Aviones tirados como si también hubieran sido víctimas de la pandemia. ::JFC

Juan Franco Crespo: «Reflexiones viajeras: Aeropuertos y otras milongas, 1»

No es posible convertir a un inepto en un genio simplemente a través de la educación”

(Sándor Márai)

Moverse significa, entre otras cosas, contrastar hasta dónde llega la estolidez humana que nos desborda en estos tiempos de pandemia y, ahora, de guerra. Pero concentremos la reflexión en los viajes aéreos y en los aeropuertos [de estaciones de RENFE o trenes sin lavabos hablaremos brevemente al final].

El último semestre, gracias a lo que uno va guardando de la pensión, hubo tres escapadas, conviene recordar que es más fácil irse por Europa que bajar a mi tierra granadina, al margen de que esto último es mucho más caro. El marco geográfico o cultural, de los diferentes aeropuertos, pueden hacernos ver que realmente vivimos en un mundo de locos.

  1. Nacionales, Barcelona, Fuerteventura y Tenerife Norte.

  2. Espacio Schengen, Barcelona, Bruselas y Frankfurt.

  3. Extracomunitarios, Estambul, Kayseri y Esmirna.

Una de las esperas para acceder al avión, mientras tanto a reponer líquido

Digamos que dos de ellos fueron comodines [Barcelona y Estambul] y los tuvimos que pisar varias veces: Así que los inevitables controles [siempre son para tu seguridad, faltaría más] no te los evita nadie a no ser que te conviertas en invisible. Por consiguiente acabas teniendo la posibilidad de que tus nervios se alteren ante la estupidez [ya no digo estolidez para no repetirme] de los bípedos ¿o bípedas?, está a la altura del Everest.

Digamos que las normas o reglamentos [hoy hablan de protocolos] deberían ser iguales en todo el sistema aeroportuario que se rige por las normas de la IATA, pero ni por esas. En el caso de los controles nacionales el más nefasto es Barcelona porque en muchas ocasiones parece como si fueras un monstruo al que hay que desnudar y, a veces, literalmente, los pantalones se van al suelo. Digamos que los tres nacionales los gestiona TABLISA, deberían de aplicar los mismos criterios ante el inevitable paso por los arcos detectores. Nada más lejos de la realidad y, el personal de la susodicha contrata deja, en ocasiones, mucho que desear, ganando por goleada en molestias y desatención el de la Capital Condal, lo han colocado tan fino el detector que hasta salta con los remaches de algunas camisas, algo que no debes de llevar encima el día que vuelas. Para simpatía y agradable trato nos vamos al de Fuerteventura, allí te miman y haciendo lo mismito que en Barcelona, sólo tienes que recuperar tus mochilas de la cubeta y recomponer lo que llevas encima, o sea, colocar todo lo que previamente has “dejado” en la bandeja: reloj, cartera, llaves, monedas, en fin todo lo que es de metal. De los turcos el mejor en ese tránsito el de Kayseri.

La pasarela antes de entrar en el avión de retorno a casa ::JFC

Sin quererlo comparo con mis primeros vuelos con 19 años [hace ya medio siglo de esa experiencia, cuando hice el trayecto nocturno, gratis, con AVIACO entre Barcelona y Málaga] y los agentes de la Benemérita o de la Policía Nacional [los aeropuertos de ese vuelo primigenio fueron Barcelona, Madrid, Sevilla y Málaga. En cada escala había nuevas personas que sustituían a los que bajaban –Madrid o Sevilla-] realmente ejemplares en su actuación y revisión. Por eso uno los echa en falta; poco después, estamos ya en 1976, acabado el servicio militar, me toca volar a HUNGRÍA, todavía la documentación indicaba que no se podía ir a determinados países del TELÓN DE ACERO sin el visado correspondiente, algo que solucionaron las autoridades diplomáticas en Madrid y a volar hacia Budapest, con un tramo como viajero único entre Viena y la capital húngara con la línea aérea de bandera. Todo fueron atenciones y agasajos que se repitieron en el vuelo de retorno, coincidíamos la misma tripulación de cabina que nunca había salido del aeropuerto magiar.

La torre de control de El Matorral ::JFC

En el grupo B o aeropuertos del espacio común, nada que objetar, salvo las informaciones de las autoridades belgas que en su web decían que los ciudadanos del citado grupo ya quedaban exentos de mostrar el dichoso QR [quien quiera disfrutar de esa gran idiotez que se vaya a XLSemanal del 6 de marzo de 2022 y eche un vistazo a Leer matando al Minotauro del académico Pérez Reverte, curiosamente es el tercer escritor o periodista que esta semana se queja de esa gran gansada], algo que comenté al facturar el equipaje, la chica me dijo que ella no sabía nada de esa disposición y me entregó los papeles por si, llegados a Bruselas, los pedían, como así sucedió.

Aeropuerto de Fuerteventura ::JFC

Cabe señalar que la policía belga fue extremadamente servicial y con ellos en la mano se superó, sin más, el trámite de entrada. Localizada la furgoneta VIP, nos trasladaría al céntrico Hotel de la capital europea donde nos atendió un criatura encantadora y la sorpresa vino con la habitación: llegué, me duché y a la calle. Al día siguiente, al regresar a la tarde, al ver que la habitación estaba sin hacer, es cuando me daría cuenta de las normas del hotel, por “la pandemia” las habitaciones no se hacen y el viajero “tiene la seguridad de que allí no ha entrado nadie que lo pueda contagiar”. Eso sí, el coste de esas tres noches sin servicio de habitaciones no fue compensado por la empresa, aunque cuando apareció la guía conseguimos que, al menos, nos dieran toallas limpias para la segunda noche.

 

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Juan Franco Crespo

Maestro de Primaria, licenciado en Geografía

y estudios de doctorado en Historia de América.

Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas

del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio internacionales.

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