Alumna: Estoy en desacuerdo, señor Isidro, con esas pedagogías que propugnan una adaptación de su praxis, únicamente, a las distintas características de cada alumno. Me dan la impresión de que se centran en exceso en la individualidad y no en el valor del grupo.
Maestro: Eso significa poner en duda las teorías que promovió la Escuela Nueva. O lo que es lo mismo, poner en duda las finalidades últimas de la educación que se promueven hoy en día. Sé más concisa, por favor. Matiza tu desencanto.
Alumna: Para mí, y corríjame si me equivoco, el fenómeno educativo se caracteriza por ser el producto y el reflejo al mismo tiempo de una conciencia social, de la conciencia colectiva. Entiendo que todos los grupos sociales, la familia, el clan, o las clases sociales se rigen por una conciencia colectiva propia; por unos intereses, formas de vida y cultura propias… La educación que ha de impartirse ha de estar en consonancia con los recursos y necesidades del grupo social en el que los educandos están inmersos.
Maestro: Amiga mía, sin olvidar que el alumno pasa a ser el protagonista del proceso de enseñanza, tu pensamiento está justo en la línea de una tendencia pedagógica que se desarrolló a mediados del siglo anterior y de la que nuestra Pedagogía Andariega participa plenamente. La encabezó Durkheim, la desarrolló Roger Cousinet y la puso en práctica Celestine Freinet. Para ellos, efectivamente, la educación es la expresión de toda una sociedad y es dentro de ella como ha de concebirse. A ese ese empeño por socializar el hecho educativo dedicaron aquellos todas sus energías. Empeño que se vio reflejado en la fundación, dentro de algunos centros educativos públicos, de las denominadas “Cooperativas escolares”.
Alumna: ¡Ah, demonios! Entonces de ahí lo de las siglas ese movimiento que aglutina las prácticas freinetianas, el MCEP: Movimiento Cooperativo de la Escuela Popular.
Maestro: Una corriente pedagógica basada en “técnicas” o métodos que un servidor ha llevado a cabo durante muchísimos años. Unas prácticas que, bajo los nombres de texto libre, la correspondencia con otros niños, la asamblea, las investigaciones a pie de en la calle, el cálculo vivo, los contratos de trabajo, el libro de vida y la biblioteca propia, partían de las potencialidades de cada niño para, a continuación y ahora de forma colectiva, educarlo para la vida.
Alumna: ¿El ruso Makarenko no trabajó ese mismo concepto colectivista y productivo de la educación?
Maestro: Makarenko ejerció como maestro en los años siguientes a la Revolución rusa. Es decir, justo en el momento en que se estaba produciendo una guerra civil y su posterior crisis económica. Comprometido con la causa comunista se hizo cargo de un grupo de alumnos “extraviados”. En esas circunstancias es como imprimió el carácter eminentemente social y colectivo de su tarea. Los valores que trabajó fueron: el trabajo, la disciplina, el sentimiento del deber y el espíritu de emulación. La consecuencia de su pedagogía fue crear todo un ideario consistente en la formación científica y artística de los alumnos, así como en los aspectos técnico-prácticos de las principales actividades productivas que demandaba el Estado.
Alumna: Desde luego la educación impartida en los países del Eje comunista es un asunto que presenta demasiados claroscuros. Sin duda se trata de unos métodos y unas filosofías que necesitan ser analizados en profundidad. Ahora, sin embargo, lo que me interesa es esa Pedagogía Freinetiana de la que habla usted maravillas.
Maestro: Hablo maravillas porque, como te digo, es la que he practicado durante muchos años. Y no fueron tanto las técnicas que proponían Celestine Freinet y su compañera Élise como el espíritu renovador del profesorado que las llevaban a la práctica. ¡Era increíble! ¡Maestros y maestras dedicados en cuerpo y alma a la tarea educativa! Tanto que, apenas terminábamos el curso con los alumnos, enseguida comenzábamos a organizar toda una serie de Congresos y Cursos en los que poníamos en común las experiencias llevadas a cabo con los alumnos. ¡Qué entrega! ¡Qué colaboración! ¡Qué generosidad! Cuando me vine del País Vasco a Andalucía, fue llegar a Málaga y encontrarme con un grupo perfectamente sincronizado que me recibieron con los brazos abiertos. Cualquier innovación, cualquier material, cualquier práctica era recibida con albricias por el resto. Y daba igual el ámbito (psicomotricidad, teatro, matemáticas, investigación del medio…) como el ciclo que impartieras o el entorno en que desarrollaras tu labor.
Alumna: Céntrese en las técnicas, por favor. En esas técnicas “Freinet”. ¿Cómo las llevaban a cabo?
