La antigua ARICA, es actualmente más conocida por ALDERNEY, quizá sea por el hecho de tener sellos propios con esa denominación, por lo tanto podría ser el aspecto filatélico el que la haya hecho mucho más famosa a nivel planetario que lo que podría ser por su tamaño y exigua población.
Se trata de una de las islas anglo-normandas, también denominadas Islas del Canal, que apenas dan para perderse. Las varias veces que intenté llegar a ella no hubo suerte por el estado del mar. Alderney o Aurigny se localiza al oeste de la zona del Cabo de La Hague, apenas hay un par de miles de personas que tratan de preservar, ahora que ya se perdió, su “tesoro lingüístico” el patois o dialecto que es una mezcla de francés e inglés cada vez más en desuso porque sólo se hablaba entre los autóctonos de más edad y, evidentemente, de poco les sirve cuando llega el ferry desde la cercana Francia.
Jurídicamente depende del Gobernador de Guernsey, y salvo la excelente leche y manteca de su raza vacuna autóctona, prácticamente todo lo demás es importado. En la zona oeste hay grandes peñascos que, a pesar de los faros existentes, provocan más de un quebradero de cabeza a los hombres del mar y no pocos naufragios a lo largo de la historia.
Los marineros o profesionales del mar buscan su refugio en una zona de larga historia militar ubicada en Bray, aunque la construcción no se llegó a finalizar nunca, el dique supera los 1200 metros, sirve de juguete para las gigantescas olas cuando se desatan los grandes temporales en el Canal de la Mancha.
La coqueta y liliputiense parroquia de Santa Ana funge como capital insular y está prácticamente en el centro de la islita, sin duda buscando refugio de las tormentas, los Estrechos de Race de Aurigny y el Swinge, que la separan del deshabitado islote de Burhou, son de difícil navegación.
Su servicio postal lanzó el 4 de abril de 2022 una serie dedicada a la lengua autóctona prácticamente desaparecida y a la que una serie de personas tratan de resucitar. Se trata de ocho efectos que en la práctica nos hacen recordar la cotidianidad de sus habitantes, fueron ilustrados por Josie Pond y su madre, ella es la veterinaria de la pequeña comunidad, pero entre sus aficiones, no sólo las de preocupación lingüística, está el diseño o el arte tras abandonar la docencia en Francia, allí ejerció durante más de una década y quizá de ahí le venga ese punto de infantilismo en estas estampillas. Ahora su batalla está centrada en el patois o aurignés y en cuyo horizonte está la elaboración del diccionario para uso de los escasos escolares y recuperar la lengua de sus antepasados.
Se trata de un dialecto anglo-normando cargado de historia, en esa titánica tarea la acompañó hasta su fallecimiento en julio del 2019, Royston Raymond, un personaje que, a pesar de no tener una buena fluidez en el idioma local, decidió dedicarle diez años a tratar de conservarlo. Una idea que a veces me ha pasado por la cabeza con el jameño de mi infancia feliz y que nunca pasó de eso.
Recordemos que cuando Guillermo el Conquistador [anteriormente duque de Normandía] se coronó rey de Inglaterra, se impulsó el intercambio comercial de las islas con la Gran Bretaña. En el XIX se establecería la guarnición militar y en la era victoriana llegarían los primeros profesores y, con ellos, la anglonización de sus habitantes que sufrieron un serio revés cuando fueron evacuados en la II Guerra Mundial al regresar, en 1945, apenas una treintena de personas mayores empleaban el dialecto local: los jóvenes ya lo habían dejado de lado. Los últimos hablantes murieron en los años 80 del pasado siglo.
Royston dedicó toda su vida a tratar de preservar el legado, la última década se volcó en la recopilación del diccionario, escribió varias historias que tituló Histouaires en Aourgnais donde, a través de las memorias de los mayores y los cuentos orales tradicionales, trataba de llegar a los escasos niños de la isla, también recopiló sus historias en un CD, uno de esos tesoros para los lingüistas y etnógrafos de nuestros días.
Fundó una banda para tratar de preservas los cantos locales tradicionales, en 2010 comenzó con el grupo MARÉE MIGNIET (La medianoche), grabó seis canciones en patois aurignés en compañía de otros cuatro paisanos, esos esfuerzos le valieron el premio Guernsey Eisteddfod del 2019, el año de su muerte.
Los sellos nos trasladan a escenas cotidianas y, aunque no se refleja nada de ello en las estampillas, todas llevan aparejada una frase en patois que difícilmente perdurará más allá de las páginas especializadas de las cada vez más escasas publicaciones dedicadas al mundo del sello, así que las recreamos para nuestros lectores y las hacemos visibles con estos timbres exóticos que rara vez encontramos en la paquetería mundial.
52p Santaie à vos pâlotset à vos familias [Salud para tus amigos y familiares].
73p Cha saonne migniet à Saint Anne [Suenan las campanas de Santa Ana a medianoche].
79p Ma graond maire a trop pessaons [Mi abuela nos ha traído mucho pescado]
1.10£ L’houmme dedans li lenne ne porte pas di hardes [El hombre y la luna no llevan pantalones].
1.26£ Barbéloutes à Burhou [Frailecillos en Burhou]. Aquí haremos un pequeño inciso porque esta especie de avecilla marina, típica del Atlántico Norte, en varias ocasiones ha sido confundida con los pingüinos –una especie que no pasa de Las Galápagos, o sea distribución Austral o zona del Atlántico Sur- por algunos colegas de El País y La Vanguardia, en varias ocasiones les pedí rectificar a través del Defensor del Lector].
1.35£ En battaypeckhou au port d’Braye [Barquito de pesca en el puerto de Bray].
2.20£ Platte Saline [Dunas de Platte Saline].
3.50£ Enne vâcque Aourgnaise au Marais [Vaca aurignesa en la granja].
Se imprimieron en litografía offset, hojitas minipliego de diez efectos, por la firma francesa Cartor Security Printer, según el diseño de las féminas Josie y Sally Pond, comenzando a circular postalmente el 4 de abril de 2022 desde Alderney, allí no son válidos los signos postales del Reino Unido, las islas del canal son autónomas en todos los asuntos postales, incluso algunas tuvieron sellos privados, algo bastante habitual en las islas británicas, si no llega el Royal Mail, los propietarios de ellas pueden hacer sus sellos que circularán por el correo inglés añadiendo el coste en franqueo del correo oficial [Por cierto la isla de los frailecillos o Puffin tiene ese tipo de sellos, esa otra islita está ubicada en el Canal de Bristol].
(Nota: Las imágenes que ilustran este artículo proceden de la Web del artista, Servicio Filatélico de Guernsey y de la BBC)
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Maestro de Primaria, licenciado en Geografía
y estudios de doctorado en Historia de América.
Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas
del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio internacionales.