Recuerdos Gregorio Martín García:« ¡Pa’ gasolina la leña! La época del gasógeno, 3/3»

No duró mucho el uso de los gasógenos. La escasez de petróleos comenzó a ceder y el mercado de hidrocarburos en España normalizo, no obstante, seguían usándolo y hasta vehículos oficiales.

He aquí un día que un coche del PMM (Parque Móvil Ministerial) en ocasión de hacer gestiones en el ayuntamiento aparcó en la plaza del pueblo, y esta vez su conductor no era áspero ni grosero con los que querían ver muy de cerca su coche, todo lo contrario, era amable, muy educado y condescendiente y dirigiéndose a los niños muy cortés les rogó si podrían aportarle una poca de leña en tacos, para su gasógeno que sin combustible ni leña había llegado. Los requeridos fueron rápidos, todos partieron corriendo hacia distintos lados del pueblo, media hora no había pasado y el conductor del Parque Móvil tenía ante sí dos sacos, más de medios, de tacos y una gran caja de cartón llena de ellos. contento pusieron al conductor que, escogió buena cantidad de palos que puso en un cajón del pequeño remolque en que el gasógeno iba instalado, los sobrantes los reunió en un pequeño montón en el tronco del árbol de la plaza.

El conductor, hecho su avío terminó el acuerdo y a su coche volvía a no arrimarse nadie a menos de dos o tres metros. “Es que la mona, aunque se vista de seda…”

También el transporte de almagra de las minas cercanas se siguió, un tiempo más, usando gasógeno, porque, aunque circulaban más lentos tenían tiempo suficiente para dar los dos o tres viajes que hacían cada día, a la sazón por tres camiones que perfectamente conocíamos los del pueblo. Además del “Cajetilla de Mistos” había otros dos camiones algo más grandes que aquel y a los que conocíamos por “Los Diez Rueas”. -Ese era el número de neumáticos que tenía-.

El petróleo seguía escaseando, la entrada en el mercado de éste trajo consigo un montón de suspicacias propias del mercado económico que se creó. Se estraperleaba y origina una serie de mercadeos que nada bueno aporta a la exigua economía nacional. Además de su dedicación de tiempo que conllevaba su mantenimiento. No era fácil poner en marcha un vehículo con gasógeno. Su preparación exige más de 90 minutos antes de salir. Aunque el arranque solían hacerlo con gasolina, pasando a continuación al funcionamiento con los gases del gasógeno que alimentaban con muchos y distintos materiales como cáscara de avellanas o de almendras, y con otros menos eficientes como leña, carbón, papel…la potencia resultante era muy escasa generalmente un tercio de la potencia conseguida en circunstancias normales con gasolina, lo que se notaba en las cuestas debiendo incluso, en los autobuses, hacer bajar a los viajeros.

En un recorrido de 100 kilómetros un coche debía llevar en la baca hasta tres sacos de carbón, a falta de esto, muchas veces ocurría, que habían de bajar a rebuscar leña en los alrededores de la carretera y tenían que alimentar la caldera cada 25 o 30 Km. Había tal picaresca que algunos que podían costearse la gasolina de estraperlo simulaban su uso con un gasógeno que humeaba.

En los tiempos presentes que todo, casi, se nos viene dado no es bien asimilado las circunstancias de antaño no es creíble la brega a que se había de someter nuestro tiempo, nuestro trabajo. No obstante, la carestía de los carburantes a fecha de hoy ha puesto a pensar y cavilar a más de un emprendedor en volver al gasógeno, indudablemente más modernizado y de prestaciones más técnicas y, a punto estuvo alguno de ellos de lanzarse a tal empresa.

Lo irónico y curioso de este aparato, es que, a pesar de necesitar combustibles fósiles como madera para funcionar, al utilizarse el gas como alimento del motor de combustión, los gases contaminantes que emite el vehículo son menores que los de un vehículo de gasolina convencional. ¡Vaya un hurra para el gasógeno!

Así, adquiridos estos conocimientos inherentes al gasógeno, nuestro gran amigo y autodidacta, mecánico de mecánicos y técnico en madera, hierro, aceros y todas clases de cables eléctricos, conocedor de secretos por él imaginados, el siempre famoso Don Juan Manuel García Romero, por todos admirado y conocido como el gran “Chivirritor” A punto estuvo de construir y poner en marcha un gasógeno, que, decía, emplearía como motor de la maquinaria del taller de su padre que después heredaría.

Y quien esto dice: Era la primavera de su edad, allá por los últimos años cuarenta y primeros de los cincuenta, le oyó contar y mostrar una especie de proyecto por él ideado y, ahora que pienso, el único obstáculo para que desarrollara su idea fue su padre que por falta de liquidez monetaria y falta de confianza en su primogénito no aceptó tal reto y nos quedamos sin saber si Juan Manuel habría logrado poner en marcha aquella máquina aquel gasógeno que movería todas las máquinas de su taller. Con lo que él había soñado.

Yo pienso que sí. ¡Seguro!

Granada, febrero de 2024

[Final]

 

 

 

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Gregorio Martín  García

(Benalúa de las Villas, 19/02/1945-

Atarfe, 15/04/2024)

Autor del libro ‘El amanecer con humo’

Gregorio Martín García

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