Isidro García Cigüenza: «Cómo fabricar luz… en la Pedagogía Andariega»

Burra: Se me está ocurriendo, señor arriero, que en vez de llamar a su Pedagogía “andariega”, debería decir “trashumante”. Y eso porque el ideal de todo guía y pastor ha de estar siempre en hacerlo hacia los mejores “pastos”. Y, aunque crea usted lo contrario, me refiero ahora a aquellos “pastos” con que alimentar en sus alumnos en ese afán por aprender y valerse por sí mismos…

Arriero: ¡Já! Te estás volviendo un tanto humana, Molinera. ¡Mira que te gusta la retórica! Qué más da “andariega”, “andante”, “caminera” o “trashumante”… Lo que nos debe preocupar es dar con “el conque” de lo que debemos enseñar y “la metodología” para llevarlo a cabo.

B: Creía que esas cuestiones las tenía usted muy claras… Por lo que le tengo oído y en lo que respecta “al qué enseñar” se trataría de dar satisfacción a las necesidades básicas de los niños y jóvenes con los que trabaja: alimentación, cobijo, comunicación, afecto…; y en lo relativo a la metodología: aprovechar los recursos del entorno para, ayudados por el conocimiento que la gente tiene en sus distintos oficios, llegar a ser autosuficientes…

A: ¡Lo has bordado Molinera! Precisamente hoy vamos a realizar una labor preciosa en torno a una necesidad que tú no has citado, pero que nos resulta a nosotros del todo imprescindible…

B: ¿Y es…?

A: ¡La necesidad energética! Se trata de aprender a dar satisfacción con nuestros propios recursos de esa necesidad de la que somos cada vez más dependientes y que al día de hoy controlan un monopolio de grandes Compañías eléctricas. Compañías que, con la debida aquiescencia de la autoridad, se coordinan entre sí a las mil maravillas en lo que respecta a la producción, distribución y el precio abusivo que marcan a la energía que consumimos.

B: Lo que en “román paladino” significa, ni más ni menos, que os tienen “cogidos por los cojones”…

A: ¡Un poquito de por favor…., Molinera! De eso se trata, efectivamente: de enseñar a nuestros alumnos el proceso que conlleva la producción de la energía eléctrica para, llegado el caso, autoabastecernos por nosotros mismos.

B: ¿Quiere usted que vuelvan aquellos generadores que se movían a base de carbón de madera?

A: No. No es precisamente hacia a esa fuente de energía donde dirigirnos. Cerca de aquí disponemos de otra mucho más económica, potente y respetuosa con el medio ambiente.

B: ¿Y es…?

A: ¡La energía hidráulica! Sin ir más lejos, en el cauce del río que pasa por nuestro pueblo, el Guadiaro, disponemos de hasta tres centrales que aprovechan la fuerza de su agua al caer desde determinada altura, proporcionando así una energía potencial que, a poco que pasa por el rotor, la turbina y el alternador se transforma en eléctrica .

B: ¿Quiere usted montar con los niños una central eléctrica con lo complejo y peligroso que debe resultar?

A: Eso se lo dejamos a los profesionales. Nosotros nos vamos a limitar ¡que no es poco! a que los niños conozcan las posibilidades de este recurso tan a la mano; que visiten la presa donde se desvía el agua de su cauce para lograr que gane altura; que dibujen y sepan lo importante del régimen de lluvias y el caudal del rio; que visiten la fábrica “Buitreras” tan cercana y accesible; que hablen con los trabajadores de la misma y escuchen sus explicaciones; que hagan croquis, amplíen su información y, viendo con sus propios ojos los transformadores y postes de la luz, comprueben por sí mismos que aquí, en nuestra zona, tenemos un claro ejemplo de producción energética.

B: Lo veo venir….¡Y a continuación que fabriquen ellos mismo maquetas con adobes, simulando una Central en toda regla…!

A: “¡Et ille qua!¡Sí, señora burra…! Y que con los aparatos de que disponemos en el laboratorio simular una presa, una conducción, una cámara de carga y unas turbinas que, sin llegar a ser del tipo de Kaplan o Francis (que son las que aquí se usan), puedan inducir una corriente suficiente como para que se ilumine una bombillita sin peligro ninguno. Una bombillita que ilumine, de paso, su cerebro, su creatividad y su imaginación.

B: ¡Y colorín colorado, este maravilloso cuento de la Pedagogía Trashumante… que construye el pensamiento de los niños caminando, a partir de los recursos del entorno y la aportación generosa de la sociedad en la que viven (fábricas, talleres, laboratorios, instituciones etc., etc.,)… se ha acabado…!

A: ¿Trashumante? ¡Vaya con la burra…!¡Lo que se te ocurre con tal de llevarte el agua a tu molino!

Nota: Ponemos a disposición del interesado el documento donde se explica detalladamente la experiencia. E-mail: arreburrita@gmail.com

 

Isidro García Cigüenza

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EN CAPÍTULOS ANTERIORES

Capítulo 1«Pedagogía caminera. Mi mejor maestra: una burra andariega»

Capítulo 2«Aprendemos caminando… del ronzal de mi burrita Molinera»

Capítulo 3«Por unas Matemáticas andariegas. Diálogo entre el arriero y su burra»

Capítulo 4: «A vueltas con las “Matracas”. Diálogos de un arriero con su burra»

Capítulo 5: «Clase de Lengua. Cervantes: ‘Persona Non grata’. Diálogos de un arriero con su burra»

Capítulo 6: «La clase de Música en la Pedagogía Itinerante»

Capítulo 7: «Los olores… en la Pedagogía Andariega»

Capítulo 8: «La asignatura de Valores Sociales y Cívicos en la Pedagogía Andariega»

Capítulo 9: Los Poetas Modernistas en la Pedagogía Andariega

Capítulo 10: Las maquetas de adobe en la Pedagogía Andariega

Capítulo 11: La asignatura de Química en la Pedagogía Andariega

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Isidro García Cigüenza

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