III. ¿ES EL BUDISMO UNA RELIGIÓN?
FILÓSOFO. — Hoy nos toca hablar del aspecto religioso del Budismo y de los principios que configuran su elevada doctrina ético-moral. El Budismo se nos presenta -como han señalado Alan Watts, Suzuki y Erich Fromm, J. F. Revel, S. Pániker y R. Pániker, entre otros muchos expertos- más que como una religión o filosofía, como una “psicoterapia” que propugna la desligación o desvinculación del hombre respecto del mundo empírico, del propio Yo, de cualquier absoluto trascendente y de toda mediación racional. Sobre esto ya hemos reflexionado en sesiones anteriores y nos parece suficientemente debatido. ¿Podría, respetado maestro, exponernos en esta sesión su concepción del budismo como religión?
GURÚ. — Lo primero que quiero decirles es que el Budismo, queridos amigos, no tiene respuesta para todo, ni se presenta como un sistema doctrinal omniexplicativo de todo cuanto existe, como algunas otras religiones (e ideologías). Es más, no es en sentido estricto una religión, ni una doctrina filosófica que resuelva preguntas o interrogantes de ningún tipo. No da razones para vivir, ofrece un camino para superar el dolor, el sinsentido y el sufrimiento de existir. Y nada más.
Reitero, con los expertos antes citados por Vd., que el budismo más que de una religión convencional (curiosa “religión” sería aquella que en vez de “religar” desliga y desvincula al ser humano de todo absoluto divino o fundamento trascendente), se trata de una vía, experiencia o camino espiritual sin dogmas ni revelación alguna, sin dios o dioses, sin más allá. Consiste más bien, creo yo, en una privilegiada experiencia individual y empírica que no se deja institucionalizar, ni someter a ninguna clase de autoridades o jerarquías y, sin embargo, es cierto que poco a poco la veneración a Buda -como ocurrió también en el caso de Lao zi, en el Taoísmo- fue adquiriendo rasgos teísticos.
En el Tíbet, en Sri Lanka, en Birmania, en Laos, en todos los sitios por los que se expandió, podemos encontrar templos en los que se venera a Buda como a un dios. Es también cierto que muchos budistas desprecian esta forma de religiosidad popular que, en su opinión, poco o nada tiene que ver con la enseñanza original de Buda: los textos no justifican esas plegarias.
El budismo, sin embargo, sumamente tolerante y abierto a respetar todo tipo de mentalidades y creencias, no rechaza estas prácticas. “Se reza a Buda, como otros rezan a Krishna o incluso otros a Cristo… Lo que importa es que cada ser progresa hacia el conocimiento y la experiencia del Nirvana. Se va al templo para venerar y hacer una ofrenda a Buda, representado por una estatua, a menudo rodeada de divinidades secundarias” (1).
ANTROPÓLOGO. — Con admirable maestría, nuestro Gurú nos ha mostrado únicamente los aspectos más positivos y encomiables del budismo: una religiosidad modélica, pacífica, tolerante, beneficiosa para el equilibrio anímico y corporal de sus practicantes… Y, sin embargo, existen también en su devenir histórico episodios poco ejemplarizantes, aspectos negativos y, a veces, hasta hostiles frente a otras diferentes creencias o concepciones del mundo.
Me refiero a una serie de conexiones del budismo con movimientos ideológicos oscurantistas, esotéricos e incluso racistas e irracionalistas como el teosofismo o el nazismo y de algunas supercherías y extravagancias asociadas al mismo. Recordemos, por ejemplo, el importante papel que la Sociedad Teosófica (2) desempeñó en el éxito del budismo en Occidente, a finales del siglo XIX. Sus fundadores compartían su fascinación por el budismo con su gusto por el ocultismo y lo paranormal, así como su abierta hostilidad hacia el cristianismo, que sólo tenía parangón con su odio al judaísmo y al semitismo.
