Tomás Moreno Fernández: «Utopías ensayadas: Una aproximación a la historia del socialismo utópico, (5/9)»

V. LA ESCUELA SANSIMONIANA. EL PADRE: PROSPER ENFANTIN

El gran historiador de la Escuela de Saint-Simon, Sébastien Charlety, inicia su relato histórico con estas certeras palabras: “Poco menos que desconocido durante su vida, pese haber pensado y escrito mucho, se hizo mundialmente famoso después de su muerte, cuando un grupo de hombres recabó el honor de tenerle por maestro único y revelador de verdades ignoradas, considerándole como un mesías. En su nombre, formularon y difundieron doctrinas políticas y sociales e incluso una nueva religión. Para ellos no sólo su vida fue un ejemplo y sus escritos una enseñanza, sino que su pensamiento les pareció una revelación divina y sus actos tuvieron un valor simbólico cuya interpretación era de suma importancia para la humanidad” (1).

En efecto, inmediatamente después de la muerte de Saint-Simón, sus fieles amigos decidieron realizar el proyecto que había formulado durante a lo largo de su vida y “predicación”: para ello se dispusieron a crear una publicación destinada a dar a conocer las nuevas teorías y doctrinas del desaparecido Maestro. En torno a una revista, “Le Producteur”, y luego en torno al diario “Le Globe”, se reunieron todos los futuros fundadores de la escuela sansimoniana (o saint-simoniana), convertida enseguida en “Secta” o “Iglesia”. P. Enfantin (1796-1864) y A. Bazard (1791-1832), autor de La doctrina saint-simoniana (1828-1832) manifiesto de la Escuela, fueron sus primeros guías o dirigentes y un grupo de economistas y de científicos, procedentes de la “Ecole Polythechnique” en su mayoría, entre los que se hallaban Auguste Comte, Adolphe Blanqui, Philippe Buchez, Michel Chevalier, los hermanos Rodrigues, Prosper Enfantin, sus primeros miembros o seguidores.

ARRIBA: Barthélemy-Prosper Enfantin AQUI: Portada de  Historia del sansimonismo, de Sebastian Charléty   

A historiar la formación y vicisitudes de la Escuela sansimoniana dedicó Sebastian Charléty –rector de la Universidad de París de 1927 a 1939 y discípulo de Langlois y Seignobos una apasionante Histoire du Saint-Simonisme (2), en la que además de pergeñar el perfil, la figura y personalidad del Precursor de la Escuela, dedica cuatro libros y más de una docena de capítulos a relatar el origen, desarrollo y características de la Escuela, así como a exponer sus múltiples avatares, la esencia de la doctrina y su transformación en Iglesia o Secta, con unos sacerdotes, un orden jerárquico, una dogmática, un culto, unos rituales y ceremonias, además de uniformes, divisas, himnos e incluso una especie de sacramentos (iniciáticos, funerarios, matrimoniales). La Escuela Sansimoniana se fundó en 1828-1829 con el objetivo de difundir sus tesis y doctrinas no sólo en Francia, sino fuera de ella hasta aproximadamente 1870. Sus miembros, dirigidos por “El Padre”, Prosper Enfantin, y por A. Bazard, asumieron actitudes sectarias, espectaculares y extravagantes que les restaron arraigo popular y simpatía social: promovieron numerosos viajes al Oriente, establecieron una liturgia y unas ceremonias pintorescas (inspiradas en los ritos masónicos y carbonarios). Adoptaron, como distintivo del grupo una especie de llamativo uniforme (chaqueta azul clara, pantalón blanco, chaleco blanco abotonado por la espalda, que implicaba la necesidad de contar con la “colaboración de los demás hombres”). En el chaleco escribían sus nombres con letras rojas, con el fin de establecer que cada individuo era responsable de sus actos.

La figura más estrafalaria, excéntrica y atractiva de la Escuela-Secta fue, sin duda, El Padre, el Pontífice-Máximo, Prosper Enfantin, un joven discípulo de Saint-Simon “de frente despejada, negra barba, cabello largo y mirada magnética”, como nos lo describe Dominique Desanti (3). Procedente de la Escuela Politécnica, puede considerársele una especie de partidario de la no violencia, “precursor del “flower power” y de los hippies que aproximadamente 130 años más tarde se extenderán por las orillas del Pacífico, en la región más opulenta de Estados Unidos. Organizador del Colegio-Escuela, fue partidario decidido del valor del esfuerzo y del trabajo, que permiten el progreso y la comunicación entre los hombres y opuesto a cualquier forma de ociosidad. Impulsó, como antes señalábamos, numerosas empresas filantrópicas y altruistas por Oriente y el norte de África para hacer progresar a la Humanidad, fomentando el amor, la paz, la comprensión y comunicación entre los pueblos, sin estar financiados por gobierno alguno (como las ONG actuales). El movimiento sansimonista fue, en consecuencia, pródigo en mártires. La lista de víctimas del cólera entre sus miembros fue espantosa: cuatro médicos, once ingenieros o técnicos, todos competentes y muy conocidos.

