Rafael Reche: «Un año on line en la Universidad»

Un año a la deriva, un año que huye sin prisas, que sólo pide olvido. Una guerra mundial, no declarada, que ha traído un arma resonante que multiplica sus efectos de un extremo a otro del planeta. El virus con nombre extraño COVID, persiste aún feroz, exprime la vida sobre todo de los ancianos y más sensibles de salud.

Sin saber cómo, el invasor se reajusta, se adapta, del frío al calor, del bosque al desierto, de un ser a otro y en el tiempo que dura un parpadeo, ya nada es igual al ayer, los días de vida perdurable se volatizaron en el mundo. Un año por vivir nos queda. La soledad y la quietud cubrió las ciudades, calles sin presencias, el aire contagiado, mascarillas que filtran las sonrisas de los rostros, cayeron en el olvido los abrazos y besos, sólo se abrió el espacio a la luz y al trinar de los pájaros sin el desvarío ruidoso del tráfico diario

Hace un año, en marzo 2020 se cerró el espacio presencial universitario y al mes siguiente comenzaron las primeras clases con videoconferencias (La Universidad de Granada pionera en España). Un año que nos mira y que no se olvidará, un año que nunca acaba, un año inmortal que asciende, crece, cae, se aplana y sube, en olas continuas. En puerta estamos de la 4ª ola. Empieza a precipitarse la impaciencia y el agotamiento en cada uno de nosotros.

¿Somos de veras los mismos? ¿La vida es otra? Preguntas clavadas en nuestro yo, ante el vértigo y el vacío del paso del virus, nos queda las muecas del tributo que todos hemos pagado.

Déjame ver el rostro de este día, déjame ver el rostro de aquellos días en donde se cerraron todas las puertas de las Facultades y se abrieron todas las ventanas y el aire circulaba libre por las clases y los estirados pasillos del edifico del Aula Permanente de la Universidad de Granada.

Pasillos de la Universidad sin alumnos, la ciudad sin coches y sin peatones

Busco en los corredores sin fin de la memoria, lo que ha sucedido en un año antes que se desvanezca el recuerdo de lo vivido.

Ante la presencia de un virus desbocado como un viento que azuza un incendio el 12 de marzo 2020, la Universidad de Granada suspende todas las clases presenciales, los estudiantes mayores nos quedamos en casa y el domingo 15 de marzo entró en vigor el estado de alarma en todo el territorio nacional. La epidemia se escapaba de las manos, sin mascarillas, las UCI saturadas, los muertos sin contar se apilaban en improvisadas morgues. Noches de insomnio y de preocupación se sucedieron en prórrogas de 15 días. La geometría del virus como una pelota de golf llena de tentáculos inexorable se cebaba con el colectivo de los mayores.

La vida y la muerte son mundos paralelos, que conviven dentro uno mismo. Las horas pesan con su intangible pesadumbre, en el vacío del encierro. Una guerra sanitaria nos mantiene en vilo. Buscamos la protección más allá de la lógica normal, entramos en una paranoia colectiva, compras compulsivas de alimentos, litros y litros de lejía en la desinfección de casas y enseres, rollos y rollos de papel higiénico, la sociedad había entrado en una diarrea sin control.

El 5 de mayo 2020, aún confinados en los domicilios, blindadas las ciudades, se abrió paso la iniciativa valiente y emprendedora de la Rectora Pilar Aranda Ramírez, de iniciar las clases por videoconferencias online, en la Universidad de Granada.

Este discurso para los jóvenes estudiantes cala sin problema, generaciones nacidos en la era digital, que manejan sin dificultad los videojuegos, smartphones, tablets…. Pero este mismo discurso se hace incomprensible para la mayoría de los estudiantes universitarios mayores de 50 a 90 años, que habitan en un limbo ajenos a las tecnologías informáticas que nunca acaban de actualizarse, con un lenguaje propio de siglas e inglés (Apps, cookies, chat, megabyte, USB…).

El Aula Permanente de Formación Abierta de la Universidad de Granada pionera en España en las clases online para los estudiantes Mayores y distinguida con el Premio del Consejo Social a la actividad formativa impartida por la Universidad de Granada en modalidad on-line. Protagonistas, la directora del APFA, María del Carmen García Garnica y los subdirectores Juan Antonio Maldonado y María del Carmen García Ríos.

