser en unos años.
Aprender francés en primero de la ESO fue una novedad para todos. Aquí en Andalucía se aprende inglés desde primaria, pero nosotros de francés poca idea teníamos. Recuerdo que desde el primer día nuestra profesora comenzó a hablarnos en el idioma. Tuvimos que escribir y memorizar mucho, pasar a limpio interminables redacciones y superar el miedo a salir a hablar en público. Algunos de nosotros incluso nos apuntamos a teatro en francés por la tarde, casi más por el francés que por el teatro. Y al final de curso sabías ya describirte, hablar de tu familia e incluso entendías bien a la profesora. Además habías tenido que aprender términos de historia y geografía e incluso las matemáticas se habían adaptado al programa de francés, gracias al programa y al contrario de lo que se podría pensar, hemos asimilado conocimientos de otras materias más fácilmente, ya que éstos han sido más trabajados, añaden Ana y Carla.
Alex interviene y dice: Se habla antes de escribir. Esto es lo que hacen todos los seres humanos desde que nacen. Entonces ¿por qué cuando nos enseñan una lengua extranjera, lo primero que nos enseñan es a escribir? Cuando en los institutos se aprende una lengua, lo más probable es que se obligue a memorizar una cantidad ingente de vocabulario, una serie de reglas gramaticales que se usarán en un examen, y que desafortunadamente, se olvidarán después.
Por suerte para mí, aprendí con una profesora que se percató de que el susodicho método no nos haría aprender francés a nuestro paso por el instituto. En vez de hacernos memorizar una infinidad de palabras, lo que hicimos el primer día de clase fue hablar, y, mucho más importante, escuchar. Aunque al principio no teníamos ni idea de francés, al forzarnos a hablarlo y al escuchar activamente lo que decían nuestros compañeros, fuimos interiorizando la lengua sin darnos cuenta. Partiendo del habla, es decir, del conocimiento práctico de la lengua, dedujimos las normas de gramática empleadas. Respecto al vocabulario, no hacía ninguna falta memorizarlo, pues podías deducirlo de lo ya aprendido e interiorizarlo a través de las tareas que se realizaban. Así es, en mi opinión, como se debe aprender una lengua, como los seres humanos llevamos haciéndolo desde que surgió el lenguaje, hablando y luego reflexionando sobre el uso.
María interviene de nuevo y dice: Pasado un tiempo, el conocimiento se fue agrandando. Entre verbos, descripciones, documentos leídos y redacciones fuimos ganando soltura, y ¡anda! ya nos parecíamos más a esos mayores que con tanta fluidez le hablaban a nuestra profesora. Ya hablábamos con los lectores y nos corregíamos los unos a los otros.
Llegado tercero de ESO, hicimos nuestro primer intercambio a Francia (qué recuerdos dicen todos). Siendo o no la primera vez en el extranjero, dicho viaje fue para todos la novedad del año. Y es que el estar casi dos semanas fuera de tu casa y además conviviendo con una familia francesa es sin duda un acontecimiento digno de mención. Analizándolo retrospectivamente, puedo afirmar que ese fue el viaje académico que mejor hemos aprovechado. Describimos monumentos en grupos, visitamos el Louvre y otros famosos lugares de París, y conocimos el ambiente más local pero igual de nuevo para nosotros de Tours.
Más años y más mayores cada vez. ¡Ya sabemos más vocabulario! ¡Ya entendemos sin problema y hablamos sin vergüenza! Y es que en clase de francés el español parece que no se entiende. En 4º de la ESO pudimos prepararnos paralelamente el B1 y el B2 de francés, títulos que hoy en día lucen en nuestro currículum. Y por entonces nuestras lecturas adquirían otro color (y a día de hoy creo que de no ser por esta asignatura no habría leído yo a Zola ni a Dumas). Resumir películas vistas en clase era la mejor de las tareas, que por lo menos eran películas buenas. Estos años más recientes fueron y son los favoritos para las argumentaciones, que pocas no hemos hecho y modestia aparte, bastante bien nos salen, muestra de ello nuestro B2 y C1 en algunos casos.
Primero de Bachillerato fue otro año interesante. Algunos de nosotros tuvimos oportunidad de estar un mes en el sur de Francia con una familia y asistir a un instituto internacional. Oportunidad excelente si se quiere saber un poco más, y que supuso un gran avance en nuestro vocabulario coloquial. Además, también pudimos disfrutar a mediados del año de otro intercambio de 10 días a Bélgica. Entre frittes y chocolats esos días pasaron volando, y aún este año añoro la experiencia.
Ahora estamos ya en segundo de Bachillerato. Aunque algunos se han ido y otros nuevos han llegado, seguimos estando muy unidos todos los del bilingüismo francés. Cuando entras en primero de la ESO te sorprenden los alumnos mayores, lo mucho que saben y lo bien que hablan el idioma. Ahora para nosotros es de lo más natural leer cualquier cosa en francés, analizar textos, comprender las grabaciones más difíciles o hablar sin tener que traducir las palabras en nuestra cabeza.
Cuando terminemos este año, serán muchas las horas inmersos en esta lengua francesa, muchas las palabras intercambiadas, textos leídos y redacciones escritas para ser devueltas con infinidad de tachones rojos. Serán bastantes las tardes extra en el instituto preparando exámenes, corrigiendo discursos y memorizando diálogos. Será C1 lo que algunos tengamos, y que muy bien reflejan todo el trabajo. Será entonces enorme la gratitud y el orgullo de poder expresarnos de otro modo.
Elvira, Luís e Imán nos dicen: “Vivimos en un mundo en el que lo que los padres quieren es que sus hijos aprendan inglés. Por eso, cuando entré en el programa bilingüe de francés, lo vi como una imposición sin mayor importancia. Pero lo que no sabía es que nos íbamos a encontrar con una profesora que nos hablaría íntegramente en francés desde el primer momento, que tendríamos que firmar un contrato que nos obligaba a una serie de normas, que tendríamos escribir 180 palabras por redacción, en definitiva “una mini-Francia” cuatro horas por semana. Sería gracioso ver ahora nuestras caras en esos momentos de confusión.
Hoy las clases en francés se han convertido en una constante en nuestra vida en el instituto, y aunque ha habido épocas más agradables y otras más estresantes”, no podemos negar que nos vamos a llevar mil recuerdos, cosas que sólo nosotros entendemos como “Frabilgan”, “Prends-en une et passe les autres”o el tan recordado “Allez chercher les corres”. Tampoco podemos negar que en estos seis años, aparte de exposiciones, trabajos, argumentaciones e intercambios. Hemos hecho algo mucho más importante: aprender una nueva lengua, francés.
Continúa María: Cuando uno aprende una nueva lengua, no es solo el propio lenguaje lo que se asimila, sino también la cultura y la forma de pensar. Asimilas las canciones, los poemas, los artículos y los diálogos. También las críticas y los clichés, y las características de una nueva sociedad. Y todo eso es lo realmente enriquecedor. Aprender idiomas te abre puertas y te enseña a pensar. Además te permite mejor conocer el mundo, adquirir un sentimiento de unificación y supone un pasaje directo hacia las oportunidades laborales que tanto parecen escasear.
Hoy estoy realmente contenta de haber escogido el bilingüismo, de haber tenido los profesores que he tenido y de saber valorar correctamente la importancia de todo ello. Ahora que está todo dicho y expresado, supongo que lo único que podemos decir será merci, merci, mille mercis.
Noticias relacionadas:
Teatro en español, inglés y francés en el IES Ángel Ganivet Intercambio del IES Ángel Ganivet con el Lycée Descartes de Tours |