Alumna: Señor Isidro, me gustaría saber de primera mano cómo serían el niño o joven ideales a que aspira su Pedagogía Andariega.
Maestro: Tengo que reconocer, muchacha, que la porfía a la que me retas es perspicaz y pretenciosa. Y ello porque, presionados en el mundo actual a obtener resultados inmediatos, nosotros los andariegos no nos planteamos la Educación como un objetivo empresarial que ha de prepararse para desfilar con éxito por la pasarela pedagógica establecida (ese pasillo estrecho y algo elevado, plagado de luces, cámaras y público versado, y destinado al desfile de modelos anodinos).
Alumna: ¿Me quiere usted decir con ello que no tiene pretensiones ni deseos de que, al menos, los niños con los que usted trabaja sean cuando menos felices?
Maestro: Ya veo que no va a ser fácil eludir tu pregunta. Vale. Acepto el reto. Pero para ello y con el fin de que mis “pretensiones” como tú dices no resulten excesivamente alejadas del contexto actual en el que se mueve la Pedagogía Moderna, te voy a requerir que, puesto que estás versada en ello, me expongas tú primero las expectativas de los pedagogos y responsables políticos de nuestro país con respecto a los sistemas educativos que pretenden instaurar.
Alumna: Si le soy sincera y por lo que he estudiado, hoy en día las corrientes de pensamiento pedagógico europeo no dependen ya de pensadores premonitorios, movimientos pedagógicos o idearios políticos específicos de un país. Se diría que tanto la música didáctica que se pretende interpretar, como la orquestación, la letra y los arreglos, se ejecutan a partir de lo que dictan los organismos internacionales. Así, fue la Unesco en su Informe titulado “Aprender a ser” (1972) quien comenzó a abrir camino. A continuación surgió la iniciativa titulada “La educación del futuro”, (un nuevo Informe de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI –Unesco). Les siguió “Replantear la educación. ¿Hacia un bien común mundial?” (Unesco). Como consecuencia de todo ello, han sido numerosos los países los que, en sus respectivas legislaciones, han dado por bueno los principios establecidos en esos informes. Más recientemente la Organización Mundial de la Salud ha editado su Guía Internacional para la Educación. En esta Guía se pone el acento en el desarrollo de las denominadas “Habilidades para la vida”. Habilidades que afectarían a todos los niveles educativos y que, de hecho, están siendo asumidas por gobernantes y pedagogos del mundo occidental.
Maestro: ¡Qué maravilla, charlar con alguien tan puesta en el devenir de la Pedagogía en vigor! Eres toda una Enciclopedia andante…. Pero, aclárame qué se entiende y cuáles son esas “Habilidades para la vida” de la que hablan. De entrada, la palabra “Habilidad”, (gracia y destreza e ejecutar algo que sirve de adorno a la persona) más que un fin educativo en sí mismo, se debe referir a todo un cúmulo de destrezas, técnicas, competencias, pericias o componendas para quedar bien en sociedad… Me da la impresión de que se está sustituyendo la Filosofía de la Educación por el Glamour de la Educación.
Alumna: Conociendo su sarcasmo, señor Isidro, mucho me temo que lo que usted pretende es tirarme de la lengua para, a la postre y como conclusión, poner en ridículo las nuevas tendencias Pedagógicas. Y todo en aras de hacer resaltar la excelencia y exclusividad de su Pedagogía Andariega…
Maestro: No te falta razón, aventajada amiga…, que no en vano el sistema didáctico que sigo contigo no es otro que el ideado por Sócrates consistente en su famosa “Mayéutica”: un procedimiento por el que dialogando ambos, extraigamos una conclusión común. El valorar y enjuiciar nuestra Andariega, lo dejo a tu exclusivo criterio. Pero prosigamos… Cuéntame, siquiera sucintamente, las principales Habilidades de las que se trata….
Alumna: Resulta evidente que la sociedad no está contenta con los resultados obtenidos (y ello a pesar de los millones… y millones… y millones de euros invertidos en ello) por el alumnado durante tantísimos años de permanencia en el Sistema. Por eso, y ante un mundo como el actual en constante cambio, marcado además por los aportes de la tecnología, la globalización, la incertidumbre económica y la inestabilidad laboral… los organismos internacionales han optado por favorecer un cúmulo de habilidades adaptativas. Así: preparar a los alumnos para la toma de decisiones, la resolución de problemas, el pensamiento creativo, el pensamiento crítico, la comunicación eficaz, las habilidades interpersonales, la autoconciencia, la empatía, la gestión de las emociones, la gestión del estrés, etc., etc.
Maestro: Si no te importa te agradecería un esfuerzo más y que prosiguieras exhaustivamente todo ese listado de… ¿Habilidades para la vida, decías?
