Que la artista melillense, Esperanza Romero (1956) criada en Málaga y afincada en Granada, es una apasionada de las distintas culturas no será novedad para quienes hayan seguido su trayectoria artística. Tampoco lo será si decimos que cuenta con un merecido prestigio y una amplio círculo de fieles seguidores como demuestra el numeroso público que se dio cita en la inauguración de su nueva exposición, que junto a la ceramista tunecina, Samia Achour, presentaba en la tarde jueves y que podrá visitarse hasta el 30 de septiembre, en la Sala de Exposiciones Gran Capitán, con el título ‘Dos mundos. Una mirada’. «Se trata de una exposición conjunta porque había cierta parte de las obras que se entrelazaban. Utilizamos una técnica parecida donde las formas y las curvas están muy presentes, tanto en su obra como en la mía», explica Esperanza una artista polifacética avalada por una trayectoria de más de 40 años y numerosas exposiciones en distintos rincones del mundo como Japón, donde ha expuesto en dos ocasiones, China, Bangladesh o Túnez donde conoció a Samia en 2006 con la que comparte la pasión por el barro y por la forma de crear con la arcilla.
Han sido estos viajes y sus contactos con diversos artistas de otros lares lo que ha fortalecido su deseo de atravesar fronteras. En este caso, después de 12 años, lo hace con Samia Achour con la que tiene «un vínculo indeleble» y cuyas obras «resultan del diálogo de dos creadoras apasionadas por el volumen, unidas por sutiles afinidades que permean la culturas de ambas orillas del Mediterráneo». Esperanza que llegó a Granada en 1988 recuerda la acogida de Jesús Puerto en su galería y como desde entonces trabaja incansablemente.
Ahora muestra cerca de cuarenta piezas, algunas de las cuales ya han podido ser contempladas en una galería de Barcelona, y otras realizadas desde mayo, que se suman a la docena de Samia, creadas en el taller de Esperanza en los dos últimos meses. Cuando le preguntamos qué pretende transmitir con su obra responde sin dudar que «sacarme las entrañas» y que «la curva y forma suaves y sensuales me motivan muchísimo y es un proceso de investigación en el que llevo cuatro décadas procurando conseguir piezas más atractivas, a veces con más colorido pero que terminan con el blanco, como llegando a la médula del hueso». De Samia, que no habla español, Esperanza nos cuenta que cuando se conocieron ya era ceramista y que «es muy sensible y está mucho más allá de lo que se está haciendo en su país».
Frente a las esbeltas y sencillas figuras de Samia, realizadas con unos tonos con distintas escalas de grises, Esperanza muestra sus nuevas creaciones en las que la figura humana ha desaparecido dejando lugar a sus juegos espaciales que agrupados conforman atractivas esculturas ofrecen conjuntos de gran fuerza, predominado el color blanco que para la artista es sinónimo de paz.«Son piezas atrevidas y juguetonas pero a su vez nos hablan de una obra madura, con una serenidad y elegancia discretas, en las que las tersas superficies y sus voluptuosas curvas nos invitan al tacto, donde nuevamente equilibrios y formas entrelazan el espacio que habitan».
En la presentación Esperanza agradeció a la concejalía de Cultura la posibilidad de esta doble exposición en este emblemático espacio donde se puede visitar de martes a sábado de 17 a 21,30 horas y los domingos de 10 a 14 horas. En el acto inaugural intervinieron el comisario de la exposición, Paco Lagares, pintor y profesor en la Facultad de Belles Artes y el director general de Cultura del Ayuntamiento de Granada, José Vallejo.
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