Se titula ‘Enseñando a nadar a la mujer casada’ y está centrado en Margarita Porete, Juana de Arco, Mariana Pineda y Aisha Ibrahim Duhulow, unidas por su trágico final.
El mismo día -12 de enero- que el poeta granadino Juan Carlos Friebe cumplía 53 años, llegaba a los primeros lectores su último libro ‘Enseñando a nadar a la mujer casada’ (Esdrújula Ed.) con el que alcanza el número ocho de los publicados que cierra la tetralogía sobre la identidad, la melancolía, la crueldad y la ignorancia como ejes del sufrimiento humano frente a la sociedad, el dogmatismo o el poder, compuesta por “Poemas perplejos” (1995), “Las briznas” (2007) y “Poemas a quemarropa” (2011). El último se inicia con una cita del Código de Hammurabi en la que se afirma que si una mujer es acusada de infidelidad «tendrá que echarse al divino Río por petición de su marido».
Está dividido en seis partes, siendo las protagonistas Margarita Porete (1250-1310), Juana de Arco (1412-1431) -cuyas actas del juicio afirma haber leído hasta medio centenar de veces-, Mariana Pineda (1804-1831), la granadina ‘casada’ con la causa liberal contra el absolutismo en razón de la cual fue condenada a garrote vil y Aisha Ibrahim Duhulow (¿1995?-2008), obligada a casarse con apenas 13 años con un octogenario que fue condenada por adulterio, sin juicio previo, muriendo ejecutada por 50 hombres que la lapidaron en un campo público.
Publicación para la que el autor tuvo muy claro el título y que «las mujeres tendrían un papel extremadamente fundamental en esta narración». Su período de gestación se ha prolongado durante una década y cuenta en la contraportada con un texto del catedrático del catedrático de Teoría de la Literatura, Antonio Chicharro, en el que lo califica de «libro de indagación poética tanto en la conciencia como en la sostenida experiencia trágica vivida por mujeres y provocada por la ignorancia, la credulidad y la maldad humana». El propio autor reconoce que «no es un libro sencillo porque nunca me he planteado la poesía como un ejercicio de sencillez sino de conocimiento». También expresa su deseo de que haya lectores que sepan ir más allá de la propia construcción del libro y, «se sumerjan en el gozo de leer buena poesía, encuentren nuevos motivos de conocimiento y contribuyan con sus sabios ojos a hacer mejor este libro».
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