Burrita: Tengo una curiosidad, señor arriero. ¿Por qué los humanos envolvéis vuestras ocurrencias, discursos y dobles intenciones en esa verborrea que tanto os caracteriza?
Arriero: Para ser una burra, Molinera, preguntas cosas que conllevan las más diversas especialidades: filosofía, economía, política, psicológica, lingüística, sociología…, todas por separado y todas al mismo tiempo.
Burrita: ¿Lo ve? Una pregunta tan simple como esa…, y para contestarla va a necesitar usted recurrir a realizar seis carísimos másteres en la doctrinaria, corporativa y excluyente Universidad de Navarra…
A: ¡A lo que íbamos, señora burra! ¿Qué quiere usted saber?
B: He estado escuchando la charla que ha dado a ese grupo de profesoras y profesores bajo aquella encina, durante la excursión que ha organizado con ellos y aprovechando que los mantenía apostados y descansando.
A: ¿Y?
B: Pues que, no sé si por educación o porque les estaba interesando lo que les contaba, no han pestañeado siquiera. Sin embargo, he podido comprobar que, después, y mientras hacía yo como que pastaba pero que en realidad les estaba escuchando, aquellos que más interés pusieron en ello, fueron los que, a sus espaldas, más le cuestionaban a usted y su teoría.
A: ¡Lógico! La disensión está implícita en todo discurso. ¿Y en qué discrepaban, si se puede saber?
B: Todos le daban la razón en aquello de que… “El modo de vida actual exige un nuevo modo de aprender, un nuevo modelo de educación que valore la creatividad intelectual, el espíritu emprendedor, el trabajo en equipo y, sobre todo, los conocimientos prácticos… Un Sistema Educativo –dijo usted- que, entre sus fines diversos, trate del desarrollo de la capacidad de los alumnos para regular su propio aprendizaje, aptitudes y conocimiento…”
A: ¡Elemental que estén de acuerdo…! ¡Eso no me lo he inventado yo…! Eso, para tu conocimiento, está escrito en la propia LOE: ley orgánica 10/2002, 23 de diciembre en el apartado referido a Calidad de la Educación…
B: Hasta aquí, todos de acuerdo… Ha sido, sin embargo, al meter usted el dedito de su Pedagogía Andariega en el ojo de las Instituciones y de lo que esa nueva filosofía exigía al profesorado, cuando han comenzado a despotricar de usted, haciendo chistes de “sus extravagancias asnales” –decían.
A: ¡Eso ya me lo esperaba yo…! Están acostumbrados Pedagogos renombrados; a catedráticos redichos y a legisladores educativos que, les recrean el oído a base de frases bonitas, pero que, en el fondo, no implican cambio alguno: ni para los alumnos, ni para ellos, ni para el Sistema. Es más…, estoy por decir que hasta, en su comodidad, ignoran las perversa finalidades que encierran esas opiniones versadas y esas legislaciones de última moda. Palabras y normativas que esconden intereses bien contrarios a nuestros muchachos y a los intereses de la sociedad en la que conviven.
B: ¡Como que son políticos y doctores consagrados los que las escriben…!
A: Sir ir más lejos, y donde hablan de favorecer el “espíritu emprendedor”, lo que están pretendiendo es hacer oficial el pensamiento “neoliberal” que concibe la educación como un bien al servicio del sistema productivo vigente, y no como un derecho fundamental…
B: En cristiano y para que yo le entienda, por favor….
A: Digo que esa palabra “emprendimiento” y el desarrollo específico que se hace de la misma, en cuanto a contenidos y promoción económica que se hace de ella por parte de las Comunidades Autónomas (que son las que desarrollan su puesta en práctica), no pretenden otra cosa que potenciar una “pseudofilosofía a la americana”, es decir, en elevar a la enésima potencia una economía esquizofrénica, sustentada en la creación de empresas con carácter exacerbadamente competitivo, ganancial y excluyente. O lo que es lo mismo, en justificar, ahora de forma oficial y ante sus palmeros y votantes la economía capitalista vigente en una parte de nuestra sociedad. En definitiva: mercantilizar la educación, avasallando la indefensión infantil y juvenil, al par, eso sí de blanquearla con mensajes subliminales.
B: “¡Engáñame bien!”, que decía el descansado de Alejandro, su señor suegro.
A: Así es, efectivamente. “¡Ya que me engañas…, engáñame bien!
B: O sea, que hay que saber leer entre líneas… Que donde pone “Digo”, hay que leer “Diego”…. ¡Si ya se lo decía yo al principio: “Verborrera”, “Verborrera”, y nada más que “Verborrera…!”
A: Por eso, a esos profesores que tu dices, acostumbrados a un tipo de literatura educativa tergiversada e hipócrita, en cuanto les hablas de “desescolarizar”, de “exigirles fidelidad al compromiso con sus alumnos…, de trabajar al servicio de la sociedad en la que viven…”, de aprender caminando en contacto con las realidades y recursos didácticos que nos ofrecen los maestros albañiles, artesanos, industriales, químicos, agricultores, informáticos, periodistas, barrenderos, etc., etc… de nuestro pueblo o ciudad…”, se echan las manos a la cabeza y tras preguntarse ¿Qué…? ¿Cómo…? , Se responde a sí mismos (y por consiguiente también a mí), con un: “¿Pedagogía Andariega….? ¡Sí, ya mismo vamos a lanzarnos con niños y jóvenes a la calle y a los caminos…, para que sean otros los que les instruyan y nos quiten la exclusiva de ser “sus educadores oficiales”.
