Todos pasaremos, pero sus obras permanecerán. Quienes pasen por el Paseo del Salón se sorprenderán con el grupo escultórico de la Fuente de las granadas (2007). Lo mismo ocurrirá si nos damos una vuelta y admiramos los monumentos al torero ‘Frascuelo’, o al compositor, Manuel de Falla, inaugurados ambos en 2009, en la Avenida de la Constitución o si nos acercamos a la plaza del Carmen, elevamos la vista, y contemplamos la escultura ecuestre basada en el cuadro ‘El instante preciso’ de Pérez Villalta (2002) o si regresamos al paseo del Violón y nos fijamos en esos dos turistas que con paso decidido, miran y admiran a diestra y siniestra la belleza de nuestra ciudad en cuya base se pueden leer frases que dedicaron a Granada ilustres viajeros románticos, que vino a llamar ‘Los viajeros del Edén’ (2010). Pero aún hay más, de sus hábiles manos han salido también, entre otras obras, el monumento escultórico dedicado a Andrés de Vandelvira (2006), que se puede contemplar en Jaén capital, o el de Pablo de Rojas (2006), en Alcalá la Real y también el ‘Arco de los trabajadores’ (2007) de Churriana de la Vega, ‘El doncel de Atarfe’ (2008), el grupo escultórico dedicado a la mujer trabajadora (2009) en Maracena, la escultura de Juan Pablo II (2012) del Centro Studium Granatense, o la escultura monumental de Santa Josefina Bakhita, en la iglesia de esta Santa en Motril.
Estamos hablando de Ramiro Megías López, un granadino, nacido en 1961, licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, doctor en Bellas Artes por la UGR, premio extraordinario por su tesis doctoral ‘Tradición y técnica de la terracota en Andalucía’ y que desde 1986 forma parte del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes. A estos méritos hay que añadir aún dos más como es su doble pertenencia como acádemico correspondiente a la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla y desde 2011, como miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes Nuestra Señora de las Angustias de Granada. Y como suele suceder con muchos de estos creadores se nos antoja una persona humilde, reservada y algo tímida que se prodiga muy poco con exposiciones de pequeño formato como la que ahora muestra en la Galería de Arte Ceferino Navarro, a la que regresa ¡16 años después! pues la última vez fue en 2003 con motivo de su muestra ‘Equus’. En esta ocasión lo hace con ‘Demiurgo’, una selección de piezas, de carácter intimista, realizadas con terracota, con deidades y seres mitológicos como protagonistas y que se podrá contemplar en la Galería Ceferino Navarro hasta el 18 de diciembre.
«Con ‘Demiurgo’, como indica la palabra lo que pretendo expresar es el origen, el concepto que tenían los griegos como agente creador de toda la realidad física, y con esa excusa crear una pléyade de dioses y personajes mitológicos que pertenecen a nuestra cultura occidental, de cuerpos y personajes en movimiento que sean atractivos y sugerentes», explica de las 11 piezas expuestas pues ha procurando «que el espacio no quede agobiado» guardando todas ellas una cierta unidadal formar parte de la misma matriz. En cuanto a su preferencia por estas figuras señala que «piensas en un personaje, por ejemplo en Iris y puedes expresar con un cuerpo femenino esa volatilidad, ese gesto casi gimnástico como que corriera en el aire. La mitología te sugiere muchas cosas, Saturno o Plutón o cualquier otro dios o diosa te da una multitud de facetas con las que te puedes expresar». Y para ello su material predilecto es la terracota, esa arcilla modelada y endurecida al horno que conoce muy bien pues no en balde su tesis doctoral versó sobre este material que considera «la forma más directa de la creación en escultura, equivalente al dibujo en el que el artista realiza el primer boceto, a diferencia del bronce con las que suele realizar esculturas monumentales que tiene un proceso posterior en el cual hasta el 20 por ciento de la obra pierde la expresividad». Por el contrario, afirma que en la terracota permanece ese primer gesto que se hizo y cada detalle permanece tal cual.
«La obra de arte está para evocar sentimientos»
«Mi máximo reto es que las obras monumentales en bronce sean como bocetos realmente, lo que no hago nunca ni se me ocurriría es hacer como una ampliación de una obra pequeña. Hasta cuatro metros las puedo realizar directamente con la misma intensidad que una terracota, con frescura y rapidez», explica. Tambiñen que con la terracota improvisa sobre la marcha, sin dibujo previo, ni boceto. «La terracota en si es el ensayo, ocurre igual cuando hago la figura del gran tamaño en la que suelo ensayar y la cambio si hace falta por completo, eso es lo que tienen en común que trabajo con la misma frescura que si fuesen bocetos», indica este creador que se considera un artista clásico en el mejor de los sentidos porque ve en el arte la belleza, no considerándose un artista académico pues es muy intuitivo ya que trabajo más con la intuición que con las técnicas de la academia, «eso es lo que distingue mi forma de trabajar, en el que el gesto es muy importante, siempre es una continua búsqueda, todo es creación sobre la marcha». También considera que una obra de arte nunca debería ser considerada como una inversión. «Las obras de arte las hago todas para mi porque en un momento determinado me sugiere una determinadas sensaciones, creo que el arte está para eso. La obra de arte está para evocar sentimientos».
A la inauguración de su exposición celebrada en la noche del viernes acudió mucha gente, especialmente muchos alumnos y antiguos alumnos que ya son artista de primera, lo cual le da mucha satisfacción. También artistas consolidados como el pintor Jesús Conde, su cuñado, y el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez. Una muestra que hay que visitar pues se muestran obras que buscan la belleza y dadas las escasas exposiciones que Ramiro suele realizar y no saber cuando será la próxima, teniendo en cuenta que no se considera constante y que los encargos de gran formato le ocupan la mayor parte del tiempo.
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