Todos sabemos, por otra parte, la utilización que los nazis (3) hicieron de determinados símbolos y doctrinas esotéricas budistas e hinduistas -como la simbología de la swastika (4) o el mito de Agartha, residencia subterránea de los Mahatmas o Superiores desconocidos que rigen a través de sus nuncios la marcha del mundo-,basadas en los trabajos publicados en la revista Ostara por Lanz von Liebensfeld e inspiradas también en las demenciales teorías racistas y pangermanistas de A. Rosenberg (El mito del siglo XX, de 1930) -que seguía la nefasta estela dejada por Joseph Arthur Gobineau (Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, de 1882) y Houston Stewart Chamberlain (Fundamentos del siglo XIX, de1899)- cuya exaltación de lo ario y de lo indoeuropeo favorecieron la gestación ideológica del antisemitismo más fanático y criminal.
En cuanto a las supercherías espirituales y literarias, también las ha habido en el siglo XX. Recordemos el affaire producido como consecuencia de la publicación en Londres, en 1956, del libro de Lobsang Rampa, El tercer ojo. Supuestamente escrito por un lama, este libro ejerció una gran influencia en toda Europa, hasta que se descubrió la verdadera identidad de su autor: no era un lama, era Cyril Hoskin, hijo de un fontanero de Plympton, Devonshire (Inglaterra), nacido el 8 de abril de 1910. Tras el escándalo se refugió en Canadá donde publicaría una veintena de obras esotéricas.
GURÚ. — Siendo cierto todo lo que nos ha expuesto: ¿Conocen Uds. una religión más pacífica, menos fanática, más tolerante y pluralista, más receptiva a la crítica, menos violenta y proselitista que el budismo? ¿Conocen Uds. alguna religión, doctrina o ideología, que carezca de su sombra, de su parte oscura, de una cierta historia de iniquidades? Además, los responsables de esas utilizaciones ideológicas y de esas supercherías no fueron precisamente los budistas o las verdaderas doctrinas budistas, sino quienes fraudulentamente quisieron hacerlas pasar por tales.
FILÓSOFO. — Quiero introducir a continuación el tema de la ética budista, indisociable de su método de liberación. Ya se ha señalado aquí que el budismo presentó desde sus inicios una actitud contraria a la tradición ritualista estricta y rigurosa brahmánica. Sabemos también que el budismo propugnó desde sus inicios la supresión de todas las barreras y desigualdades sociales y de todo tipo entre razas o etnias, castas y pueblos. Su universalismo doctrinal fue aplicado a su ética del amor y la compasión universal (karanîya-metta sutta) por todas las criaturas —que tanto subyugara a Schopenhauer–– basada en la amistad y en la tolerancia (5) (muy cercana, en mi opinión, a la ahimsa: la doctrina de la no violencia del Jainismo, de Vardamana Mahavira, para la cual todas las formas de vida tienen el mismo valor; tanto es así que los adeptos jainistas cubren sus bocas y narices con un velo para impedir que cualquier insecto que pudiera penetrarlas muriese). Me gustaría que profundizáramos en sus principios fundamentales y que tratásemos de llevar a cabo un parangón con la ética cristiana.
TEÓLOGO. — Permitidme que sea yo quien trate de esbozar las líneas fundamentales de ese parangón. Mi experiencia pastoral durante intensos años por Oriente, me permitió conocer de primera mano la ética budista. La doctrina de la compasión (karuna) hacia todos los seres vivos está muy presente en la enseñanza de Buda y fue ampliamente desarrollada por la corriente mahayanista. Tiene cierta analogía con el amor (agápe) que deben los cristianos hacia toda la creación que, según las palabras del Génesis, “es buena”. La diferencia entre ambos conceptos es que para los budistas la compasión parece inseparable de su doctrina de la vacuidad; los budistas sienten compasión por todas las criaturas porque estas ignoran la naturaleza última de las cosas, su nada, su nihilidad, y porque están sometidos al sufrimiento y al mal. En la concepción cristiana es por amor al mundo creado, contingente, relativo, por lo que el Absoluto divino se ha vaciado. Dios se despojó de su grandeza tomando forma humana en el hombre Jesús, para redimirnos y salvarnos (6).
