Tomás Moreno Fernández: «La utopía de los ‘Hospitales-Pueblo’ de Vasco de Quiroga (5/6)»

V. ORGANIZACIÓN ECONOMICO PRODUCTIVA DE LOS HOSPITALES-PUEBLO

La atenta lectura de los textos capitales de Don Vasco de Quiroga y los comentarios e investigaciones ya citados al respecto (1), nos ofrece el siguiente perfil de la organización y estructura general de sus Hospitales-pueblos. Desde el punto de vista económico-productivo los Hospitales-pueblo se organizaban, como en la propuesta utópica moreana, en la comunidad de bienes, remedio eficaz contra la codicia y la pobreza, en opinión del canciller inglés. En las Ordenanzas de Quiroga se dispone, en efecto, que las tierras de los Hospitales-pueblo sean bienes comunales. La distribución de productos se efectuaba mediante un reparto común, según las necesidades que hubiera menester en cada familia. El excedente o sobrante se guardaba en graneros para los años de mala cosecha o se destinaba a mantener y atender a los pobres, huérfanos, viudas, enfermos, viajeros, etc., pudiéndose incluso vender para incrementar la caja comunal o atender a las obligaciones que el obispo les había impuesto (como, por ejemplo, la de contribuir a sufragar los gastos del colegio de San Nicolás, una de sus empresas más queridas) (1).

El sistema de trabajo también seguía la propuesta de Moro. Recordemos que en su Utopía, el canciller inglés proponía un trabajo moderado -los utopienses no eran esclavos del trabajo-, en el que se distinguía entre el urbano, el artesanal y el agrícola. La jornada era de seis horas, tres antes de comer y tres después. Quiroga también establece esa misma jornada de seis horas, y señala que los regidores y el rector del Hospital deberán exhortar para que se acuda al trabajo de buena voluntad sin rehusarse “perezosa ni feamente”, salvo por causas de enfermedad u otro “legítimo impedimento”, tanto para los hombres como para las mujeres.

En la utopía moreana todos los utopienses, sin excluir a las mujeres, aprendían desde su niñez la agricultura y algún otro oficio mecánico (“tejedores, canteros, carpinteros, albañiles, herreros”), siendo ello necesario por la obligación de trabajar en el campo cada dos años, permitiendo con esto el ubicarse según su vocación urbana o rural y establecerse en definitiva, previa licencia. En la de Quiroga también se acepta la rotación por turnos entre la población rural y urbana; para ello se propone que los ciudadanos aprendan tanto oficios del campo, como de la ciudad, así como la necesidad de poseer y conocer todos los instrumentos de trabajo, necesarios y adecuados para realizar su correspondiente oficio, premiando a aquellos que mejor trabajasen “según la edad, fuerza, trabajo y diligencia de cada uno, a vista y parecer de su maestro, con alguna ventaja que se prometa y dé a quien mejor lo hiciere”, en palabras de Quiroga. Respecto a las niñas, Moro y Quiroga coinciden en incorporarlas, a su manera y de acuerdo a las costumbres de la época de entonces, al trabajo por la comunidad. En sus Reglas Quiroga dedica una a “que las niñas depriendan los oficios mujeriles dados a ellas”: obras de tejer lana, lino seda y algodón.

La distribución de los productos se realizaba en Utopía de acuerdo a las necesidades familiares, de modo que nadie padeciera privaciones, siendo con ello coherentes con sus convicciones de comunalidad que considera apropiada una moderación en el trabajo. El excedente producido se repartía entre los poblados aledaños. En sus Hospitales-pueblo, Quiroga conserva también la previsión de cosechas para fines de reserva así como la venta del excedente en los casos de cosechas muy abundantes, como ya apuntábamos.

Quiroga acepta en general el ideal de una sociedad sin dinero, enemiga del lujo, y sin embargo, al igual que exigiera Moro a sus utopianos, hace recomendaciones detalladas acerca de la sencillez y limpieza que han de mostrar la homogénea vestimenta de sus indios, admitiendo sólo diferencias, en función del el estado civil en que se encuentren. La crítica al lujo y al ocio, patente en la Utopía moreana, era aquí, en la de Quiroga, si cabe más dura; herencia, tal vez, de la sobria tradición conventual, a la que se asemejaba bastante la vida austera que proponía a sus pueblos, y que, más adelante, en las Reducciones del Paraguay, implantarían con notables éxito y mayor extensión los jesuitas, con su modelo tutelar en gran medida similar, aunque algo más férreo que el de don Vasco.