Alumna: Lo haré, señor Isidro, con la condición de que no continúe usted con ese asomo de sarcasmo que deja traslucir continuamente…
Maestro: Perdón, perdón… Ahora en serio. Continúa, por favor…
Alumna: Desde luego el listado no ha dejado de crecer de entonces a esta parte. Así, también se habla de optimismo, actitud positiva, escucha activa, trabajo en equipo, creación de redes de contactos, del profesionalismo, de la resilencia, la flexibilidad y adaptabilidad, la iniciativa y autonomía, las habilidades sociales y transculturales, la habilidad para hablar en público, la productividad, la asertividad, la toma de decisiones, la autoconfianza, la gestión del tiempo, la innovación, las habilidades de negociación o la gestión de conflictos. Eso, sin hablar de los valores morales en boga: honestidad, lealtad, perseverancia, coraje, integridad, curiosidad, persistencia, amabilidad, equidad, humildad, compasión y sabiduría.
Maestro: Me asombra que no se hable de contenidos, currículo, materias, programaciones, evaluaciones…, cuando esa es la realidad (y la pesadilla) cotidiana de las aulas. Tampoco de la cualificación profesional y de ese maremágnum de titulaciones que no acaban nunca y que obliga a, una vez finalizada la formación de grado, seguir obteniendo diplomas y más diplomas que, a la postre, no ofrecen ninguna garantía para acceder al mercado de trabajo.
Alumna: Precisamente es de lo que se trata: de favorecer las habilidades que hagan al alumno más competitivo en lo relativo a la obtención de empleo, aparte de tratarse habilidades esenciales para la vida. Una vida personal y una vida social y familiar satisfactorias; hacer un buen trabajo, procurar la estabilidad económica y contribuir a la vida y a la sociedad con lo mejor que cada uno pueda ofrecer.
Maestro: ¡Ja, ja , ja…!
Alumna: ¿De qué se ríe usted?
Maestro: No me río de tu exposición, muchacha, que valoro y admiro. Me río imaginando la cara de incredulidad que pondrían los filósofos antiguos, tan preocupados por la finalidad de la Educación: “La esencia del ser” y “Del deber ser”. De Aristóteles, por ejemplo, de San Agustín, de todos los escolásticos medievales, de Descartes, Hobbes, Locke, Spinoza, Rousseau o del mismísimo Kant. Aquel Immanuel Kant (fíjate qué diferencia de visión con respecto a la actual) que, ya a mediados del siglo XVIII, predijo que “no era verdadera educación la adaptación del niño a las condiciones “de hecho”, que es con lo que generalmente se contentan los padres; ni mucho menos, el adiestramiento para convertirlos en buenos ciudadanos como instrumentos de sus designios, que es lo único que interesa a políticos y empresarios…” En fin, me río por no llorar. Porque, desde luego, se trata de entender la Educación como el compendio de toda una amalgama de cualidades maquiavélicas, aptas únicamente para una sesión de pasarela. Una pasarela donde exhibir las galanuras de los diseñadores pedagógicos; las últimas tendencias didácticas o las metodologías de moda. Y todo a costa de unas modelos, de unos modelos (los niños y jóvenes) constreñidos e ignorados, pero, eso sí, resueltos y guapos, capaces de vender bien lo que otros les han colocado encima. Virtudes y trabajo escolar que, sin duda, se asemeja su perfil con el de un robot diseñado para la ocasión. Un robot: “Ad hoc querying, ad hoc reporting”, que diría un programador informático.
Alumna: Me parece que comienza usted a adolecer del mal de la ancianidad, señor Isidro…
Maestro: ¿Y que es…?
Alumna : Dudar de la bondad de las invenciones modernas e idealizar el pasado. Lo que se convierte aquí en ironizar sobre lo que está vigente y tiene visos de futuro…
Maestro: No creas que por viejo dejo de estar al día en la Innovación Digital que tanto revalorizáis los jóvenes… Sin ir más lejos y a propósito de esas “Habilidades” de las que hablábamos, te diré que la multinacional “Iberdrola” (una de las que nos tienen acogotados con sus abusivos e indiscriminados precios de la luz), al igual que el Banco La Caixa, (que pretende con su “buenismo” monopolizar la Innovación de la enseñanza en nuestro país), han comenzado a lanzar propuestas de cara a generar ese alumnado ideal que le sirva para sus abstrusos fines empresariales. Copio textualmente de uno de los panfletos que publican en los medios a cerca de las “Habilidades laborales que presumen van a ser más solicitadas del siglo XXI : Resolución de problemas complejos , Pensamiento crítico, Iniciativa (proactividad y propuesta de nuevas ideas), Creatividad, Trabajo en equipo, Respeto mutuo, Capacidad de negociación, Adaptabilidad, Flexibilidad cognitiva (adaptar nuestros conocimientos a cada nueva situación), Toma de decisiones, Inteligencia emocional…” ¿Tienen algo que ver estas propuestas, netamente interesadas, con las inocentes y bienhadadas que tú presentabas anteriormente?
Alumna: Desde luego que si no son las mismas, son sospechosamente semejantes… ¿Y qué alternativa, si puede saberse y de cara al futuro, ofrece usted señor Isidro con su Pedagogía Andariega?
Maestro: La iremos desgranando ambos conjuntamente en sucesivos paseos, si así lo deseas. Sin embargo y como botón de muestra, te adelantaré que mi alternativa pasa invariablemente por algo tan simple y radicalmente revolucionario como lo que tú y yo estamos haciendo ahora mismo: caminar y dialogar… ¡Caminar… y no precisamente por una pasarela!
Isidro García Cigüenza
Blog personal ARRE BURRITA