El pasado miércoles 22 de enero y con motivo del 175 aniversario de su fundación, se organizó para antiguos alumnos, una visita al Instituto Padre Suárez (Instituto General y Técnico).
Una institución como la que es este Instituto, con tanta solera y el peso de tanta historia, no puede sino ser un motivo de profundo orgullo para Granada.
En el Padre Suárez estudiaron y se formaron intelectuales que son ya universales como Ángel Ganivet, Francisco Ayala, Andrés Segovia, Federico García Lorca y Elena Martín Vivaldi, entre otros. Cuando se pasea por sus pasillos y se entra en las aulas más de 40 años después de haber sido alumno y en un contexto lógicamente tan distinto, uno no puede sino sentir que una parte importante de lo que es y de la trayectoria vital que ha seguido se fraguó en esas aulas.
El Instituto tiene un museo impresionante que es una auténtica joya, con una gran colección de piezas de muy distinta índole. Se pueden ver desde microscopios de la época hasta espectaculares atlas de botánica pasando por documentos originales que son auténticas maravillas. A veces ocurre que no apreciamos lo que tenemos y no lo apreciamos precisamente por tenerlo tan al alcance y tan cerca. El Instituto es una parte importante de la ciudad y sería buena cosa que los granadinos (con más motivo aún que los foráneos), lo visitaran y se hicieran conscientes del patrimonio que tenemos.
Me gustaría resaltar la magnífica disposición y entrega que el profesorado responsable (María Ruiz, directora del Centro; el profesor Francisco Vigil, coordinador del programa bilingüe; los responsables del museo, profesores Emilio Padilla y José Luis Rodríguez-Campra; el responsable de la biblioteca, Antonio Requena, y el profesor Hermógenes Ruiz) mostró al explicarnos la historia, la evolución y la misma actualidad del Instituto. Profesionales como ellos dejan muy claro lo que es ser funcionario en el más noble y encomiable sentido del término: un servidor público que hace su trabajo lo mejor que sabe y que puede, que en este caso es muchísimo y que lo hace aún a sabiendas de que el sueldo al final de mes será el mismo que si no hubieran hecho todo ese esfuerzo y todo ese trabajo. Es a la gestión absolutamente desinteresada de ese excelente equipo de profesores y de otros entusiastas que trabajan junto a ellos y apoyan la educación pública, a la que se le debe el buen mantenimiento y funcionamiento que el edificio presenta en su interior, aunque es verdad que en lo que concierne a la fachada el edificio deja que desear.
Que un edificio tan majestuoso como ese, en una calle que es la arteria central de la ciudad y que lleva al centro de la misma, con una arquitectura con esos ornamentos, presente ese estado de desaliño y dejadez precisamente en su exterior que es lógicamente lo que más se ve, me parece que es un aspecto sobre el que hay mucho margen para mejorar. Sería buena cosa que la Consejería tomara cartas en el asunto y dotara presupuestariamente una reforma para que se le diera a esa fachada el lustre que merece.
El Instituto aspira a recibir la Medalla de Andalucía a los Valores Humanos, y sería una cuestión de puro sentido común que se le concediera. Se cumplen 175 años de Historia y de Excelencia, y esa demanda ha sido avalada en muy primer lugar por la rectora en nombre de la Universidad de Granada, y a ella se han sumado el Ilustre Colegio de Abogados de la ciudad, y también el Ayuntamiento de Maracena. Espero y deseo de que se consiga ese reconocimiento, que es de justicia.
FEDERICO ZURITA MARTÍNEZ. GRANADA