Carta de agradecimiento al Colegio Mayor Universitario Santa Cruz la Real de Granada

Educar es promover a la prole el estado perfecto del hombre en cuanto hombre,

esto es, al estado de virtud” (Santo Tomás de Aquino)

En una tarde-noche de temprana primavera, cuando ya los jilgueros dormían en las ramas de los árboles y la luna se asomaba tímidamente entre las estrellas y las nubes del cielo, los regios y católicos pendones, blancos y negros cuan colores dominicos, comenzaron a ondear al compás del viento. El Colegio Mayor Universitario Mixto Santa Cruz la Real celebró su tradicional cena de clausura del curso académico. En esta ocasión, me cupo el honor de haber sido invitado a la misma; sin lugar a dudas, todo un privilegio que esta dominica casa me regaló.

Fue una maravillosa tarde sabatina en la que pude visitar, de la mano del Rvdo. Padre Maestro Fray Antonio Larios Ramos (O.P.), la iglesia de Santa Cruz la Real –vulgo de Stº Domingo y Parroquia de Santa Escolástica‒, que es una verdadera joya barroca. Quiso la Divina Providencia que Ntra. Sra. del Rosario, copatrona de Granada y capitana del Realejo, se encontrara fuera de ese precioso relicario rococó que es su magnífico camarín ubicada sobre unas andas. Tras la celebración de la Santa Misa, que fue presidida por el Padre Larios, la Virgen del Rosario de Plata fue trasladada con toda solemnidad hasta la capilla de las Escuelas del Ave María de la Casa Madre sita en la Cuesta del Chapiz por ser Ella la patrona de las mismas que fueron fundadas por el Padre Manjón.

Durante el ocaso de la tarde, en este precioso enclave, que canta por primavera y recita versos, al trino de los ruiseñores, las rimas del poeta, el son de la Tuna del Distrito Universitario de Granada y el vuelo de los vencejos, los colegiales y colegiales hicieron su aparición en escena y el claustro colegial del antaño convento dominico levantó el telón como si se tratara de las tablas de un teatro lleno, en el cual latían los jóvenes corazones latientes de los colegiales acabando la espera por esta pronta primavera. Entre plato y plato, se pudo disfrutar de una agradable velada, compartiendo mesa en la mejor compañía como es la de unos magníficos amigos en tan bello patio que antaño fuera dominico claustro.

Una vez finalizada la pitanza, tomó la palabra un veterano colegial, que magníficamente hizo el papel de maestro de ceremonias –sin lugar a dudas, le auguro un futuro prometedor como servidor público puesto que su dominio del arte del bien hablar es inconmensurable‒, para ir presentando a los nominados y nominadas a los premios fin de curso y hacer entrega de los mismos. Sin embargo, antes de dar comienzo, el presentador dio lectura a los motivos del porque se me otorgaba la distinción de Colegial de Honor de este Colegio Mayor. A continuación, tomó la palabra el Padre Larios, quien nos habló con su habitual forma y cariñosas palabras agradeciendo así, en nombre del Colegio Mayor Santa Cruz la Real, el legado bibliográfico que en mi testamentaría dejo realizado a la biblioteca colegial de dicha institución.

En su momento, es decir, cuando me tocaba, no tuve ocasión de hacerlo por distintas causas, que ahora no vienen aquí a cuento, pero siempre tendré el anhelo de saber lo que es vivir la vida universitaria dentro de la camisa colegial, abrigando ésta mi pecho, junto al jubón tunantesco. Sé que no puedo volver la cara hacia atrás, ni navegar a contracorriente, ni viajar a través del tiempo. Pero sí reflexionar sobre un viejo anhelo y volver la mirada en el tiempo, que ahora no es más que un sueño pasado, un deseo lanzado al agua, que se hunde en la acequia como una piedra en la balsa; unos versos declamados al viento que tan sólo serán escuchados por los pájaros que alcen su vuelo.

Si mis circunstancias vitales y personales lo hubieran permitido, yo hubiera sido becado como colegial mayor en el, por aquel entonces masculino –a día de hoy mixto−, Colegio Mayor Santa Cruz la Real: el Dominico. Jamás hubiera cambiado la elección de la carrera que estudié, Historia; ni de Facultad, Filosofía y Letras; ni de Universidad, Granada. De igual forma debiera haber vestido el jubón novato de la Tuna del Distrito Universitario hasta que el águila bicéfala varada se hubiera posado en mi corazón convirtiéndome así en veterano tuno universitario.

Tempus fugit”, reza una vieja locución latina, pues a toda persona que me esté leyendo, no permitáis jamás que os pase como le pasó a éste que escribe, es decir, no dejéis de hacer las cosas en su momento, no consintáis que os atrape el tiempo ni seáis reos del astrolabio esférico con manecillas, ni ser presos de los sueños… Ergo, haced de la vida un día a día lleno de felicidad, un “carpe diem” perpetuo, un tiempo que sea compañero y no carcelero, unos sueños que sean meta de futuro y no simples recuerdos. En definitiva, vivid; y que nunca os tengáis que arrepentir de no haberlo hecho.

No quisiera finalizar esta carta sin agradecer pública y sinceramente, de todo corazón, este inconmensurable honor que mis buenos amigos del Colegio Mayor me han regalado puesto su generosidad no conoce límites. ¡Muchísimas gracias! a fray Antonio Larios y a toda la Comunidad Dominica de la Orden de Predicadores que habita en Santa Cruz la Real; al Sr. Director del Colegio Mayor, Juan García Montero; al Sr. Administrador, Isidoro Ibáñez Muñoz; a todo el personal que trabaja en esta Santa Casa y a la notaría de doña Juana Motos Rodríguez, sita en la ciudad de Baza, cuya familia está tan estrechamente ligada a esta institución colegial. Y por supuesto, mi agradecimiento más profundo a todos y cada uno de los colegiales y colegialas que allí residen durante el curso académico universitario.

Por último, sólo me resta animar a todos aquellos estudiantes a que residan en un colegio mayor, es decir, a que su etapa universitaria, que es una de las más bellas que existen en la vida, la pasen como colegiales porque ello les hará vivir la Universidad intensamente. A partir de hoy, mi corazón se tiñe de blanco y negro, que son los colores dominicos, éste se torna honorario colegial y cumple un sueño que antaño no pudo ser. ¡Muchas gracias! y larga vida al Colegio Mayor Universitario Mixto Santa Cruz la Real.

 

 

 

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Juan Antonio Díaz Sánchez 

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