Hace tiempo que no dedico una línea a una de mis mayores inquietudes u objetivos como docente: el fomento de la lectura. Aprovecho la ocasión para centrarme en este tema, siendo muchas las ventajas que se derivan de saborear un buen texto.
Independientemente del formato elegido (el tradicional papel u optar por el digital), cierto es que debemos poner en práctica todas las herramientas y técnicas que contribuyan a lograr nuestro cometido. La lectura es fundamental como base de cualquier aprendizaje, siendo necesario el diagnóstico previo antes de plantear cualquier tipo de actuación. Desde mi humilde punto de vista, resulta muy positivo propiciar conversaciones en torno a un título trabajado en el aula. De la misma forma, diseñar estrategias de comprensión, así como de mejora de la fluidez, es una tarea que hemos de incluir en nuestras líneas de trabajo.
“La participación en las actividades que se organicen dentro y fuera del aula (involucrar al alumnado en el proceso de enseñanza-aprendizaje), debe convertirse en nuestro punto de partida” |
Por otro lado, no debemos crear un listado demasiado restrictivo o listado de títulos que se convierta en un “coto”. A mi juicio, la variedad permite la libertad a la hora de elegir (en base a los gustos del lector), llevando consigo siempre considerables beneficios (todo lo contrario si optamos por la lectura impuesta, guiándonos por la imposición o la tendencia hacia los clásicos). No olvidemos nunca que el docente es una figura clave para el desarrollo de nuestros chicos. Somos referentes para ellos (pasan numerosas horas con nosotros), por lo que hemos de generar confianza. La participación en las actividades que se organicen dentro y fuera del aula (involucrar al alumnado en el proceso de enseñanza-aprendizaje), debe convertirse en nuestro punto de partida.
Alimentemos las esperanzas o metas del alumnado, usando diversas estrategias para el fomento de un tesoro con enormes beneficios. No olvidemos nunca contar con las familias, informándoles de los pequeños o grandes avances de sus hijos (también de sus retrocesos), instándoles siempre a confiar en sus potencialidades, pues cada alumno tiene unas habilidades o aspectos que le convierten en alguien especial.
Siento discrepar de quienes no creen en el refuerzo positivo, si bien yo me siento un adepto más o partidario del estímulo en pro de la mejora. Creo en los refuerzos coherentes y justos, siempre acordes a la conducta mostrada por el alumno. No he usado ni usaré nunca la reprobación pública y sí la charla individualizada con el alumno. No olvidemos nunca que dañar la autoestima o seguridad de otros es un procedimiento inapropiado que lejos de surtir efecto, puede llevarnos al fracaso más absoluto.
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Rafael Bailón Ruiz |
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