FILÓSOFO. — Pero tengo entendido que la ética de la compasión budista no implica, como el agápe cristiano, la acción activa a favor del prójimo (el socorro, la ayuda por el prójimo y por los necesitados). Por eso mismo el teólogo católico Hans Küng se preguntaba cómo justificar la dignidad y la solidaridad humanas si no admitimos la existencia de un Yo: si mi yo es una simple ilusión, el del otro también lo será… Por otra parte, esa doctrina de la compasión universal se compadece poco con el estatus de la mujer en el budismo hasta hace bien poco (7).
GURÚ. — Les aseguro que, a pesar de sus diferentes justificaciones filosófico-teológicas, la karuna budista no se desentiende de los más necesitados. Lo que Uds. entienden por caridad es una de las perfecciones que, según la moral budista, todo fiel debe procurar alcanzar y practicar. El budismo Mahayana plantea, en efecto, la posibilidad de estar a la vez liberados del mundo y comprometidos con él, esto es: alcanzar la sabiduría (prajna) pero regresando al juego sucio de la vida (samsara) bajo el empuje de una compasión activa (karuna). La figura del bodhisattva, que por compasión renuncia a vivir la liberación final para acudir en ayuda de los otros y, en consecuencia, compromete su vida en la liberación de la humanidad, sería un buen ejemplo de ello. Y por lo que se refiere a su última afirmación, yo les pregunto: ¿Conocen alguna religión en la que la mujer no esté o haya estado marginada, obliterada? ¿Saben de alguna doctrina religiosa que no esté marcada por el Patriarcado o por el Kiriarcado desde sus mismos orígenes?
TEÓLOGO. — En efecto, hemos de reconocer que -pese a sus grandes diferencias doctrinales- existen muchas similitudes entre la doctrina de Buda y la de Jesús (8). Y aunque, como afirmaba Octavio Paz, “el encuentro entre cristianismo y budismo no se produjo por el Islam interpuesto” (9), lo cierto es que existen numerosos puntos de contacto entre el cristianismo y la mística oriental tanto hinduista como budista: “Haced el bien sin esperanza de remuneración.”, decía Jesús. Podemos encontrar pasajes parecidos tanto en la Bhagavad Gita (o Bhagavadgita) como en los escritos budistas. También es homologable el precepto cristiano de negarse a uno mismo con el concepto budista de vaciarse de sí mismo (10).
Comparten también una serie de temas míticos: el retiro de Jesús en el desierto practicando el ayuno y la soledad antes de iniciar su misión, es paralelo a los años de ascetismo que Buda dedicó a la búsqueda de su camino de la Vía media. Ambos pronunciaron un Sermón inaugural, kerigmático, de su misión: el Sermón de la montaña (Jesús) o el Sermón de Benarés (Siddartha Gautama); los dos eligieron un camino de término medio entre el ascetismo riguroso y la vida de placeres y tuvieron discípulos. Ambos, en fin, predicaron su enseñanza antirritualista con un lenguaje sencillo, directo, eficaz en parábolas y relatos accesibles a todos sus oyentes.
Hay en los Evangelios, como escribe S. Pániker, “un Jesús místico, antiviolento, compasivo que dice: ‘No juzguéis y no seréis juzgados’, que enseña que no hay que preocuparse por el día de mañana, el que no condena a la mujer adúltera, el de las bienaventuranzas, el que sufre con sus semejantes, el anticlerical, libre frente a la institución religiosa, que sustituye el temor por el amor, solidario, etc.” (11).
Jesús, hizo del Amor (agápe), el primer mandamiento de su doctrina moral. Alguien dijo por eso mismo que la diferencia entre Jesús y los fariseos estaba en que Jesús enfatizó la caridad por encima de la santidad. Jesús, para los partidarios de un cristianismo búdico, se nos presentaría como un ejemplo cabal de bodhisattva (12).
