En muchas ocasiones, los que escribimos sobre historia, tenemos que acudir a nuestros predecesores, bien sea para fundamentar nuestros escritos, bien para refutar antiguas hipótesis. En el caso de La Zubia, ya he mencionado en varios de mis artículos científicos a don Blas Leoncio de Píñar y Marín, porque sus investigaciones han sido un pilar fundamental en el relato de la batalla de La Zubia, por sus descubrimientos (como un ladrillo mozárabe), por traer a la reina Isabel II a La Zubia, o por su relación con la almunia de Darabenaz y con los baños árabes.
Hoy quiero reivindicar desde estas páginas más dedicadas a la difusión, la vida y obra de este interesante investigador, orientalista, docto y erudito como lo describieron sus contemporáneos. Don Blas Leoncio, nació el 12 de septiembre de 1817 en La Zubia y allí fue bautizado con los nombres de Blas (como su padre y abuelo paterno), Leoncio (cuya onomástica se celebra ese día), y Ramón María; siendo su padrino, su abuelo materno, don Diego Marín y testigos al acto: don Pedro José de Montes, caballero veinticuatro de Granada (algo asimilable a un concejal actual), y don Felipe Marín, todos vecinos de La Zubia. Procedía de importantes familias de La Zubia y Cájar: por la rama paterna de los Píñar (de una rama de concejales que ya estaban asentados en Granada), y los Llano, y por la parte materna de los Marín de Cájar, y los Montes-Martos y los Fernández Cortacero de La Zubia. Con el tiempo llegaría a ser tío de don Blas de Píñar González (1873-1966), periodista y escritor, y tío abuelo de don Humberto Fernández Cortacero (1891-1990), otro importante erudito local, del que hablaremos en otro artículo.
Poco sabemos de su formación y primeros empleos, y de hecho, ni siquiera he podido localizar una fotografía del mismo. Seguramente la colaboración de la familia permitirá en un futuro tener más información sobre este importante prócer granadino. Las primeras noticias que tenemos lo sitúan en 1858 cuando tenía ya 41 años y se le menciona como “auxiliar que fue del consejo real, rico propietario de aquella provincia (Granada) y persona de ideas conservadoras a la par que liberales”. Aparece en una noticia donde se da cuenta de su nombramiento como Vicepresidente del Consejo Provincial (la Diputación Provincial de Granada). Efectivamente en los años siguientes aparece con ese mismo cargo desde 1859 hasta 1864 en la Guía de forasteros de Madrid, un anuario de la administración español. De hecho en 1860 se le cita en la prensa igualmente como “gobernador interino de la provincia”, y así aparece todavía en 1862 y más tarde en 1865.
Esta adscripción política, parece dudosa, pero lo cierto es que militó en la Unión Liberal de O´Donnell, un partido que fue acusado de no tener una ideología concreta. Aún así sus adversarios reconocían a don Blas «honradez, laboriosidad y justicia». En función de su cargo en la Diputación Provincial nuestro protagonista fue uno de los mayores implicados en el viaje de la reina Isabel II a Granada (y en particular a La Zubia) quien le obsequió a su regreso a Madrid con «una rica y preciosa botonadura de brillantes».
Don Blas Leoncio, estuvo en contacto con lo más granado de la nobleza española, y en 1862 aparece en una sentencia del Tribunal Supremo donde se le menciona como albacea de la segunda esposa del conde de Santa Ana doña María Luisa Serrano Muñoz de Guzmán; luego en 1867 también fue albacea testamentario de don Francisco de Asís Quesada Cañaveral y Osorio, el padre de don Julio Quesada-Cañaveral el famoso conde de Benalúa y duque de San Pedro de Galatino, el constructor del Hotel Alhambra Palace, o del Hotel del Duque. De igual manera en 1872 obtuvo junto a su hermano Diego, un poder del marqués de Corvera y sus dos hermanas nombrándolos sus administradores en los distritos municipales de Alhendín, Alamedilla, Béznar, Granada, Guadix, Guadahortuna, Chite, Motril, Melegís, Otura, Restábal, Santafé, Saleres, Torrox, Talará, Vélez Málaga, Iznalloz e Íllora. Importante negocio con el que seguro lograron importantes beneficios.
