Alumna: ¿Por qué, Maestro, los avances en Pedagogía están relacionados casi siempre con situaciones extremas? Si no es con niños marginales, lo es con abandonados, si no con niños físicamente enfermos, lo es con los que padecen alguna anomalía psicológica… Lo cierto es que es en estos casos cuando surge la chispa que hará cambiar los estándares educativos generalizados.
Maestro: También resultan innovadoras algunas propuestas surgidas en aquellos niveles, (Jardín de Infancia, Infantil…) que no son institucionalmente obligatorios. Deduce tú misma la explicación a la cuestión que planteas.
Alumna: Sin duda tienen mucho que ver con el carácter excepcional y permisivo de aquellas situaciones.
Maestro: ¡Cierto! Lo que, dándole la vuelta, podemos concluir que la educación generalizada, obligatoria e institucionalizada viene a obstaculizar todo tipo de avance en lo que a filosofía, metodología y didáctica se refiere…
Alumna: Entonces… ¿quiere esto decir que nuestra Pedagogía Andariega ha de aplicarse en situaciones extraoficiales para que tenga éxito?
Maestro: Eso, tú lo has de ver, a mí no me va a dar tiempo. Según mi criterio, ante los avances tecnológicos y los malos hábitos sociales que se están imponiendo, la Educación que se imparte hoy resulta, además de académicamente obsoleta, sanitariamente insalubre y enfermiza.
Alumna: ¿Insalubre y enfermiza?
Maestro: Sí, has oído bien. Y no tanto por los efectos físicos, que también (sedentarismo, inmovilismo, obesidad, incapacidad motriz…) como por los perversos efectos psicológicos (hábitos psicosociales, intelectuales, embotamiento afectivo…)
Alumna: Me ha llamado la atención el título de la charla de hoy: “Las Escuelas al Aire Libre y Rosa Sensat”. No tenía ni idea de que existieran las tales “Escuelas al Aire Libre” y menos aún la existencia de la tal Rosa Sensat.
Maestro: Desgraciadamente, vuestras Escuelas de Magisterio están tan embebidas en sus propios mejunjes “neuronales” que no tienen tiempo para asomarse al pasado y aprender de él. El Primer Congreso Internacional de las Escuelas al Aire Libre se celebró en París el 1 de mayo de 1923 y, si te fijas en la fecha, concluirás que tiene mucha relación con las exigencias de la clase obrera de la época. Así resulta que, lo que se inició como una reivindicación de cara a mejorar las condiciones higiénicas y sanitarias de las habitaciones donde se impartía, siguió con el impulso de que los niños predispuestos a contraer ciertas enfermedades (tuberculosis, desnutrición, etc.) las impartieran en contacto con bosques, montañas, cercanía de manantiales minero-medicinales o, cuando menos, al aire libre.
Alumna: Eso en lo referido a las condiciones ambientales de las aulas, pero ¿qué innovaciones trajo consigo de cara a la Pedagogía a impartir?
Maestro: La enseñanza de las Ciencias de la Naturaleza en las escuelas estuvo restringida por ley, hasta principios del siglo XX, al grado superior y no incluía a las niñas. Cuando la legislación escolar declaró obligatoria su enseñanza, los maestros únicamente vieron en las ciencias una asignatura que venía a recargar más el ya muy extenso programa de las escuelas -y sobre la que no habían recibido una preparación específica-, por lo que el proceso de incorporación de los estudios científicos (entiéndase: observación, utilización de material de laboratorio, toma de notas, conclusiones…) resultó lento, complejo y lleno de dificultades. Lo que aquellas escuelas al Aire Libre vinieron a demostrar fue el efecto benéfico, ahora intelectualmente hablando, de los principios psicopedagógicos que animarían la llamada Escuela Moderna o Escuela Activa, de la que hemos hablado ampliamente en otros paseos.
Alumna: ¿Y tuvieron implementación aquí en España esas iniciativas al Aire Libre?
Maestro: A fuer de sincero, te tengo que decir, querida alumna, que al igual que tú, también yo estoy estos días documentándome sobre esta iniciativa… Se lo comentaba a tu compañero: para mi asombro y quizás también para mi vergüenza, no ha sido hasta ahora que no he sabido de este movimiento tan apasionante. Y aún hoy, tantos años bregando con esta Pedagogía Andariega, me llama la atención que ya en el año 1926, un maestro de escuela, Eloy Vaquero Cantillo, se esforzara dando conferencias por numerosos Centros Obreros de la geografía andaluza, con el fin de favorecer este tipo de Educación al Aire libre o como él mismo decía: “Educación racional en contacto con la naturaleza”.
Alumna: Pero, a diferencia de aquellos movimientos, nuestra Pedagogía Andariega, no se ciñe a una Educación impartida en el medio Rural, ¿no es así?
