Con un crimen que ocurrió
por el Cortijo del Fraile,
allá en los Campos de Níjar,
luz cenital, seco el aire,
Federico entretejió
el drama “Bodas de sangre”
donde el amor se desboca
como una yegua salvaje
hasta que llega la muerte
con su guadaña implacable
y cercena los instintos
a cuchilladas infames.
Es la pasión que desborda
duras barreras sociales;
son los odios, las rencillas,
las venganzas familiares;
es el mundo dominado
por vientos irracionales
y el hombre, un frágil juguete
del destino inescrutable.
La tragedia tuvo un éxito,
sin ninguna duda, grande,
en Madrid, con Margarita
y con Lola en Buenos Aires.
Lorca ya es un dramaturgo
que deslumbra en todas partes
donde sus obras reciben
los aplausos a raudales.
Por el Cortijo del Fraile
La palmera, adormecida,
los olivos, cabizbajos,
las piedras, adoloridas,
los tilos, desconsolados,
los montes, encallecidos
y un venteo atolondrado
diseñando remolinos
por el desértico campo.
Vagan perros desabridos
de ladrido amedrentado
buscando sombras de higueras
para dormitar un rato
junto al cortijo del Fraile,
que será el escenario
de una boda desgraciada
con un desenlace trágico.
Una luz endurecida
se extiende como un sudario
en esta edénica tierra
de alacranes y lagartos
que culebrean bajo el sol
de fulgores despiadados.
A la luz de la luna
Se atisba la noche,
las sombras ya acechan,
una oscura nube
corona la sierra;
se agrían los dulces
higos de la higuera;
perfuma el tomillo,
la brisa se inquieta,
palomos insomnes
zurean a las hembras;
una liebre busca
refugio en las peñas;
se enturbian las verdes
algas de la alberca;
chirrían los grillos,
la hora se acerca,
desnuda la luna
se baña en la era;
un viento aniñado
mueve la veleta
agitando el gallo
su altiva silueta.
Con ojos ausentes
la novia se peina,
su sangre alocada
ruge por sus venas.
El blanco vestido
se empaña en la espera;
ulula el autillo,
se espanta la yegua,
crujen las espigas,
la voz parpadea;
el novio reposa
en un duermevela;
relincha un caballo,
el amante llega,
los silencios braman,
se agita la hierba.
Los gritos dormidos
de pronto despiertan;
galopa el caballo
por la noche espesa
cruzando caminos
a golpe de espuela.
Los amantes ríen,
los amantes sueñan…
mas, un aire gélido
todo lo cercena,
las olas del mar
arañan la arena,
la muerte furtiva
reclama su presa,
la tierra doliente
de ayes se agrieta,
los Campos de Níjar
con sangre se riegan.
Próximo romance: Teatro con muñecos
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6. García Lorca y Manuel de Falla
14. La Barraca
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