Juan Franco Crespo : «Grandes personalidades de la literatura y el arte de Kirguistán»

Las autoridades postales de Kirguistán han lanzado una serie que, en estos tiempos de escasez informativa [apenas llega correo a casa y gran cantidad simplemente no llega a pesar de ser envíos que sistemáticamente salen de origen] han llamado mi atención, quizá por el uso de un diseño que creíamos arrinconado en el mundo del sello –cada vez hay menos y cada vez encontramos cosas más horteras- pero los kirguices lo hicieron para festejar a grandes hombres de la literatura y el arte.

Se trata de una serie de cuatro sellos en formato horizontal, que iniciaron su andadura postal el último día del año: el 31 de diciembre del 2021 de la mano del Ministerio de Desarrollo Digital que es de quien depende el servicio postal oficial en este país de Asia Central, antaño en la órbita de la URSS y, hoy, libre de ataduras ideológicas, tratando de sobrevivir al posterior caos del fiasco del comunismo. La pandemia nos “atacó” de lleno y cercenó nuestro ya proyectado viaje por Georgia y Kirguistán, los planes se esfumaron y nos quedamos para siempre sin esa aventura que habíamos planificado tras viajar por Uzbequistán: la región nos atrapó, pero los acontecimientos en este 2022 nos desbordaron.

Regresemos a los sellos, a los personajes que aparecen en estas estampillas de tonos grises o negros, Walter Scott (250 aniversario del natalicio); Johannes Kepler (450 aniversario); Fiodor Mikjailovich Dostoievski (bicentenario) y Alberto Durero (500 aniversario). Los faciales respectivos son 75-100-150-175 KGS.

La emisión se recogió en hojitas de cinco más una viñeta en la que reproducen una obra, foto o aporte del personaje al acervo cultural europeo y, por extensión, universal. La diseñadora fue Maria Maier, se imprimieron en offset en Nova Imprim de Chisinau (Moldavia). Se lanzó un sobre de primer día con la serie completa adherida y cuatro tarjetas postales de primer día [no se pueden considerar tarjetas máximas]. La tirada fue de 6000 ejemplares, 200 para los sobres y tarjetas. Con ello podemos colegir que, constriñeron tanto al filatelista que éste es ya prácticamente un extraño para los pocos sellos que circulan por los servicios postales, en nuestro caso apenas representa el 2% del correo que llega al buzón familiar con sellos. Cada vez es más difícil conseguir franqueo para los sobres y aún más poder usarlos en el correo de la zona en donde vivo, donde prácticamente han desmantelado todos los buzones de la calle, sólo he localizado uno de pared en el Ayuntamiento: no está nada mal para una población de más de 25.000 habitantes, incluso el de la oficina ha sido eliminado, para enviar una simple carta tienes que hacer cola. Una vez más lo fácil lo han convertido en una carrera de obstáculos y una forma de hacernos perder el tiempo.

En la era analógica todo era fácil, asequible, utilizable. En plena era digital eso que era fácil representa [ahora] tener que ir a la oficina para que te pesen tu envío, como filatelista, llevar los sellos y adherir el franqueo [parece jabugo por el elevado coste] y, con un poco de suerte, esos sellos llegarán a destino sin ninguna señal de su paso por el correo. En caso contrario, te colocan una etiqueta monocromática y autoadhesiva que aleja aún más a las personas de la historia postal porque con el paso del tiempo simplemente la información térmica, cual Houdini, “se esfuma” de esa etiqueta.

Aquí no hay buzones, pero tampoco dejas de sorprenderte, el otro día fui a certificar una carta y ni resguardo me daban, me pedían que les indicara un correo electrónico para enviar ese recibo de manera virtual. Vaya que de la cerveza sin alcohol, pasamos al pan sin gluten y al sexo sin mujer que ya se abre camino por el Imperio del Sol Naciente donde, algún iluminado, hasta se ha casado con su muñeca o “asistente” [como ahora se dice]. A esto le llamamos progreso, en fin, volvamos a las estampillas del correo kirguiz con una breve pincelada y el que necesite profundizar, ya sabe San Google lo tiene prácticamente todo, otra cosa es que uno encuentre lo que necesita ante la abrumadora cantidad de páginas que caen en tu búsqueda.

Sir Walter Scott nació en Edimburgo (Escocia) en 1771 y murió en el castillo de Abbotsford en 1832. Se licenció en derecho en 1792, investigaría en la literatura universal y las ricas tradiciones orales de su región, sin duda imbuido del legado de Thomas Percy. Está considerado el padre de la novela histórica y junto a Jane Austen, el mayor narrador en lengua inglesa de su época. En 1814 publicaba Waverley, tuvo una prolífica producción hasta que vio la luz “El talismán” en 1825. En total nos legó 28 novelas, 9 poemas y muchas historias más a través de sus críticas y artículos literarios e históricos.

