Miguel Ángel Martínez Pozo

Gabino Ponce: «La reivindicación de la identidad andaluza frente al sociocentrismo castellano»

Andalucía es una tierra vieja, con una cultura antigua que ha configurado un mundo propio, complejo y apasionado, sobre el que se han vertido multitud de estudios y análisis, a veces genéricos y tópicos –románticos– y, otras veces, eruditos y científicos. Pero Andalucía ha sabido sobreponerse a esas disecciones analíticas y todavía esconde multitud de secretos y misterios, que hacen de esta tierra un mundo apasionante, por sus paisajes, por sus usos y costumbres y por sus paisanos. El viejo geógrafo francés Max Sorre, que en la primera mitad del s. XIX estudiaba cómo las personas organizan su entorno para aprovecharlo y, a la vez, dotarlo de personalidad propia, señalaba que “más que cualquier otra parte de la Península, Andalucía ejerce una intensa seducción sobre las imaginaciones”.

En efecto, ninguna otra región española genera tanta atracción, ni tiene tanto prestigio internacional. Su milenaria cultura ha sido faro del conocimiento a lo largo de toda la Historia, de la que hoy emerge con una clara personalidad. En ella centra sus sesudos y amenos estudios el doctor en Humanidades Miguel Ángel Martínez Pozo, autor de varios ensayos y de una tesis doctoral, en los que se aborda con método científico, pero con alma de poeta, la basta panoplia de misterios y arcanos todavía indescifrados.

Miguel Ángel Martínez Pozo dedica ejemplares de sul ibro

Tras su tesis doctoral centrada en las Fiestas de moros y cristianos en el Mediterráneo español, uno de esos estudios, Andalucía, tierra de Moros y Cristianos, ha recibido el premio Memorial Blas Infante en el año 2020 y ha sido tanto el éxito que se realiza ahora la cuarta edición del libro. Es obra que se complementa con otro excelente trabajo del autor, Los orígenes ocultos de la Semana Santa andaluza. En ambos estudios, Martínez Pozo profundiza sobre la influencia morisco andalusí en la identidad actual de Andalucía. Con un riguroso método científico, el autor pone de manifiesto como la mayor parte de las tradiciones andaluzas contemporáneas tienen orígenes moriscos. En particular, y ello llama mucho la atención, las barrocas y apasionadas celebraciones de carácter religioso: las más peculiares, como las fiestas de Moros y Cristianos, como la más expandida y celebrada Semana Santa: “El morisco acabó convertido en una hipérbole de católico, como estrategia de supervivencia”. A mayor vehemencia en la celebración cristiana.

Pero ese rigor científico no oculta el apasionado objetivo de Martínez Pozo, reivindicar la identidad cultural andaluza, frente al “sociocentrismo castellano”, como pueblo cargado de una historia milenaria. El pueblo andaluz es uno de los más viejos del mundo mediterráneo. El autor destaca cómo, desde sus primeras manifestaciones culturales, los primitivos andaluces desarrollaron una original cultura, nutrida por romanos y árabes.

En el libro Andalucía, tierra de Moros y Cristianos palpita el entusiasmo de Martínez Pozo al destacar la resistencia de la identidad andaluza tras la conquista cristiana. Evidencia cómo el padecimiento de sus gentes sometidos y vejados se resolvió, no sin sufrimiento, en unas nuevas señas de identidad que se concretan en “lo flamenco”. El autor va compilando datos históricos, documentos y, sobre todo, análisis antropológicos de los usos y costumbres, de las tradiciones, para explicar la vigencia actual del legado morisco-andalusí y el amplio espectro cultural que se esconde tras el concepto de flamenco: felah-mencub o lo jondo. Esto es, lo oculto, lo que sobrevive escondido, por temor antes a la persecución y, ahora, a la descalificación como cosa menor.

En los diferentes y amenos capítulos, el autor va compilando reminiscencias moriscas en el vocabulario, en las costumbres, en las fiestas populares, en la gastronomía, en la arquitectura, en el cante, en la música y en la propia religión católica que atesora, en Andalucía, un inmenso legado andalusí. Entre otras muchas cosas, el lector comprenderá el origen de las medallas y amuletos protectores que se pone a los recién nacidos en sus cunas y carritos, sabrá el significado de las nanas, del árabe andalusí nam nam que significa “duerme, duerme”, el significado de “faralaes” procedente del andalusí farah, que significa alegría, de donde se deriva “mal fario”, el por qué las madres y abuelas siguen abriendo las ventanas de par en par todos los viernes y sábados, el origen de la herradura como símbolo de buena suerte, entenderá la gran devoción a María Santísima (la única mujer venerada por los musulmanes), apreciará el hondo sentido de la autoflagelación en las procesiones, vinculada con viejos ritos de fertilidad y purificación.

Concluye el magnífico ensayo con un capítulo dedicado a explicar el origen morisco-andalusí de las fiestas de moros y cristianos, extendidas por todo el Mundo (Europa, las Américas, Asía, Oceanía y África) conforme con las conquistas hispanas y la difusión de las costumbres, sobre todo, de la vieja Andalucía. Todo el libro es un tributo apasionado y científico a la honda –jonda– cultura andalusí.

Gabino Ponce Herrero
Catedrático de Geografía Humana
Universidad de Alicante

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