«Me llamo Fernando Alijarte. El nombre se me impuso cuando fui bautizado hace más de treinta años, en honor del monarca aragonés, abuelo materno de vuestra majestad y de vuestro esposo que conquistó este reino granadino. Y fue apellidado así por mi nacimiento en «Kasr al-Hijar», una casa palaciega conocida también por los Alixares, situada extramuros de la medina de la Alhambra y vivienda de la familia Comixa, uno de los linajes de prestigio de la corte nazarí», así comienza esta nueva obra de Gastón Morata que gira en torno a la entrega de Granada en 1492 y abarca el período entre 1478-1510, época durante la cual el hoy Parador de San Francisco, situado frente al Generalife -donde realizamos la entrevista al autor- tiene un cierto protagonismo dentro de la narración pues acogió el enterramiento de Isabel la Católica y con anterioridad el de su nieto Miguel, fallecido igualmente en Granada. El coprotagonista de la novela que es un hijo del alguacil mayor de Granada, Ibrahim Comixa con el objeto de conseguir prebendas de los Reyes Católicos, decidió convertirse primero al cristianismo y luego ingresar en el convento franciscano de la Alhambra, para así seguir beneficiándose.
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En este lugar tenemos la oportunidad de disfrutar de un libro agradable al tacto, a la vista y al olfato cuya portada encargada por Miguel Sánchez ha sido diseñada por Juan Vida y la maquetación, obra de Susana Martínez, calificada ambas como «maravillosas», con una letra ampliada para que las personas presbíticas también puedan leerlo con más facilidad. Respecto a su presentación en la ONCE obedece a que hace un mes el auto tuvo un emotivo encuentro con un grupo de invidentes de esta organización que se consideran sus lectores porque han escuchado todas sus novelas pues están en audiolibro por lo que Gastón Morata manifiesta sentirse «muy orgulloso, no solo tener lectores sino también oyentes». Como bien nacido se muestra muy agradecido, tal y como reza la dedicatoria a sus familiares y amigos, especialmente a Salvador Villegas que le convenció para novelar a Ibrahim Comixa y en memoria a Diego Morata y a José María Arráez, quien fuera su editor y amigo que retrasó un mes su jubilación para sacar ‘Quimeras de plomo’.
Rutas literarias
Así pues su legión de lectores está de enhorabuena pues el «médico al que le gusta narrar historias de su tierra» ha dedicado los dos últimos años a documentarse sobre este período y darle forma en un libro de 496 páginas repartidas en un Preludio, 29 capítulos sin títulos distribuidos en tres bloques -Granada islámica, Granada mudéjar y Granada morisca-, un epílogo y una nota de autor. Desde el punto de vista narrativo el preludio y el epílogo están en tercera persona, en tanto que el resto lo está en primera. La historia comienza cuando la emperatriz Isabel viaja con su esposo el emperador Carlos a Granada. «Ella se queda aquí, donde lo ha pasado bien por lo que ha donado dinero para conventos y otras obras de caridad, pero quiere hacer algo más como es liberar a un preso. La narración comienza con un cincuentón, criado del coprotagonista, que va a contar su historia. La novela está basada totalmente en hechos verídicos que ocurrieron en Granada en torno a 1492», explica antes de añadir que en el epílogo se cuenta la decisión de la emperatriz con el criado y que las notas de autor le sirven para recoger «la veracidad de todos los hechos y aclarar los verídico y lo ficticio pues en el fondo es una novela y no es historia». Gastón Morata lleva a gala que todas sus obras se han convertido en rutas literarias pues la segunda protagonista de las mismas siempre es la ciudad de la Alhambra, ya que «describo sus rincones, plazas, calles y edificios que es lo que les gusta a mis lectores, fundamentalmente granadinos».