Johannes Kepler (Weil der Stadt 1571-Ratisbona 1630). Fue uno de esos nombres que se conservan en la historia de las matemáticas, pero sobre todo imprescindible en la astronomía. Su primera obra, Mysterium Cosmographicum, apareció en 1596 [se reproduce la portada en la viñeta de la hoja] y en ella establecía la relación entre las órbitas planetarias y las propiedades geométricas de los poliedros regulares. Con ese trabajo se dio a conocer en medios científicos de su tiempo, entre ellos Tycho Brahe y Galileo Galilei. A comienzos de 1600 se vería obligado a abandonar Graz, al poder nunca le sentó bien el conocimiento, él se trasladó como colaborador de Brahe al castillo de Beratek en las cercanías de la capital Checa y, apenas un año después, tras morir el danés, Kepler asumía el cargo de matemático imperial de Rodolfo II. Sus leyes son válidas en todo el universo y se hacen indispensables para el estudio del cosmos, con sus teorías rompía por primera vez la idea del movimiento circular de los cuerpos celestes.

Fiodor Mijailovich Dostoievski (Moscú 1821-San Petersburgo, 1881).Sin duda uno de los pesos pesados de la literatura rusa, no exento de dramatismo, no tuvo una vida fácil en una sociedad que tampoco lo era. En 1849 fue condenado a muerte por sus ideas, en el último momento vio conmutada la pena impuesta por sus ideas utópicas y revolucionarias y marchaba al destierro en Siberia [con el comunismo se acuñaría el término gulag]. Realizó minuciosos análisis de la gente de su tiempo y retrató las contradicciones de la condición humana, debutaba con Biédnie liudi [1846, Pobres gentes], le seguiría Duoiník [El doble] y varias más que la crítica, centrada en la temática social, dejaba al gran maestro aparcado y olvidado. Recuperaría el favor de la crítica y alcanzaría grandes hitos tras la aparición de Unizennye i oskorblennye [1861, Humillados y ofendidos]. En 1866 llegaría su gran y universal legado: Crimen y Castigo [Prestudplenie i nakazanie] pero, si hay alguna que siempre me atrapa es Los hermanos Karamázov [1879, Brat’ja Karamazovy] con la que alcanzó la cima de la narrativa universal; en ella, el alma humana es contemplada con asombro, desgarro y compasión, la portada de esta obra aparece ilustrando la hojita en la viñeta sin valor postal. En ella intentaba reconciliar el cristianismo con la libertad del ser humano. Llevada al cine, narraba la cruda y dura vida del padre déspota y sus hijos, en alguna escena del film, el crío hará llorar a los que, entonces, vivían el espectáculo del séptimo arte en comunidad. Otra de las cosas que nos han robado para siempre al descuartizarnos el tiempo de ocio que las nuevas tecnologías acabaron individualizando y empobreciéndonos, cultural y socialmente, hasta cotas desconocidas. Si levantara la cabeza vería que su visión, ambivalente, sobre Europa, a pesar de los casi dos siglos transcurridos, no ha podido, no ha dado respuesta a los grandes problemas humanos.

Alberto Durero (Nuremberg 1471-1528), un personaje que filatélicamente se ha llevado al mundo del sello hasta la saciedad; fue una gran personalidad artística del Renacimiento que supo superar el gótico alemán e introdujo pulsiones italianas sin perder su tradicional sentido expresivo. Su vida no estuvo exenta de dificultades hasta que en 1515 Maximiliano I le concede una pensión anual y, para él, haría El gran carro triunfal. La muerte del monarca le hará orientar sus pasos y vuelve a salir del mundo germánico, en esta ocasión hacia los Países Bajos donde se hará eco de los nuevos aires que llegaban desde el Nuevo Mundo. Concluiremos diciendo que Durero fue la gran figura que sirvió de guía artística de la cultura alemana del Renacimiento. Como grabador dejó obras de insuperable calidad, una de ellas es precisamente con claro sabor español. Centenares de estampillas permiten hoy realizar un apasionante viaje por su vida y su obra. Otra cosa es que haya gente dispuesta a profundizar en el legado del genial artista, uno de los más grandes de la historia del arte.

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Juan Franco Crespo

Maestro de Primaria, licenciado en Geografía

y estudios de doctorado en Historia de América.

Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas

del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio

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