Con esta foto de portada, casi una foto-denuncia, hoy vengo a llamar la atención sobre una parte de nuestro patrimonio, indebidamente olvidado. Se trata de un patrimonio ligado al agua que lleva presente en nuestro pueblo al menos desde el siglo XVI, probablemente bastante antes. Dado que hoy La Zubia ha dejado de tener entre sus principales fuentes de ingresos la agricultura, los restos de todas las infraestructuras que nuestros antepasados edificaron para canalizar y abastecer de agua el territorio, permanecen en la más absoluta penumbra.
Sólo quiero referirme a uno de estos elementos, pero nadie debería olvidar el valor del resto de elementos asociados al líquido elemento: algunos de los cuales todavía permanecen: partidores, acequias, túneles, arcos, depósitos, etc. Precisamente uno de esos depósitos de almacenamiento de agua es el protagonista de este artículo. Se trata de la Alberca Grande de La Zubia, asociada indisolublemente a la Huerta Grande de La Zubia.
Es una infraestructura que hoy se encuentra en pleno casco urbano, pero que en su momento estaba fuera del mismo, aunque muy cercano a las casas de la zona alta de la villa. En una imagen de detalle, se puede observar cómo este hecho se mantuvo hasta épocas relativamente recientes.
La alberca, como depósito de almacenamiento y distribución de agua, existe al menos desde principios del siglo XV, pero posiblemente su datación sea anterior. Un estudio arqueológico podría determinar la cronología del mismo, que seguramente tenga que ver con el propio abastecimiento de agua al municipio, como mínimo de época nazarí. He dejado en el título entre interrogantes la posible datación de esta infraestructura y su conexión con los sistemas de regadío existentes en zonas de Granada como los albercones de la Alhambra, el de Cartuja, o la famosa Fuente Grande de Alfacar, porque se necesitan nuevas investigaciones sobre este inmueble, que lo confirmen, pero me caben pocas dudas al respecto.
El caso es que el primer documento donde se menciona a la Alberca Grande, es de 1513, aunque hace referencia a uno anterior de 1500. En la primera fecha la propietaria del terreno, María Díaz, viuda del jurado Hernando Díaz de RIbadeneyra, en nombre de sus hijos había solicitado a la justicia que se le diese posesión de una finca, que previamente, el 11 de diciembre de 1512 se le había concedido mediante una real cédula de la reina doña Juana. En este documento se especifica que la Huerta Grande, la alberca y los derechos de agua anexos se le dieron a este jurado (un cargo municipal) en 1500. Por eso es difícil pensar que este depósito de agua, no sea anterior y fuese construido en época nazarí (apenas 8 años antes habría que contar). No obstante, y dada la documentación existente, ya se prueba su existencia en época mudéjar.
Así pues, el 26 de febrero de 1513 se les dio posesión de todos esos bienes, incluyendo la Alberca Grande de La Zubia:
“vn Alberca grande de recoger é tener agua, la qual es cerca de la dicha Alquería de La Zubia, en el camino que va a Corbales, é alinda con el dicho camino, é con huerta de Gonzalo Fernández de Laguna que se decía Abraan, é de Reduán, é de Focai, que diz que es de la dicha Huerta de Geninalquivir, é que pertenece á ella…”
La descripción del depósito de agua es muy precisa, lo cual tiene lógica, porque se trata del lugar de distribución del agua de la acequia del Genital. No obstante desconozco las identidades de los propietarios moriscos colindantes. La práctica inexistencia de documentación de esa época sobre La Zubia impide saber algo más.
Los siguientes traspasos de propiedad incidieron en los derechos de agua, y la propiedad anexa de la Huerta Grande. Pero será en 1571, cuando en el libro de Repartimiento de La Zubia se explique la distribución de riego de la acequia del Genital:
“Y ansi mismo pertenesçe a el dicho lugar de la Zuvia de la dicha agua del Genital, dende el miércoles a mediodía de todo el año, y jueves e viernes con sus noches hasta el savado, e saliendo el luzero del alva para regar el dicho término de la Zuvia en general, eçebto que la mitad de los dichos días y noches hasta el dicho savado a el luzero de el alva, pertenesçe la mitad a la dicha huerta que dizen la Grande, de los herederos del dicho Diego de Avila….”