Pero también cultivó relaciones con importantes intelectuales. De 1877 data su correspondencia con el importante dramaturgo y escritor, Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880), uno de los más importantes representantes del drama romántico en nuestro país. Entre 1878-1880 también mantuvo comunicación epistolar con el hispanista francés Alfred Morel-Fatio (1850-1924), como consta entre los manuscritos de este último que él mismo donó en vida a la Biblioteca Municipal de Versalles. Y de 1880 data la que tuvo con Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894), el famoso compositor y musicólogo considerado como el creador de teatro musical característicamente español, es decir de la Zarzuela.
Importante investigador, no será hasta finales de siglo cuando dé el paso a la publicación; y en 1887 aparece en la Revista de España un artículo suyo sobre Tomás Cañizares, un poeta siciliano políglota.
En 1889, don Miguel Garrido Atienza (1854-1918), intelectual granadino publica sus antiguallas granadinas, sobre las Fiestas del Corpus, y en nota a pie de página cita a don Blas Leoncio, que le dio información acerca del una tradición del Corpus. Al parecer los pueblos de la Vega estaban obligados a llevar a la ciudad para la procesión del Corpus, varias cargas de juncias para adornar el recorrido de esta procesión. Algunos pueblos, celosos de su independencia, intentaron eximirse de esta obligación, como lo hizo La Zubia en pleno siglo XVIII, según había investigado
También en ese año los miembros del Centro Artístico Granadino visitaban La Zubia y entre otros sitios vieron “los vestigios de un viejo cementerio que dicho señor esta removiendo”. De este desconocido cementerio procede un ladrillo conservado hoy en el Museo Arqueológico de Granada, vestigio del poblamiento mozárabe de La Zubia.
Igualmente se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Granada, un manuscrito suyo que indica “enviado por don Blas de Piñar [La Zubia] en 23 Dicie 1879”; una traducción de una escritura árabe datada en 1575 procedente de las escrituras de la Huerta de Santa Rita. Además de la traducción del original árabe, se encuentra un plano con la identificación actual de la finca. Todo ello nos muestra a don Blas Leoncio como un interesante investigador de las antigüedades de La Zubia.
Unos años más tarde, en 1891, se celebró en Londres el IX Congreso Internacional de Orientalistas, y don Francisco Javier Simonet, representante español en el mismo por la Universidad de Granada, elevó una memoria, donde dio una “breve noticia de los profesores y alumnos que han cultivado en nuestros días las letras arábigas y orientales”, incluyendo entre ellos a nuestro zubiense. Allí se hace referencia a diversos estudios que parece que efectivamente quedaron inéditos. Sólo queda la esperanza de que sus herederos hayan conservado sus manuscritos, que algún día puedan ver la luz
En 1892 fue en Granada donde se celebró el I Congreso Africanista, al que sabemos asistió. Como orientalista cultivó la amistad de otros estudiosos y profesores de la Universidad de Granada. En 1893 Durán y Lerchundi (1834-1895) dirá de él que era «persona de vastísimos conocimientos y grande ilustración», mientras que Leopoldo Eguilaz y Yanguas (1829-1906) le dedicó su Reseña Histórica de la conquista del Reino de Granada, notándolo como «Doctísimo orientalista, filólogo y literato».
Para esas fechas, 1898, España perdía sus últimas colonias, y se tambaleaba el ideario español. Por todas partes surgían maniobras patrióticas para ayudar a la patria. El gobernador Civil de la Provincia ordenó a los alcaldes que abrieran una suscripción popular. En La Zubia se organizó una Junta para recaudar fondos y el mayor contribuyente fue don Blas Leoncio, aunque no se nos indica la cantidad aportada. A la vez sufragaba las andas para una procesión que se organizó en honor a los Sagrados Corazones.