La familia era patriarcal de tipo extenso –pues incluiría a parientes de todos los grados: ascendentes como bisabuelos, abuelos, padres, madres y descendentes hijos y nietos- obedeciéndose como regente de la casa al varón abuelo, o al padre de familia, al igual que en Moro. El concepto de familia en Quiroga es, en consecuencia, muy similar al descrito por Moro en su Utopía. Moro no sigue a Platón, en cuanto se refiere a la comunidad de mujeres, y mucho menos lo hace Quiroga quien combate la poligamia entre los indios. En cada familia se cultivan hortalizas y flores, las características de la vivienda revisten sencillez en el exterior, sin faltarles la limpieza; tampoco son necesarios los cerrojos, y cada diez años se efectúa un sorteo que concluye en la mudanza general de habitaciones. En Utopía las horas libres se dedicaban a la instrucción y el aprendizaje de oficios, según el sexo. En los Hospitales-pueblo la educación era sencilla, orientada a la enseñanza de la doctrina religiosa y de la moral cristiana y al aprendizaje de oficios, justo lo necesario para la supervivencia material y la correcta atención al humilde espíritu de los nuevos cristianos. Así mientras Quiroga tratará ante todo de afianzar la tradición cristiana recomendando cumplir con las distintas fiestas votivas religiosas del Hospital-Pueblo (Exaltación de la Cruz,, San Salvador, la Asunción, San Miguel y otras) e instando a que no se pierdan las misas de la mañana, a evitar el mal ejemplo o escándalo: “se emborrachar o ser demasiado perezoso”, Moro establecerá en Utopía un principio de tolerancia religiosa sin definición concreta.

Tomás Moro

El último punto de nuestra comparación acerca de las coincidencias y similitudes entre la Utopía de Moro y las Reglas y Ordenanzas de Vasco de Quiroga, hace referencia al tipo de magistratura política prescrito en ambas: el gobierno del pueblo implicaba una doble jerarquía, la familiar y la popular. En los Hospitales-Pueblo los jefes ancianos –en tanto que dirigentes de las familias- eligen en votación secreta a un principal, que ocupará el cargo durante un período que oscila entre tres y seis años. Y a unos regidores, que se eligen anualmente. Los designados se reúnen cada tres días y siempre procuran el bien común y sobre todo que los más pobres no sean perjudicados.

Por encima de estos cargos (principal y regidores) -que suponían un autogobierno indiano, de raíz democrática– estaba el rector, un eclesiástico español, encargado de la organización y tutela general (lo que comportaba un claro y explícito paternalismo). El principal, debía poseer una serie de virtudes: la mansedumbre, la capacidad para el sufrimiento, y no ser más áspero y riguroso de lo conveniente, procurando ser más amado que temido. En el orden penal, finalmente, las Ordenanzas admiten expulsar “al malo o escandaloso e incorregible, así como al borracho y perezoso”, previa consulta con el rector. En los Hospitales-pueblo no existía la esclavitud a diferencia de lo prescrito por Tomás Moro en su Utopía en donde se la incluye como castigo por determinados delitos (2).

BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS

1) Para esta temática se han utilizado los siguientes estudios e investigaciones: Información en Derecho en Paz Serrano Gassent “Vasco de Quiroga, La Utopía en América”, Historia 16, Madrid, 1992; Stelio Cro, La utopía cristiano-social en el Nuevo Mundo, op. cit., pp. 121-122; Daniel Gómez Escoto, La Utopía de Vasco de Quiroga, Memoria del Colegio Nacional, v. 4. México, 1949, pp. 49-78, en Revista A parte rei y las obras citadas a lo largo de todo el ensayo de H. Lasky, Silvio Zavala, Fernando Ainsa.

2) Para todo lo relacionado con los aspectos jurídico y político legislativos de Los Hospitales-Pueblo véase Fernando Gómez “El régimen jurídico de la utopía indiana: Vasco de Quiroga (1470-1565)”, Anales del Museo de América, Año 1999, Nº7, pp. 125-140.

 

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