Ante este reto sin precedente para los mayores, del salto virtual, la dirección del Aula (APFA), con la joven catedrática de Derecho, una estrella caída del cielo para los universitarios mayores, de espíritu abierto y comprometida, la directora María del Carmen García Garnica, decidió virtualizar la docencia de los mayores, para ello puso a pilotar el proyecto al subdirector del Aula Juan Antonio Maldonado Jurado, para salvar las barreras que suponía pasar de las clases presenciales a videoconferencias on line y continuar con el Programa Universitario de Mayores de Granada y sus sedes (Motril, Guadix, Baza, Ceuta y Melilla). J. Antonio Maldonado se enfrentó a una compleja situación de formación e información tanto para los profesores como para los alumnos, no le resultó fácil quitar las vendas de los ojos que les impidan abrir la ventana a lo virtual, tallar con paciencia las voluntades que se resistían y oponían a lo incomprensible y al medio a desconocido.

La piedra Roseta, que obró el milagro consistió en enviar mensajes por correo electrónico y WhatsApp, herramientas que los estudiantes mayores les resultaba usual, un enlace que conectaba directamente con la sala de la asignatura, en la aplicación de Google Meet.

Ordenadores y móviles se encendieron, los profesores aparecían en pantalla y los alumnos mayores sentimos a la vez, la cercanía y la lejanía, la inmediatez de la imagen próxima del docente y compañeros ante la distancia fría de cada uno en su hogar o en otra ciudad. Es de reconocer que los más jóvenes (hijos, nietos, sobrinos…) ayudaron a los más mayores.

La idea había calado, pero ascendía poco a poco. Recuerdo las primeras clases online del Seminario de Música, con la presencia de 40 alumnos, supuso un cambio significativo de más 100 que asistían sentados en el salón de acto.

Todo un logro, romper la inercia que te paraliza, como dice nuestro refranero “se clavó una pica en Flandes”

Primer acto de clausura online del curso del Aula (APFA) dela UGR

Una brizna de luz de expectativa se consolidó cuando en la sesión de clausura on line el 10 junio 2020 del curso académico 2019-2020 del Aula Permanente de Formación Abierta, de forma simultánea para todas sus sedes, presidido por la Rectora Pilar Aranda Ramírez se superó los 180 asistentes, un verdadero récord de asistencia.

Por fin. el 21 de junio 2020 termina el estado de alarma, aunque se prosigue con medida sanitarias de prevención. La Universidad continuó cerrada hasta el curso siguiente.

El virus repliega sus velas en verano en Europa, baja su intensidad y se interna con fuerza en otros territorios transoceánicos del planeta.

Terminado el periodo vacacional, la Universidad de Granada, con un decidido liderazgo en pro de la enseñanza la Rectora Pilar Aranda, decidió comenzar las clases presenciales y el 5 de octubre 2020 el Aula (APFA) inició las clases en una modalidad mixta, presencial y online a la misma vez.

Clase mixta presencial y online con las medidas sanitarias COVID

Los tambores cercanos de guerra seguían sonando, la marejada de la epidemia continuaba latente y a los mayores se les hiela la sangre, ante el panorama de incertidumbre de futuro que se presagia. Alrededor de un 35% de los 1300 alumnos mayores, no se matricula en el curso 2020/2021 en el Aula (APFA), a pesar de las estrictas medidas sanitarias impuestas en las aulas y espacios universitarios: Aforo limitado, separación física entre alumnos, ventanas y puertas abiertas, uso obligatorio de la mascarilla, pasillos y entradas en un solo sentido para evitar cruces, cafetería cerrada.