Todavía en la última publicación de las ordenanzas de esta comunidad de regantes en 1966 se especificaba que:
“Todos los días del año vendrá obligado el acequiero de La Zubia a subir por el cauce de la acequia y siendo las doce horas solares, tomará las aguas donde las hallare para llevarlas a la Alberca de La Zubia donde se distribuyen”.
Como ya digo, la Alberca Grande, formó parte de una sola propiedad desde el siglo XV hasta el siglo XX. La Huerta Grande y la Alberca Grande se vendieron sucesivamente de propietario en propietario. La Huerta Grande y sus sucesivos propietarios lucharon durante siglos por mantener intactos sus privilegios, y fueron obteniendo numerosas sentencias favorables que permitieron mantener íntegros todos sus derechos. El Ayuntamiento de La Zubia, el Juzgado de las Aguas de Granada, y finalmente los tribunales hasta llegar al Tribunal Supremo, sentenciaron favorablemente, lo que permitió la continuidad durante siglos de esta huerta.
Parte de estos pleitos y las largas conversaciones con uno de los últimos propietarios de la Huerta, don Federico Bermúdez-Cañete Fernández (1941-2022) me han permitido conocer muchos detalles sobre esta finca y su relación con el proceloso y judicializado mundo de la distribución de aguas de La Zubia. Federico, gran conocedor de la historia de su familia y de sus múltiples propiedades, a quien va dedicado este artículo, me permitió acceder a documentación privada que amplió mis conocimientos sobre la Alberca Grande de La Zubia. La documentación conservada enumera prolijamente uno por uno todos los propietarios de la Huerta Grande, como pude verse en estos fragmentos.
No obstante, con el correr de los tiempos, uno de los últimos propietarios, doña María Dolores Fernández Montes (1907-2002), hizo importantes segregaciones de esta propiedad, que acabaron por descontextualizar este antigua huerta y su sistema de regadío. El 25 de agosto de 1985 se segregó el estanque de agua de 690 m2 para pasar a formar otra finca. Ahora es de propiedad privada.
Para entonces la comunidad de regantes ya no usaba este enorme depósito de distribución, en un evidente abandono de sus funciones. Aunque la propiedad de la alberca pertenecía a la Huerta Grande, y así constaba en sus escrituras desde el siglo XVI, la utilización de la misma correspondía a la Comunidad de Regantes que rige la acequia del Genital. Como ya he dicho, así se expresa en sus Ordenanzas, en el artículo 2º: “Pertenecen a la Comunidad en concepto de obras, las siguientes: 4º Una alberca donde se recogen las aguas para ser distribuidas desde ella, situada junto al pueblo de la Zubia”. Pero en los años 60-70 el declive de la agricultura y el auge de la construcción hizo que la acequia fuese cementada en su mayor parte, y hoy discurra entubada en buena parte de su recorrido por los cascos urbanos de Monachil, barrio de La Vega, Cájar, y La Zubia. De hecho el mapa de la acequia, realizado por la Comunidad de Regantes, obvia la Alberca Grande y el recorrido de la acequia sortea este depósito de distribución, como se puede observar en su blog.
El inmueble de la Alberca Grande, sin uso por parte de la Comunidad de Regantes, y descontextualizado de su uso original, ha ido deteriorándose con el tiempo. Situado en la esquina entre la c/ San Luis y la c/ Primero de Mayo, fue usado en ocasiones como aparcamiento de vehículos y parte de sus muros derribados para facilitar la entrada de los mismos. Hoy aparece como un solar más, esperando algún cambio normativo que permita su urbanización.
Supuestamente y para evitarlo, figura en el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos aprobado por el Ayuntamiento de La Zubia en 2014, y que puede consultarse en su portal de la Transaparencia. Aparece catalogado como un elemento de interés arqueológico, con un nivel de protección B que incluye las:
“construcciones, elementos o recintos que deban ser conservadas íntegras por su carácter singular o monumental y por razones históricas o artísticas, preservando sus características arquitectónicas originarias”, y en las que sólo “se admitirán obras de restauración y conservación que persigan la conservación del elemento en su estado original y procure su recuperación funcional (si fuese el caso) y monumental”.