En 1900 se publicaba en la prensa granadina, la esquela de nuestro protagonista, en primera página y con un tamaño muy destacado. Días después se publicaban sendas necrológicas en otros periódicos, con versiones muy diferentes.
Pero la sorpresa que nos ofrece la muerte de don Blas Leoncio, es la de su herencia. Falta por documentarla e investigarla, así como el destino último de muchos de sus bienes. Ya se ha visto como siempre que le cita, se le define, como opulento, máximo contribuyente, adinerado, etc. No consta ningún matrimonio de don Leoncio, ni sucesión directa, y sus bienes debieron ser heredados por sus hermanos y sobrinos. Entre sus bienes se encontraba un cuadro de Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682).
El cuadro se reprodujo en el periódico “La ilustración artística, periódico semanal de literatura, artes y ciencias“, en 1903 y afortunadamente el diario está digitalizado por lo que podemos tener una imagen del mismo. Un año después, el cuadro no había encontrado comprador y en 1904 los herederos de don Blas ofrecían el cuadro para ser colgado en la “alcoba del rey” del Ayuntamiento, misterioso nombre para alguna dependencia municipal.
En la actualidad ignoro si el cuadro era un verdadero Murillo o una atribución. Tampoco conozco el paradero actual del cuadro. Queda la tarea para los historiadores del arte, los profesionales que nos puedan arrojar nueva luz sobre este cuadro de Murillo que estuvo un tiempo en La Zubia. Por último dejo una imagen de un cuadro de Esteban Bartolomé Murillo, una “Cabeza de Cristo” pintado hacia 1655, que fue adjudicada en pública subasta en 2006 por la prestigiosa galería Sotheby´s de Nueva York por la cifra de 73.739 euros.
Finalizar este artículo con una última foto, la de la placa que homenajea a nuestro ilustre paisano, en una céntrica plaza de la villa. Aunque la señal de tráfico entorpece la visión de la placa. Al menos, en este caso, un consistorio tuvo la buena idea de homenajear a nuestro paisano. Ya pueden los vecinos saber quién fue don Blas Leoncio de Píñar y Marín.
AROMAS DEL LAUREL:
Un recorrido por la historia de La Zubia.
Alberto Martín Quirantes
Miembro del CEI Al-Zawiya
VER CAPÍTULOS ANTERIORES:
01 La Inquisición en La Zubia
02 Antonio Gala y los Sonetos de La Zubia
03 La Infanta de La Zubia
04 Los cementerios de La Zubia (1ª parte)
05 El órgano de la Iglesia de La Zubia
06 Los cementerios de La Zubia (2º parte)
07 La Huerta Iberos
08 Los cementerios de La Zubia (3ª parte)
09 La ocupación francesa en La Zubia
10 Los cementerios de La Zubia ( y 4º parte)
11 Trogloditas en La Zubia
12 Los mozárabes en La Zubia
13 Una escritora desconocida de origen zubiense: Doña Carmen Espejo Valverde
14 La llegada de la guardia civil a La Zubia (1ª parte)
15 La llegada de la guardia civil a La Zubia ( y 2)
16 El campo de Tiro de La Zubia
17 Los falsos señores de La Zubia y sus casas principales (1ª parte)
18 Los falsos señores de La Zubia y sus casas principales (2ª parte)
19 Los verdaderos señores de La Zubia
20 Francisco Fernández Navarrete (c. 1680-1742), un médico en la corte de Felipe V
21 Los marqueses de Bacares. (Parte 1ª)
22 Los marqueses de Bacares. (Parte 2ª)
23 De tesoros y moriscos en La Zubia
24 La primera coronación de Zorrilla fue en La Zubia
25 De cruces y Vía Crucis en La Zubia
26 Don Antonio de la Blanca, farmacéutico de La Zubia
27 El catastro del marqués de la Ensenada
28 Un santo en La Zubia: San Francisco Solano
29 La leyenda de los higos isabeles
30 El tejido empresarial de La Zubia en 1939