Me sentí feliz, al retornar a clase, como un náufrago superviviente volviendo a ver los semblantes de mis compañeros de nuevo en aquella isla protegida de la Universidad. Rostros sin facciones, con la sonrisa en los ojos, nadie se incomodaba si le dices que con las mascarillas no le reconoces. Descubrimos el nuevo lenguaje del movimiento de los ojos. La paciencia se instalaba en el nuevo estilo de vida, esperábamos con tranquilidad las colas para entrar, pasábamos por el ritual del lavado de manos con gel hidroalcohólico, indagábamos con orden el circulo de color del respaldo donde sentarte. La clase escalonada se completaba y fuera para los rezagados le esperaba el aula “espejo”. Unos alumnos ordenados en la simetría de las filas e hileras de asientos de la clase, otros los menos, sentados plácidamente en sus casas conectados on line por ordenador. Dos mundos contrarios se unían en un mismo espacio del aula, lo virtual y lo real. Confieso mi sorpresa y la de muchos, ante el acúmulo de novedades, nada dejado a la improvisación en una organización milimétrica que me recordó mi etapa castrense.

Como el perfume que asciende en una columna, se esparce y desaparece al poco tiempo. A los 10 días del comienzo de las clases presenciales, se cerró la Universidad el 15 de octubre de 2020 y se continuaron con las clases on line en videoconferencias virtuales.

En algunas ocasiones y al aire libre se realizaron las clases prácticas de asignaturas como fotografía o pintura

Esta vez la indecisión se quedó en una esquina y los alumnos mayores se volcaron con las clases, batiéndose marcas de asistencias on line en algunas superando los 200 estudiantes y con un promedio medio diario de unos 70 alumnos por clase. Todo un éxito. Anécdotas para escribir un libro, surgían en las clases. Una tarde en la clase aparece en pantalla nuestro compañero José Rodríguez Sánchez conectado por el móvil, acostado en la cama con su mascarilla y el suero al lado, estaba ingresado en el Hospital y no se quería perder la asignatura. Unos más presumidos se arreglaban y maquillaban para aparecer en pantalla, otros desde la playa o el campo nos enseñaba su entorno.

Es cierto que la puerta digital es más alta y cerrada a cada año. Pero los mayores de 50 a 90 años sabemos buscar la llave que la abre. El tiempo nos deja la sangre más endurecida pero el espíritu de los jóvenes maduros sigue intacto. En esta crónica, no he querido dejar en el olvido, las fases y la metamorfosis pasadas en un año y que nosotros mismos nos sorprendimos.

 

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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

Rafael Reche Silva

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Comentarios

8 respuestas a «Rafael Reche: «Un año on line en la Universidad»»

  1. Diego Quiros Montero

    Interesantisimi artículo que resume las consecuencias de un año de pandemia en la universidad de mayores, y que es extensible a otras instituciones. El lujo y dominio de las expresiones y formas de exponer el tema son sin duda un magnífico añadido a la descripción de los hechos. Enhorabuena Rafa

    1. Antonio Alcalde Castilla

      Es verdad todo lo que escribes de este año que llevamos pero yo me pregunto cuánto nos queda estamos como pájaros enjaulados y asustados que cuando te habren la puerta tienes miedo de salir porque dura poco y no tienes tiempo de pensar y el tiempo pasa un abrazo Rafa

      1. Rafael Reche

        Gracias amigo Antonio que te envidio porque me lees desde el campo, en esa maravillosa tierra de las Alpujarras. Un fuerte abrazo

        1. María de los Ángeles Reche

          Bellísimo relato de lo que estamos viviendo y el maravilloso poder del ser humano ante la adversidad. GRACIAS hermano por plasmar los sentimientos con palabras.❤

          1. Rafael Reche

            María de los Ángeles gracias por tus palabras, es un año para olvidar y nosotros en la familia hemos vivido muy de cerca y de lleno, los efectos del COVID.

    2. Rafael Reche

      Gracias Diego por tu fidelidad para mí es un orgullo tenerte como lector y amigo. tus comentarios me renuevan la energía para continuar escribiendo . Un abrazo.

  2. Domingo Santana López

    Muy buena reflexión amigo Rafa. Enhorabuena por mantener las actividades. Son un ejemplo de Asociación y personas. Un fuerte abrazo.

    1. Rafael Reche

      Amigo Domingo siempre es placer que desde Canarias y esa hermosa tierra de las Palmas de Gran Canaria, sigáis los artículos sobre nuestra Universidad de Mayores y las vicisitudes de los compañeros. Un abrazo.

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