En el Ideal del 17 de agosto de 2022, el periodista Jesús Lens, en su crónica “De visita a las Grandes Damas”, con esa inteligencia y humor que le caracteriza, hacía referencia a esas enormes señoras que son la Dama de Baza y la Dama de Elche, dos de los exponentes más representativos del arte ibérico. Igualmente dice “que hay piezas íberas en la campiña jienense muy interesantes de diferentes yacimientos como la cámara de Toya”. A dichas piezas quiero referirme en este artículo, especialmente a las descubiertas en Ipolka, Obulco, Bulkuna, Porcuna, mi pueblo.
Los historiadores griegos y romanos designaron con el nombre de íberos a un conjunto de tribus que se extendía a orillas del Mediterráneo entre Agde, el Languedoc y la Baja Andalucía. La cultura ibérica es un fenómeno complejo que se localiza cronológicamente entre los siglos VI a.C. y el I d.C., es decir, casi toda la Edad del Hierro del mediterráneo peninsular. En la provincia de Jaén se tiene constancia de la presencia de algunos pueblos íberos en la ciudad de Cástulo (Linares) y en la zona de la campiña de Porcuna, que dedicaron gran parte de su arte y su cultura al mundo del más allá utilizando piedra, bronce y madera. La actual Porcuna es la antigua Ipolca túrdula y la Obulco romana. “Dista de Córdoba 300 estadios. César llegó de Roma a Obulco en 27 días cuando comenzó la batalla de Munda (17 de marzo, año 45 a.C.) donde los pompeyanos, al mando de Pompeyo “el Joven”, fueron derrotados”: Gonzalo Pontón, “España: Historia de todos nosotros desde el Neolítico hasta el coronavirus” (2021).
Pues bien, cada vez estoy más convencido de que la relación de los íberos con Porcuna ha sido eclipsada por aquellas dos grandiosas damas. El actual enclave de Porcuna se remonta hasta unos 6000 años y se configura como ciudad-estado 3000 años después a.n.e. (antes de nuestra era). Desde entonces no cesó la ocupación humana en su territorio destacando dos grandes poblados: los Alcores y Albalate. Merced a la influencia de fenicios y griegos, culmina en época ibérica con la constitución de una poderosa ciudad-estado llamada Ipolca. En esta época, alrededor del siglo IV a. C., se construyó en ella un soberbio monumento que constituye el mayor conjunto de esculturas ibéricas existentes halladas en Cerrillo Blanco, una pequeña elevación cuasi circular situada a 3 km. al norte de Porcuna (deporcuna.com). Dicho conjunto, en palabras de Pablo Casado, director del Museo Arqueológico de Obulco, “Representa el mayor y más importante grupo escultórico del mundo ibérico”. Actualmente estas esculturas se hallan en el Museo Íbero de Jaén dando una idea de la riqueza económica y la altura cultural de aquellas comunidades de los comienzos del iberismo.
Como en muchos otros casos, este yacimiento se descubre de forma casual. Después de un trato de urgencia y tras examinar las piezas, se consigue convencer al dueño del olivar para que conceda un permiso de excavación en su finca mediante una indemnización razonable, siendo todas trasladadas ese mismo día al Museo Provincial de Jaén. Al día siguiente, su director consiguió permiso particular del dueño del terreno y, ante el peligro que corría el yacimiento de ser expoliado, solicitó permiso oficial de excavaciones urgentes en la Comisaría del Patrimonio Artístico, que le fue concedido de inmediato. Ese mismo día recogió todos los fragmentos de escultura que se encontraban entre los olivos y organizó lo necesario para el comienzo de la excavación. A partir de aquí, se suceden cinco campañas arqueológicas de 1975 a 1979.
Del conjunto de fragmentos y figuras se diferencia un grupo de guerreros. Dentro de estosse distinguen siete estatuas mayores de busto redondeado: guerrero de la armadura doble, guerrero inacabado con casco, guerrero de la espada larga, jinete desmontado y caballo junto a guerrero atravesado por una lanza, guerrero caído con ave, guerrero con caetra colgada al hombro, y guerrero asido por la muñeca. La piedra utilizada en la talla de las esculturas es la propia de las canteras de Santiago de Calatrava que se caracteriza por ser una arenisca blanca, de grano muy fino y fácil de labrar, conocida como “Piedra de Santiago”. En 1997 se exhibió en el Grand Palais de París la exposición “Los íberos, príncipes de Occidente”, por la que jienenses y porcunenses se dieron cuenta de la importancia de este legado y de la necesidad de conservarlo y defenderlo.
Aparte de las esculturas extraídas en Cerrillo Blanco en la campaña arqueológica del 1978, salió a la luz una necrópolis de inhumación fechada entre el siglo VII y principios del siglo VI a. C. Consta de un total de veintinueve sepulturas en fosas individuales y una megalítica, cubiertas por agrupaciones de piedras de varios tamaños. Dentro de la tumba aparecieron restos de dos individuos tendidos sobre el costado izquierdo y distintos objetos: broches de cinturón, fíbula, cuchillo de hierro, peine de marfil decorado, cuentas de collar y pinzas de depilar.
Hace treinta años, el doctor Luis Vallejo, funcionario técnico de Patrimonio Kultural del Ayuntamiento de Porcuna, presentó un ambicioso proyecto: “Porcuna, 30 años de un proyecto de patrimonio cultural” (2022). Era 1992 y del naciente entonces Patronato Municipal de Cultura surgió la idea de confeccionar una propuesta amplia de gestión de la kultura. Contaba con dos líneas fundamentales de actuación: la programación y difusión del patrimonio y la puesta en funcionamiento de un plan museográfico de raíces arqueológicas, donde los yacimientos que habían sido excavados tomaran el protagonismo que necesitaban: Cerrillo Blanco, Oppidum excavado parcialmente en Alcores, y la ciudad íbero-romana de Obulco. Su trabajo no ha sido en balde.
Hoy Porcuna cuenta con el Archivo Histórico Municipal y Oficina de Turismo, el Centro de Interpretación de la Necrópolis Dinástica de Cerrillo Blanco y la Torre Nueva de Boabdil.
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