B: Entonces toda esa parafernalia de: “Promover procesos de aprendizaje que partan de los intereses del alumnado, que busquen la globalización de saberes, que posibiliten la construcción autónoma del aprendizaje y que promuevan la creatividad, la investigación, las emociones y los afectos… Que mejore los dispositivos digitales de los centros y la calidad de las redes, los currículos, las maneras de enseñar, los libros de texto…,que imparta una formación integral e inclusiva con la diversidad…” En fin, todo eso que escriben inspectores renovadores como su amigo Paco Olvera…, ¿también tiene doble sentido?
A: Por respeto a su persona y trayectoria no me atrevo a decir yo tanto… Sin embargo, y volviendo a mi charla con aquellas profesoras y profesores de los que hablábamos, los papeles son muy nobles y se dejan escribir encima lo que se quiere. Por eso, y para no quitar la razón a los que me critican y dármela a mí mismo, he terminado mi charla leyéndoles la carta que una muchacha, Laura Boo, dirigió recientemente a la prensa, mostrando su desafecto y desengaño para con la educación que ha recibido. He pretendido con ello, Molinera, que por una vez no seamos los “educadores” los que hablemos. Que sean ellos “los educandos”, lo que, por boca de Laura, tomen la palabra y, por ende, la iniciativa. Luego…, que cada lector, pedagogo, político o profesional de la enseñanza (si es que nos leen, que no creo) saque sus conclusiones:
“Tengo 19 años, soy estudiante y, desde muy joven he pensado que nunca se nos ha enseñado como se debe enseñar.
Desde pequeños se nos enseña a estudiar memorizando y repitiendo como los papagayos, causando mucho cansancio y nervios porque sabes que dependes de una nota que hay en un papel, además de saturarnos y desmotivarnos por no encontrar la manera de comprender que todo esto es un aprendizaje para nuestro futuro.
Porque estudiar para olvidar no es el objetivo, el objetivo tiene que ser razonar las cosas y poder utilizarlas en el día a día, poder enseñar cosas del ámbito que sea y poder ayudar a la población.
Defiendo que ir todas las mañanas a clase para luego pasarte las tardes haciendo tareas y más tareas, estudiando de mala manera para luego presentarte a un examen, un papel, donde una nota determina si eres apto o no para seguir progresando y llegar a conseguir un trabajo, no es la mejor opción (…)
Además, ¿todo lo que se explica nos sirve para la vida? Sostengo que puede haber cosas e incluso asignaturas que estudiemos y que luego no necesitemos y, al contrario, asignaturas o conocimientos que no se implantan como puede ser una buena salud, llevar una vida saludable y la necesidad del ejercicio físico en una vida en la cual cada vez se observa más el sedentarismo y la obesidad, que puede llevar a enfermedades más graves.
La educación desde hace años no es la correcta . El cambio… ¿cuándo llegará?”
Isidro García Cigüenza
Blog personal ARRE BURRITA
EN CAPÍTULOS ANTERIORES
Capítulo 01: «Pedagogía caminera. Mi mejor maestra: una burra andariega»
Capítulo 02: «Aprendemos caminando… del ronzal de mi burrita Molinera»
Capítulo 03: «Por unas Matemáticas andariegas. Diálogo entre el arriero y su burra»
Capítulo 04: «A vueltas con las “Matracas”. Diálogos de un arriero con su burra»
Capítulo 05: «Clase de Lengua. Cervantes: ‘Persona Non grata’. Diálogos de un arriero con su burra»
Capítulo 06: «La clase de Música en la Pedagogía Itinerante»
Capítulo 07: «Los olores… en la Pedagogía Andariega»
Capítulo 08: «La asignatura de Valores Sociales y Cívicos en la Pedagogía Andariega»
Capítulo 09: Los Poetas Modernistas en la Pedagogía Andariega
Capítulo 10: Las maquetas de adobe en la Pedagogía Andariega
Capítulo 11: La asignatura de Química en la Pedagogía Andariega
Capítulo 12: Los juguetes en la Pedagogía Andariega
Capítulo 13: Cómo fabricar luz… en la Pedagogía Andariega
Capítulo 14: La ‘Puta calle’ en la Pedagogía Andariega
Capítulo 15: Los abuelos en la Pedagogía Andariega
Capítulo 16: El agua en la Pedagogía Andariega
Capítulo 17: Los derechos animales en la Pedagogía Andariega
Capítulo 18: Lapsus romántico en la Pedagogía Andariega
Capítulo 19: Los hábitos cotidianos de movilidad activa autónoma saludable… en la Pedagogía Andariega
Capítulo 20: La tierra de labor… en la Pedagogía Andariega
Capítulo 21: El estiércol en la Pedagogía Andariega
Capítulo 22: Las semillas en la Pedagogía Andariega
Capítulo 23: Las plantas del huerto… en la Pedagogía Andariega
Capítulo 24: El mercado… en la Pedagogía Andariega
Capítulo 25: Las calificaciones en la Pedagogía Andariega
Capítulo 26: La ‘Verborrea’ legislativa… y la Pedagogía Andariega