El azul se desdibuja
como la nieve en el agua
cuando las tardes sedientas
liban el fulgor de Málaga.
Málaga, plena de luz,
ciega luz enajenada,
luz ausente, luz tangible,
luz sembradora de calma,
luz soberbia, luz agónica,
luz sumisa o despiadada,
luz que atormenta, que inmola,
luz que sosiega y remansa.
…
Entre las pitas carnosas
y cipreses afilados,
entre flores de arrayán
y hojas verdes del acanto,
tiara de la catedral
sobre el regio Gibralfaro
se ensimisma la alcazaba
en nostalgias del pasado.
La alcazaba hammudí,
mitad castillo y palacio,
reflejada en la epidermis
añil del Mediterráneo;
las adelfas y la yedra,
los rosales y geranios
irisan los arriates
y los jardines surcados
por los canales y albercas
en arabescos trenzados.
…
La de las Atarazanas
es la jaspeada puerta
que en los tiempos de Yusuf
con mimo se construyera;
en el arco de herradura
que luce blancas dovelas,
“sólo Alá es victorioso”,
una inscripción asevera.
…
Fosilizado en el monte,
próximo a la Alcazabilla,
yace el teatro Romano
en muda escenografía.
Muy cerca, la catedral,
con cariño, “la Manquita”,
levantada piedra a piedra
sobre una antigua mezquita;
renacimiento y barroco
se amalgaman y combinan
en serena arquitectura
y en delicada armonía;
la portada del Sagrario
es gótico-isabelina
y el retablo de la iglesia,
una joya manierista.
Salomón Ibn Gabirol,
de la Málaga judía,
nos legó sus enseñanzas
plenas de sabiduría
que dejaron un acervo
de excelsa filosofía.
Plaza de la Merced,
espejo de fantasías,
que vio jugar a Picasso
cuando de niño corría
bajo bellas jacarandas
de violetas florecillas
y zureos de palomas
desde las claras del día.
En la plaza del obispo,
concurrencia de turistas
buscando sombras fugaces
ahormadas en las esquinas
y atónitos por la luz
fulgente de Andalucía.
El calmoso callejeo
por el Pasaje Chinitas
y otras calles colindantes
de la Málaga antigua
es bucear en el alma
de esta ciudad genuina.
Málaga, impulso de luz,
terca luz desparramada,
luz solemne, poderosa,
múltiple luz entusiasta,
luz voluble, tornadiza,
luz que diluvia y empapa,
luz absorta, incomprensible,
luz castiza y legendaria,
luz ardiente, lujuriosa,
luz que asorda y que desgarra
entre el aroma a jazmín
enclaustrado en las biznagas.
Coda:
Boqueroncitos de plata
por la Cala pescará
el Cenachero de Málaga;
se acuna el viento en el mar,
olas de limón y escarcha
dudan si vienen o van.
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Profesor jubilado y escritor, autor de
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Comentarios
4 respuestas a «Juan José Gallego Tribaldos: «Málaga»»
Qué riqueza descriptiva y qué rigor histórico para el viajero que en un romance se empapa de Málaga sin quedarle resquicio.
Gracias Juan José por deleitarnos con este completo romance en esta fría mañana de domingo calentándonos el espíritu cultural.
Un abrazo.
Muchas gracias, Juan. La luz, en Málaga, es uno de los rasgos distintivos. Una ciudad a la que estoy ligado desde mi juventud y me siento en ella como en mi propia casa. Una delicia pasear por ella. Un abrazo.
En Málaga conocí a mi mujer, Encarnación. Magnífico relato sobre esa Ciudad.
Málaga es una ciudad acogedora, muy bonita, gente estupenda y una gastronomía extraordinaria. Un placer visitarla de vez en cuando. Un abrazo.