La descripción que aparece en el catálogo corresponde a un informe de octubre de 2011, es bastante precisa:
“Los restos de la estructura hidráulica se encuentran en el interior de una parcela de planta cuadrada situada en la calle Primero de Mayo nº 18. El cierre de la propiedad lo constituyen los propios muros de la estructura y cierres de bloques de hormigón y vallado metálico en aquellos puntos en los que existen lagunas constructivas de la obra originaria. Dimensiones aproximadas: 25,50 metros (de E a O) x 19 metros (de N a S). Altura: 2.25 m. Superficie: 484,5 metros cuadrados y una capacidad de 1090,13 metros cúbicos. Medidas que deberán ser ajustadas en base a una investigación arqueológica de la estructura. La construcción es obra de hormigón de cal muy compacto con abundante contenido en cal y árido de grano medio. Pese a observarse que ha sido enlucida a su interior con cemento, es fácil apreciar, en los puntos en que este ha desaparecido, los enlucidos originarios que permitían completar la impermeabilidad del tapial hormigonado. Se aprecian los mechinales de la tabiya empleada en su construcción.”
Con un alarde de benevolencia se exponía en su estado de conservación la siguiente anotación “Pese a que se han visto afectados parte de sus muros perimetrales, con pérdidas parciales, y la construcción de parte del vallado de cierre con bloques de hormigón, el albercón conserva gran parte de su estructura originaria y puede considerarse que su estado de conservación es óptimo”.
Ignoro si alguien se atrevería a decir eso, hoy en 2024. Efectivamente el paso del tiempo y el abandono han hecho que buena parte de sus muros hayan sido derribados y sustituidos por modernas tapias de bloques de hormigón rematadas con alambrada metálica. Todavía en los años noventa del siglo pasado se podía observar parte de un muro completo de tapial, concretamente el del lado E, como se refleja en la siguiente imagen.
Hoy su aspecto es bien diferente, y es cierto que todavía se puede observar la magnitud del albercón, la longitud de sus paredes, su anchura, así como los orificios de entrada y salida de agua. Su aspecto va cambiando con los años, y para muestra dos fotografías.
Como se ve en la fotografía de portada de este artículo, la alberca aparece hoy con una gran valla publicitaria; y las sucesivas corporaciones municipales han “adecentado” la esquina de la alberca, dotándola de acerado, una marquesina de autobús, señalización de tráfico, y contenedores, que evitan conocer que se trata de una edificación posiblemente de época nazarí, y que durante más de cinco siglos sirvió para el abastecimiento de agua de riego a la población.
Desde el CEI AL-Zawiya, como hacemos siempre queremos reivindicar nuestro patrimonio olvidado. En este caso el de la Alberca Grande en particular, pero en general el del patrimonio del agua, tan importante para el desarrollo de nuestra población. Las acequias, verdadero sistema arterial distribuía el agua por todas partes.
Para eso la Comunidad de Regantes usaba una compleja red de artefacto, como las tomas, partidores, puentes, minas, etc., pero es que además el agua favorecía la industria impulsando todo tipo de fábricas: las más antiguas, los molinos harineros, pero parece que alguna almazara o una fábrica de jabón, e incluso en el siglo XIX empresas hidroeléctricas (ya fuera del término municipal). Todo ello podrá ser objeto de nuevos artículos para sacar del olvido, esta parte tan importante de nuestro pasado. Hoy nos contentamos con sacar del ostracismo a la Alberca Grande de La Zubia, que merece una investigación arqueológica individualizada, así como una puesta en valor “in situ”, para que todo el mundo comprenda su función, su utilidad y su antigüedad.
Unas últimas palabras sobre su nivel de protección. Gracias a informaciones orales, sabemos que en 2011, el arqueólogo José Javier Álvarez García redactó un pequeño informe sobre este inmueble que se envió a la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía. Preguntado a este organismo sobre la información que tiene sobre la Alberca Grande de La Zubia, para poder redactar este artículo, después de casi tres meses esperando aún no he obtenido respuesta. Si para el Ayuntamiento en 2014 el estado de conservación era óptimo, para la Delegación de Cultura en 2024, o no existe o todavía lo están buscando. Deseo que artículos como este ayuden a proteger correctamente este patrimonio de La Zubia, que probablemente date de época nazarí. ¿Qué otro municipio no lo haría?
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