Su candidatura a estos prestigiosos galardones nacionales ha sido a propuesta de las familias de los colegios de Chauchina y Montejícar
La maestra de Primaria, Cristina Castro, que ha impartido clases en el colegio público El Sauce, de Chauchina y el San Andrés, de Montejícar, está que no cabe de contenta. Hace unos días se proclamaban los finalistas de los premios nacionales EDUCA Abanca, 2022 y es una de los tres docentes andaluces y única granadina en la categoría de Primaria. El principal motivo es que las candidaturas para los niveles no universitarios las han realizado las familias de sus dos centros «De unas 1.600 docentes propuestas EDUCA Abanca, de septiembre a junio, y selecciona 200, de ellas 34 de Primaria, cuatro de ellas de Andalucía, que cumplan una serie de características como desarrollar proyectos innovadores relacionados con nuevas tecnologías y la educación en valores. En el próximo mes de marzo celebrará su Congreso Mundial y entregará los premios de la VI Edición, con la presencia de la Ministra de Educación», explica sobre el proceso y fechas de entrega de los premios. Cuando hablamos con ella lo primero que manifiesta es el orgullo de que las familias reconozcan su trabajo, también su deseo en el caso de ganar el premio es donar su cuantía (mil euros), a estos centros, especialmente al colegio de Montejícar.
Cristina nació y creció en Íllora, hasta que se desplazó en Granada para estudiar el grado de Educación. En 2015 se presentó a oposiciones y comenzó a trabajar como interina y este año acaba de conseguir plaza. Su primer destino fue el colegio San Isidro de Níjar, después ha estado en otros diez centros de Sevilla, Almería, Jaén y Granada como maestra de Primaria en el colegio Sierra Elvira, Escultor César Molina Mejías, de Churriana, y los dos mencionados. Reconoce que le encanta trabajar temas relacionados con la educación en valores como se puede ver en su blog laemociondeaprender.com, principalmente las emociones, y la empatía, temas sobre los que ya tiene publicados once libros. «Los niños me tiran mucho y cuanto más pequeños más me gustan», explica antes de añadir que en su familia no hay maestros pero desde pequeña ha tenido claro que quería ejercer el magisterio teniendo como modelo a seis o siete muy buenos maestros que tuvo en el CEIP Gran Capitán, de Íllora, y que han sido los que les despertaron su vocación de maestra. Considera que «todos saben la labor fundamental que desarrollan los maestros pero luego no es un trabajo tan valorado como debería ser».
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