Tres manifestaciones artísticas (20 fotos, 12 cuadros y 23 poemas) reunidas en un espacio en cuya la entrada a la derecha cuelgan tres oleos y a la izquierda tres fotografías realizadas con el móvil, a pulso y sin ningún retoque. Al respecto explica que «yo no salgo a hacer fotos. Es la fotografía la que me encuentra a mí». Como ejemplo comenta las tres primeras en las que se puede ver un árbol sin hojas cuyas rama recogen cada una un grupo de nubes, su sombra proyectada sobre el suelo y un contrapicado de una farola encendida de noche, en tanto que los óleos son paisajes otoñales y un paisaje marino de Salobreña.
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Tras dejar atrás esta pequeña sala nos encontramos otra serie de óleos con poemas y el resto de fotografías en cuya parte inferior cuelgan las poesías. Los primeros tres cuadros giran en torno al mismo motivo, unas palmeras de Salobreña, el primero con tonos rojizos, el segundo en tonos azules y el tercero en blanco. También dos cuadros de Escocia pintados a partir de fotos realizadas por su hijo durante un viaje y bonitas imágenes de la ermita de San Isidro, una puesta del sol desde su casa, la taha de Pitres y hasta un pasillo de un bloque moderno.
«La vida sigue y hay que continuar, lo contrario sería amargarme yo y a los que me rodean», comenta antes de explicar que le ha sorprendido que haya habido visitantes que han leído todos los poemas dedicados a un mendigo, a la mujer, a las niñas explotadas,… Estos textos poéticos forman parte del poemario ‘Poemas perdidos’ que ha resultado finalista del XXXIX Certamen Literario de Poesía ‘Castillejo’ Benigno Vaquero de Pinos Puente en su edición 2015. Respecto a la singularidad de la exposición en un hospital muestra su total agradecimiento a Chema Cotarelo por «potenciar y acercar la cultura a los enfermos, sus familiares y público en general».
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