GURÚ. — Está muy bien elevarse a los principios generales de la Ética budista, pero no debemos olvidar que el budismo es una praxis, una experiencia empírica: la moral, es algo esencial en la vida de un iniciado. En lo que se refiere a la moral búdica (sila), hemos de decir que se basa en diez prescripciones fundamentales. Las cinco primeras conciernen a todos: respeto a la vida, a la propiedad, rechazo de la sexualidad desordenada, respeto de la verdad y abstinencia de bebidas embriagadoras; las cinco suplementarias, destinadas exclusivamente a los monjes.
El ideal búdico de perfección moral está personificado —como antes hemos indicado— por la figura del bodhisattva que debe alcanzar diez perfecciones (paramita): caridad, moralidad, paciencia, energía, meditación y sabiduría, más el método (los votos) y la resolución (conocimiento de todos los dharmas) (13).
ANTROPÓLOGO. — Una vez analizada la ética y la moral budista me gustaría que nos informase sobre las relaciones entre el budismo y la política.
GURÚ. — Lo que puedo decirle al respecto es que en el aspecto político el budismo fue más pasivo, evasivo y abstencionista que el hinduismo y favoreció por ello el fortalecimiento del poder monárquico y aristocrático-principesco tradicionales, al relegar a un segundo plano el sacerdocio brahmánico. Su universalismo ético desembocó, coherentemente, en un universalismo político de signo monárquico.
Superados los antagonismos étnicos y de casta y afirmada la existencia de una vía común de salvación humana, muy pronto postulará una comunidad humana general regida por un monarca sabio y esclarecido.
ANTROPÓLOGO. — Por lo que nos ha dicho, se trató de un proceso ideológico parecido al que se producirá siglos más tarde en la Antigüedad grecorromana bajo la influencia del Estoicismo, con su ideal de “Civitas Maxima” gobernada por un sabio coronado (el emperador Marco Aurelio, II d. C.).
GURÚ. — Sí, es muy acertado ese paralelismo. De hecho, este proceso hacia el universalismo político, desembocó en el reinado de Asoka, gran emperador del siglo III a. de C., converso al budismo desde el brahmanismo y autor de los Edictos de la ley Sagrada, que convirtió al Budismo en una efímera religión del Estado. Rey pacífico, ilustrado, antítesis del déspota oriental, renunció a cualquier conquista militar tras haber comprendido el horror que comportaba, aplicando el principio de no violencia, amor, igualdad y tolerancia para todas las condiciones sociales y para todas las creencias religiosas sin distinción.
Sin embargo, el budismo no logró desplazar al brahmanismo de sus posiciones hegemónicas en la sociedad y en la política. Expulsado de la India (14) (excepto de Ceilán) por la invasión islámica en los siglos X y XI, ya se había irradiado por el Sureste de Asia, tanto por su parte septentrional como meridional.
FILÓSOFO. — ¿Podría indicarnos las corrientes o variedades fundamentales del Budismo? Pues sabemos que es un fenómeno complejo y plural…
GURÚ. — Con mucho gusto. Nuestra doctrina, partiendo de la India, se ramificó en tres direcciones fundamentales:
1ª) El budismo Hinayana o Théravâda, Pequeño Vehículo: el más antiguo y estricto de todos. Profesa un budismo canónico, practicado en los Sangha (comunidades monásticas), que propugna un radical abstencionismo político y que proclama un estricto ritualismo monástico y la salvación para unos pocos. Procedente de Sri Lanka se extendió por la parte meridional de Asia. Es hoy predominante en los países del Sudeste asiático: Birmania, Tailandia, Laos, Siam.
2º) El budismo Mahayana, Gran Vehículo, más abierto a la mayoría, menos estricto y ritualista, menos ascético y puritano. El Dharma, ley o doctrina, se amplía en esta variante a amplias clases sociales. Se extendió por la parte Septentrional del continente, por China, Corea, Vietnam y sobre todo por el Japón (donde predominan diversas escuelas y variantes budsitas: Zen (15), Nechiren y Shoshu).