Coexistió en la doctrina o ideología sansimoniana una mezcla de ciencia y de fantasía, de predicción científica y de profetismo mesiánico e iluminado: los sansimonianos alternaron experiencias utópicas y monacales con iniciativas empresariales y actividades políticas; alentaron ideales humanitarios y reivindicativos, como la emancipación de la mujer, que según Enfantin se encontraba por aquel tiempo “en una situación de inferioridad intelectual, moral y física” (4); y, sobre todo, emprendieron proyectos y empresas “científico-técnicas” de gran calado y ambición como la Fundación de la “Societé d’Etudes du Canal de Suez” (1840), la colonización de Argelia (1840-42), o la construcción de ferrocarriles, canales, carreteras por Europa y Oriente (El Cairo y el Alto Egipto). Intentaron, a la vez crea/fundar una nueva Religión (mediante la transformación de la Escuela o Colegio sansimoniano originario en una auténtica Iglesia), anunciando incluso la llegada de la Mujer-Mesías (tal vez influencia del culto comtiano a la mujer como “Prêtesse spontanée de l’Humanité”). En muy poco tiempo se difundieron por doce circunscripciones obreras en París, cinco Iglesias en Francia; Bélgica y Argelia e Inglaterra, también las tendrán. A partir de la segunda mitad del XIX las ideas de Saint-Simón y de la Secta sansimonista eran ya conocidas y comentadas en Alemania, en los países del Mediterráneo, Italia, Suecia y en América del sur (Brasil), Las Antillas. Su influencia llegó hasta Rusia.

Miembros notables de la Iglesia fueron los banqueros Rodrigues (Olinde y Eugène) y los Pereire, el poeta León Halévy, el político Hippolyte Lazare-Carnot el periodista Michel Chevalier, el industrial Armand Bazard, el matemático y Politécnico Abel Transon, el músico Felicien David autor del himno de los Industriales y del de la secta (en Menilmontant), el abogado Duveyrier, el banquero Arlés Dufour y numerosos ingenieros, científicos, empresarios, financieros etc. También pertenecieron a la Escuela y luego a la Secta-Iglesia mujeres –fascinadas por el Padre- desde Claire Bazard, Cecile Fournel, Aglaé Saint-Hilaire o Jeanne Deroin, hasta Pauline Roland, Eugénie Niboyet y Suzanne Voilquin.

La unidad y cohesión de grupo empezó a resquebrajarse en el seno del Consejo Supremo (Enfantin-Bazar-Rodrigues y Claire Bazard) a partir de 1831 como consecuencia de profundas discrepancias doctrinales relativas a la moral sexual y prácticas relacionadas con escándalos o aventuras amorosas en el seno del Colegio, protagonizadas preferentemente por “El Padre” Enfantin. Claire Bazar y su esposo Armand abandonaban definitivamente a causa de ello la Iglesia. Entre finales d 1831 y principios de 1832, los discípulos más notorios abandonaron ruidosamente al Maestro. Se les abrió un proceso judicial y Enfantin, Chevalier y Duveyrier fueron condenados a un año de prisión, Olinde Rodrigues y Barrault sólo fueron multados. Los restantes miembros del grupo perdieron su cohesión interior y se dispersaron.

Dominique Desanti

Dominique Desanti concluye su evaluación de la influencia de la Secta/Iglesia y su legado y proyección histórica con estas palabras: “En consecuencia, Saint-Simon tuvo una doble posteridad, por una parte, desde los financieros y consejeros del Imperio a los “neo-radicales” de 1970; por otra (aunque estos discípulos constantemente llevaron a cabo una síntesis entre Saint-Simon y Fourier) desde la familia y el Colegio a los matrimonios colectivos de Escandinavia y las comunidades no-violentas de california. Aunque unos y otros con el tiempo han sufrido la influencia de los cooperativistas anarquistas, de Proudhon y de los comunistas que enlazan con Babeuf, Buonarroti y Cabet. Toda esta abigarrada y múltiple descendencia, desde finales del siglo XIX hasta la segunda mitad del siglo XX, fue contrarrestada por la descendencia de Marx” (5).

BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS

1) Sèbastien Charléty, Historia del Sansimonismo, Alianza Editorial, Madrid, 1969, p. 9.

2) Ibid.

3) Dominique Desanti, Los socialistas utópicos, op. cit., p. 123.

4) Sobre la concepción feminista de la Escuela Sansimoniana y su apoyo y lucha por la emancipación de la mujer, véase el ensayo de Neus Campillo, “Las Sansimonianas: un grupo feminista paradigmático”, en Actas del Seminario Permanente “Feminismo e Ilustración” (1988-1992), Coordinado por Celia Amorós, Instituto de Investigaciones Feministas, Universidad Complutense de Madrid, Servicio de Publicaciones, 1992, pp. 313-325.

5) Dominique Desanti, Los socialistas utópicos, op. cit. pp. 124-125.

 

 

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