Maestro: ¡Claro que no! En aquellos ámbitos en los que éste resulta imprescindible, por supuesto, pero la Ciudad nos ofrece tal cantidad de recursos educativos, tan generosos y tan a la mano que estoy por predecir que la mitad los aprendizajes al Aire Libre los vamos a recibir en un futuro de un Medio urbano y la otra mitad de un Medio marítimo-rural.
Alumna: ¿Y quién fue la tal Rosa Sensat?
Maestro: Rosa Sensat y su “Escola del bosc” de Montjuich (1914) está considerada como una de las pioneras en Cataluña de dicha propuesta innovadora. Corre paralela a la obra del Padre Manjón en Granada (1889), a la que la Institución Libre de Enseñanza abrió en la Dehesa de la Villa de Madrid y a la Escola del Mar en la playa de la Barceloneta (1922). Hoy no voy a ser yo quien traiga a colación sus aportaciones pedagógicas. Hoy sólo voy a transcribir un texto suyo, publicado en la Revista de Pedagogía en 1929 (pág. 156) y en el que se narra su idea práctica de la Escuela Bosque:
“Efectivamente, la intemperie ocasiona sus molestias: un día es el calor sofocante que produce lasitud de espíritu; otro es la lluvia que cala hasta los huesos; otra vez es el viento que levanta las nubes de polvo, que se introduce en los ojos y hace volar los papeles o dispersa las menudas piezas de un trabajo empezado. En los primeros tiempos de estancia en la escuela, estas y otras dificultades fueron sentidas con intensidad. El espacio era demasiado grande, los estímulos demasiado vivos, muy fuertes la excitación y el ejercicio, excesivamente impresionante la belleza del lugar.
Casi no pudo hacerse nada de provecho en el sentido que se suele dar a la frase “aprovechar el tiempo”. Pero todo está en saber comprender lo que conviene según el momento y la ocasión. No era la lectura lo que la maestra debía empeñarse en seguir cuando una mariposa al pasar interrumpía este ejercicio, no era la escritura cuando una hoja al caer del árbol posándose en el papel podía dar origen a otras sugestiones. Lo de más valor para la niña en aquellos momentos era apoderarse de la realidad, tomar posesión de aquel rincón de tierra con sus misterios de vida, era el impregnarse de aire puro y efluvios reconfortantes, era endurecer su cuerpo contra los agentes externos, era el ser feliz gozando de los dones de la naturaleza, era el adaptarse. Es la adaptación lo que se necesita al volver al medio del cual nunca deberíamos habernos alejado. Es la adaptación lo que disminuye y reduce los obstáculos que se suponen en la escuela, entreteniéndose con las piedras, el agua, recogiendo pequeños frutos y desentendiéndose, algunos por completo, de todo trabajo escolar (…). No hay bellezas, no hay estímulos para impresionar el alma del niño como los que nos ofrece el campo con su infinita variedad de fenómenos y sus enormes fuerzas de renovación; no hay medio más adecuado para la libre evolución del ser humano en su fase de desarrollo y de iniciación a la vida.”
Alumna: No quedaría completo este paseo, si no tuviera usted algo que objetar la puesta en práctica de esta Pedagogía y que queda mejorada con las propuestas de su Pedagogía Andariega, don Isidro.
Maestro: Con esa observación, amiga alumna, me estás “buscando las cosquillas” como se dice coloquialmente. Pero en esta ocasión, lamento decirte que estás equivocada, que no tengo ninguna objeción que hacer, ni a las propuestas de Eloy Vaquero, del que hablamos al principio, y aún menos de Rosa Sensat, que como hemos visto era toda una “genio y figura”. Sin embargo, puesto que me has tirado de la lengua, sí voy a hacer una objeción, no a tamaños autores, si no a los que utilizan su nombre para crear Asociaciones.
Alumna: ¿Como por ejemplo la “Associació de Mestres Rosa Sensat”, muy comentada entre los estudiantes por lo galardonada que resulta de mano de las instituciones educativas catalanas?
Maestro: ¡Et ille qua! También en esta ocasión, como sucediera en mi opinión con las hoy Escuelas del Ave María, fundadas por el P. Manjón, o las Escuelas Montessori, me tomo la licencia de criticar a la Asociación que citas. Y no por sus excelentes trabajos en torno a la difusión de metodologías, sino por no haber sido fiel al espíritu de su fundadora, doña Rosa Sensat. Porque, sí, efectivamente contribuyen a la formación, mejora y actualización pedagógica de los profesionales de la educación; fomentan la lengua catalana en la escuela, promueven el debate y la reflexión, editan, publican, asesoran, participan y cooperan… pero, aparte de salidas excepcionales a alguna Granja Escuela, de experiencias puntuales al aire libre, de patios de recreo reconvertidos… y de mucho bombo y platillo oficiales ¿dónde queda aquella educación íntegramente impartida, desde y a partir de los recursos de la naturaleza? ¿Dónde el espíritu que se refleja en el escrito que hemos reproducido más arriba?
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