Juan Antonio Díaz Sánchez: «La línea de ferrocarril Guadix-Baza-Lorca: el tren de los sueños»

Languidecía el día, en una fría tarde de invierno; los almendros, estériles de fruto, tiritaban de frío. En una tarde lúgubre y tenue, Antonio José –así se llamaba el muchacho−, salía de trabajar en la fábrica azucarera “Nuestra Señora de las Mercedes” de Caniles. En dicha fábrica se elaboraba azúcar y ron. Como cada tarde-noche, Antonio José esperaba el tren en la estación de Caniles para regresar a su casa en la ciudad de Baza…

Así comenzaba, hace ya muchos años, una bonita historia de amor que se desarrollaba en esta comarca. Una historia, como todas las historias, con un principio, un entramado y un final. Un amor que fue posible gracias al tren, ¡siempre el tren!, aquel tren de los sueños que unía Andalucía con Murcia, aquel tren que conectaba Caniles con Baza. Muchas personas llamaba a ese tren, el tren de los sueños, y lo era, realmente lo era.

Fueron muchas las familias que vieron en este tren una oportunidad de futuro, el medio que hizo posible la industrialización de estas comarcas a comienzos del siglo XX. Las comarcas de Baza y el Almanzora florecieron al progreso, desarrollo e industrialización como florecen las amapolas en la sierra por primavera. El tren funcionó como el hilo conductor de todas estas industrias: la fábrica azucarera de Caniles, el hierro de Serón y el esparto de Cúllar fueron los productos más demandados que esta comarca producía.

El 31 de diciembre de 1984, en ese triste día, un año finalizaba al mismo tiempo que el tren de Murcia a Granada ya no cabalgaba sobre sus raíles de hierro que le servían de herraduras y las traviesas de madera que le marcaban la senda. Víctima de mala política, la opinión pública se volvió en su contra, los que más hubieron de defenderlo le volvieron la cara y allá, en las salas del Gobierno, lo negaron como negó San Pedro a su Maestro.

Fue casi todo un siglo lo que estuvo este tren discurriendo por la hoya de Baza y la cuenca del Almanzora, de Murcia a Granada, de Granada a Murcia, de una punta a otra de España. Este año, precisamente este año, tristemente, se cumplen 37 años de aquel fatídico día. Tres décadas del aniversario de aquel día en que a esta tierra condenaron a la pobreza y el subdesarrollo. La fábrica ya no produce azúcar para endulzar el amargo café, las minas ya no dan hierro para construir los ferrocarriles que nos quitó el gobierno y los llanos ya no dan esparto para escribir la noticia.

Ahora, en pleno siglo XXI, tenemos la oportunidad histórica de enmendar el error cometido con esta tierra, de ver cómo pasa de nuevo el tren por estas tierras del antiguo Reino de Granada. “Errar es de humanos, rectificar de sabios”, reza un viejo refrán castellano. Esta tarea corresponde a la Política, sí escrita esta palabra con mayúscula, que se ha de materializar en las actuaciones del Gobierno. Pero ¡ojo!, el pueblo también es Gobierno, de él emana su poder y, por lo tanto, tiene derecho a pedir lo que le pertenece por legítimo derecho propio de nacimiento. Queremos, que en este año 2021 ‒efeméride del 37 aniversario de tan tremenda injusticia y manifiesto latrocinio‒, nos devuelvan lo que es nuestro, lo que nunca debieron de expoliarnos, el tren que tanta falta nos hace, ese tren que tomaban nuestros padres y abuelos, y que no les gustaría morirse sin volver a verlo cabalgar de nuevo.

 

 

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