Maestro: Es más largo explicar su funcionamiento que llevarlas a la práctica. Con “el texto libre” los niños escriben lo que les apetece contar, ya sean vivencias propias, cuentos o poesías. Supone un ejercicio espontáneo de creación literaria. ¡No te imaginas el interés que dichos escritos, acompañados de sus propios dibujos, provocaban en sus autores y en sus compañeros! La posterior corrección, lectura en voz alta y publicación suponían una tarea colectiva francamente satisfactoria.
Alumna: Publicación que llevaban a cabo por el sistema de impresión prehistórico que era la gelatina…
Maestro: Así es. Un método arcaico consistente en imprimir el texto infantil en una pasta de gelatina fabricada a base de agua, azúcar, gelatina de pescado y glicerina para, a continuación, ir sacando copias como si de una multicopista artesanal se tratara. Los libritos así obtenidos se repartían entre las familias, los colegios cercanos y aquellos otros con los que manteníamos correspondencia. Algo, por cierto que ahora jubilado, sigo haciendo aún hoy en día. Así y cogido al ronzal de mi burrita, me acerco a los colegios colaboradores para una vez recogidas las aportaciones de los distintos grupos, editarlas con un programa de ordenador. Sacadas las copias con la impresora nos acercamos de nuevo a sus colegios, ahora con nuestras alforjas llenas de sus libritos. Excuso decir la alegría de los niños cuando tienen en sus manos el fruto de su invención.
Alumna: ¿Y los “contratos de trabajo”?
Maestro: Se trata de algo parecido a lo que hoy se conoce como “Aprendizaje basado en Proyectos”. Colectivamente y a partir de la Asamblea, el alumnado escoge un tema de estudio y cada uno se responsabiliza de la parte que le corresponde. Mediante las agendas de trabajo, las puestas en común, las conferencias y echando mano de los datos, observaciones y experimentos llevados a cabo, se elabora un material impreso que va a parar a la biblioteca de aula y que servirá de material de consulta para otros grupos.
Alumna: ¿Y las “investigaciones” a pie de calle?
Maestro: Quiero recalcar nuestro compromiso con el entorno (huerto escolar, visita a talleres, recorridos por la localidad, etc.) Nuestras salidas se hacen en torno al tema que nos ocupa y que llevamos a cabo recolectando datos, haciendo entrevistas, consultando bibliografía, invitando a colaboradores…
Alumna: Habla usted en presente…, como si aún estuviera dando clase…
Maestro: Sí, porque aún sigo estrechamente unido a los compañeros profesores que llevan a cabo actividades renovadoras. No hay semana que Molinera, la burra, y un servidor no nos acerquemos a un colegio para interesarnos por los proyectos, desarrollo y preocupaciones del trabajo que aquellos llevan a cabo. Te tengo que decir que, en cada una de esas visitas, también nosotros aprovechamos para aportar nuestro granito de arena: o bien salimos al campo con los niños, o bien montamos en el patio de su escuela nuestro propio estaribel a base de tubos de PVC y telas decoradas, dentro del cual ofrecemos a sus alumnos nuestros propios teatritos de guiñol. ¡No te imaginas el entusiasmo con que nos reciben los niños! ¡Más por Molinera, que por mí mismo!
Alumna: La última pregunta que le quiero hacer es obvia… ¿Qué diferencias existen entre la Pedagogía Freinet que usted ha practicado toda la vida y la Pedagogía Andariega que pregona ahora?
Maestro: Te lo diré en cuatro palabras: ¡La asumción de las anteriores experiencias pedagógicas que en el mundo han sido! Nuestra “Andariega” bebe de todas las tendencias renovadoras habidas desde los primitivos Peripatéticos, pasando por los Campanella, Rousseau, Dewey, Kilpatrick, Montessori, Freinet, La Institución Libre de Enseñanza…, hasta las Escuelas-bosque más recientes. Las asumimos, pero dándoles el tinte futurista que presentimos: un aprendizaje fuera de las aulas unido a una implicación de la sociedad (talleres, instituciones, agricultura, industrias) de la que formamos parte. Nuestra labor se basará en el respeto a las personalidades y conocimientos de los alumnos; a una didáctica basada en el diálogo; a una inmersión en sus intereses y a una implicación en los recursos, necesidades y compromisos de esa misma sociedad que habitamos. Y todo ello ¡CAMINANDO!; yendo de una parte para otra, de la mano de la Naturaleza, nuestra madre, de la ciudad o del barrio donde vivimos. Y siempre, como digo, aprendiendo sobre la marcha.
Isidro García Cigüenza
Blog personal ARRE BURRITA