3º) El budismo Vajrâyana, Vehículo de Diamante, en Nepal, en el Tíbet y representado hoy por los centros tibetanos y lamaístas.
Estas dos últimas escuelas o variantes son las que más se han difundido por Europa.
BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS
1) Shafique Keshavjee, El Rey, el Sabio y el Bufón. El Gran Torneo de las religiones, Destino, Barcelona, 2001.
2) Entre aquellos primeros teósofos, la historia conserva el nombre del coronel Henry Steel Olcoot y el de Helena Blavatsky, una mujer de origen ruso nacida en 1831 y autora de La llave de la filosofía (1889).
3) Aleccionados por la protonazi Sociedad de Thule del barón Rudolf von Sebottendorf y de Dietrich Eckarty por el Instituto Ahnenerbe, que las SS manejaron desde 1938.Para los vínculos entre el esoterismo nazi y el budismo véanse la obra de René Guenón, Le Roi du Monde, 8ª ed. París, 1958 y las dos magníficas novelas del escritor argentino Abel Posse, El viajero de Agartha (Plaza y Janés, Barcelona, 1989) y Los Demonios ocultos (Plaza y Janés, Barcelona 1988). Sobre el ocultismo nazi en general: Jean Robin, Hitler, el elegido del dragón. El Renacimiento del esoterismo nazi, Martínez Roca, Barcelona, 1991 y Louis Pauwels y Jacques Bergier, Le Matin des Magiciens, París, 1960, pp. 282 y ss.
4) La cruz gamada penetró en el centro de la simbología nazi, como emblema sacro de la raza ario-heroica, a través de la lectura que Hitler hiciese de los escritos de Alfred Schuler, miembro del círculo poético de Stefan George y de Guido von List (Die Religión der Ariogermanen in ihrer Esoteri und Exoterik, 1908), cf. Wilfref Daim: Der Mann, der Hitler die Ideen gab, Múnich, 1958, pp. 70 y ss.
5) Según la cual todo ser vivo, grande o pequeño, maravilloso o vulgar, merece la protección amorosa, la cuidadosa piedad.
6) Cf. Shafique Keshavjee, El Rey, el Sabio y el Bufón, op. cit., p. 86. El cristianismo es soteriológico, mesiánico-salvífico, y no una doctrina de liberación como las doctrinas religiosas Indias.
7) Véase Rita M. Gross, El Budismo después del patriarcado. Historia, análisis y reconstrucción feminista del budismo, Trotta, Barcelona, 2005.
8) Algunos llegan al extremo de acercar exageradamente las figuras de Jesús y Buda, como aquel historiador del XIX, miembro del Colegio de Francia, Edgar Quinet, que llegó a designar a Buda como “este gran Cristo del vacío”. Nietzsche, por su parte, vinculará cristianismo y budismo como religiones nihilistas: reactiva la primera -religión semita, que dice no a la vida- nacida de las clases dominadas, y pasiva la segunda -religión aria que dice no a la vida- desarrollada bajo las clases dominantes védicas.
9) Octavio Paz, Lévy-Strauss o el nuevo festín de Esopo, Seix Barral, Barcelona 1993.
10) Salvador Pániker, Cuaderno Amarillo, op. cit., pp. 32-34. Por otra parte: es un hecho fácilmente constatable que todos los místicos se ejercitan en el desprendimiento, en la superación del yo y del egoísmo (cf. Erich Fromm, ¿Tener o ser?, Fondo de Cultura Económica, México, 1978).
11) Ibid.., p. 34.
12) Ibid., p. 62.
13) De la “Plataforma interreligiosa de Ginebra” (en El Rey, el Sabio y el Bufón, op. cit.).
14) En la India actual apenas hay un 0’7% de budistas.
15) En el siglo XIII dos monjes japoneses Eisa y Dogen aprenden el Budismo más el Tao y crean el Budismo zen (no-mente); escuelas Rinzai, y Soto.
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