El drama es continua lucha
entre el ansia insatisfecha
y la lealtad al marido
que enloquecieron a Yerma.
En esta pieza rural
de teatralidad intensa,
el honor matrimonial
crea problemas de conciencia
hasta perturbar su mente
abocando en la tragedia.
En el Teatro Español,
mitad de los años treinta
por la ciudad de Madrid,
siendo la actriz que lo estrena
la gran Margarita Xirgu,
diosa laica de la escena.
Tras la representación
en la ciudad madrileña,
Unamuno confesó:
“Esta es la obra que hubiera
deseado yo escribir”,
después, caló la chapela
y perdióse por Madrid
al albur de las estrellas.
Yerma soñó con el hijo,
un hijo que no lo engendra,
un hijo por el que lucha,
pero el hijo nunca llega
y el corazón se le enturbia
tornándose en una ciénaga
pues el ansia de ser madre
es la luz de su existencia.
Yerma sueña con ser madre
pero en esta acerba espera
comienza el odio hacia todos,
a sí misma, la primera
en quien vierte sus rencores
con indomable aspereza.
Para Yerma es un derecho
el hijo que se le niega
y el no tenerlo, un castigo
que le corroe las arterias
donde la sangre escarlata
alocada borbollea.
Su sangre, que era muy limpia,
se le está volviendo negra
y en los poros de su piel
se amustió la hierbabuena
porque allá por donde pisa
va creciendo mala hierba.
Yerma es “un poema trágico”,
como Lorca nos dijera
pues carece de argumento
o el hilo que condujera
a un entramado teatral
en la tradición escénica.
En la obra sólo existe
la desgarrada tragedia
que habita en el interior
de la infortunada Yerma.
Lorca recurre a la música,
como en las tragedias griegas,
donde la danza y el coro
sacralizan las escenas
y el destino tormentoso
arrastra con él a Yerma
que se refugia en los versos
de purísima belleza.
¿Es estéril el marido
o la infructífera es Yerma?
¿Por qué no recurre a Víctor,
de virilidad intensa,
por quien bebía los vientos
desde que estaba soltera?
Sólo lo intenta con Juan,
su marido, que es la tierra,
donde sólo hay alacranes
dormitando entre las piedras.
Es el agua de la lluvia
la fertilidad egregia
y en las flores de los campos
la maternidad se muestra,
mientras la esterilidad,
en los símbolos de Yerma,
por la aridez del secano
se enraíza y culebrea.
Unos tildaron a Yerma
de inmoral y de blasfema;
para otros, como Unamuno,
el drama es una obra excelsa
alcanzando grandes éxitos
allá por donde anduviera.
Se anudan aquí los mitos
de las tragedias helénicas
donde el destino brutal
de vesánica crudeza,
como sierpe mitológica
carcome con furia ciega
las entrañas y la mente
de una desdichada Yerma,
que acaba matando a Juan
aunque así desaparezca
la posibilidad última
del hijo con el que sueña.
Próximo romance: TEATRO SURREALISTA
Ver romances anteriores de CONOCER A FEDERICO:
6. García Lorca y Manuel de Falla
14. La Barraca
15. Bodas de sangre
Deja una respuesta