Isidro García Cigüenza: «La ‘Puta calle’ en la Pedagogía Andariega»

Arriero: ¡No estamos solos, Molinera! ¡En este camino de la Pedagogía Andariega y para que tú me entiendas, no estamos solos…!

Burrita: Aparte de aquellos “peripatéticos” antediluvianos y presocráticos que usted suele nombrar, ¿hay alguien más que crea en las posibilidades de una Pedagogía totalmente impartida al aire libre, señor profesor?

Arriero: ¡Sí, burrita mía…! Por fin he hallado en una de mis lecturas a un señor, don Gumersindo Azcárate, director que fuera de la Institución Libre de Enseñanza, quien aseguraba al par que nosotros que La enseñanza tiene que salir a la calle, a la vida…” Desescolarizarse, añadimos nosotros. Que la vida ha de constituirse en el nuevo edificio didáctico, en el nuevo “punto de encuentro”, desde donde imbuirse de conocimiento, aventura y compromiso.

B: Con lo degradado que está hoy el término “calle”, mucho me temo que su Pedagogía esté llamada al fracaso, señor Isidro. Apenas les diga a los padres que, a partir de ahora, sus hijos van a investigar, vivenciar y aprender, yendo de aquí para allá, mucho me temo les vendrán todos los demonios a la cabeza…

A: ¿Lo dices por lo de que “en la calle sólo abundan secuestradores, violadores y drogadictos…”?

B: Por eso y porque, despectivamente, acostumbráis los humanos a aludir a ella como “La puta calle”.

A: No te equivoques. Nosotros, los maestros andariegos, decimos bien al contrario que la calle es “una escuela de vida”. De hecho, y a propósito de Sócrates, éste ya constituyó el espacio público que ofrecía la calle como el lugar más apropiado para enseñar a sus conciudadanos a ejercitarse en la inteligencia y en la virtud. ¡Cuánto mejor que ofrecérsela nosotros a los niños y los jóvenes, que son quienes más disfrutan y aprenden de ella, como fuente de conocimiento y valores!

B: ¿Y a los que deciden la política educativa o marcan la ideología de sus centros educativos cree que les interesa que haya niños por ahí, de fábrica en fábrica, de taller en taller, de laboratorio en laboratorio, abriendo los ojos a la realidad profesional, económica, laboral o medioambiental?

A: ¡No, por supuesto! Ellos lo que quieren es que haya control y más control: que todos entren a la misma hora, salgan a la misma hora , den los mismos contenidos y, si fuera posible, sacada del mismo libro de texto escrito por ellos. Recuerdo a este propósito la respuesta que me dio aquel inspector durante el curso que hacíamos para ser directores: “Pero, vamos a ver… -le pregunté yo, un tanto ingenuo-, según la legislación actual ¿podemos los profesores sacar a nuestros alumnos durante el horario escolar a investigar una playa o un río, por ejemplo?” A lo que él me respondió de una forma un tanto desabrida: “¿No tiene usted bastante con ponerles a sus niños un vídeo interactivo en la pizarra digital de que hemos dotado las aulas, donde se les muestre una playa o un rio con sus fotografías, esquemas y dibujitos correspondientes?”

La calle, Molinera, es una escuela de vida donde los aprendizajes no están encasillados y, mucho menos, amoldados a la doctrina interesada y manipuladora de quien detenta el ideario o la propiedad de cada centro

La calle, Molinera, es una escuela de vida donde los aprendizajes no están encasillados y, mucho menos, amoldados a la doctrina interesada y manipuladora de quien detenta el ideario o la propiedad de cada centro. ¡Y sin embargo es en ella donde se encuentran los fundamentos donde, de hecho, aprenden nuestros alumnos los principios morales, económicos y sociales que les han de servir de referencia en sus vidas…!

B: ¿Y -si no es molesta la pregunta…- su pedagogía no pretende dirigir también a los niños hacia un particular adoctrinamiento y una metodología específica?

A: En cuanto a ideología, no, desde luego ; en lo que respecta a la metodología, quizás. Si los lectores tienen alguna duda sobre mi ideario, procedimiento y maneras, ahí están los trece capítulos que llevamos publicados en esta misma página, tratando de explicar los motivos que nos mueven y las aspiraciones que nos alientan. Se trata de iniciar en los niños un itinerario de aprendizaje desde la concreción experimental, desde la manipulación directa de los objetos y la interacción social. El maestro estará ahí como guía y tutor. Se trata, en definitiva, de enseñar a partir de vivencias, no a partir de textos abstractos o realidades artificiales.

B: ¿Y las familias no tienen nada que decir acerca de estas intenciones y clarividencias suyas?

A: En nuestra pedagogía resulta fundamental la estrecha cooperación con las familias en el proceso educativo: no sólo en el sentido de que el niño debe vivir en un ambiente familiar y escolar amables, sino también moralmente íntegros. La experiencia familiar debe ser una dimensión de la escuela y la escuela una prolongación del aprendizaje familiar. Todo ello, además, en sintonía y colaboración con los elementos productivos, culturales y solidarios del entorno….

B: ¿Y cuenta usted para ello con el profesorado apropiado?

A: ¡Ahí me duele Molinera! Nadie mejor que tú, que pastas tan a menudo cerca de las escuelas, para saber que el profesorado viene mayoritariamente de fuera; que no conoce, ni está dispuesto a aprender, los recursos didácticos del entorno; que aparece aquí gimoteando porque le han enviado a un colegio rural, alejado de sus domicilios; que quiere un horario fijo, sin sobresaltos, con actividades manuales a base de plastilina, cartulina y pegamento; y, por encima de todo, que no quiere salir fuera del recinto escolar por el “riesgo” que dicen que entraña. Antes bien, prefieren desarrollar su labor dentro de un aula, con los niños sentaditos en sus sillitas y donde nadie estorbe ni se inmiscuya en su peculiar manera de impartir “su especialidad”.

B: ¡Pues sí que se está usted despachando a gusto! ¡No deja títere con cabeza!

A: Eso no es cierto, Molinera. Nadie mejor que tú para testificar el valor que damos a su trabajo y al afecto que sienten la mayoría del profesorado por sus alumnos. A falta de otra pedagogía que les muestre el camino, los educadores vienen aquí desorientados, con el espíritu funcionarial que caracteriza la profesión y sin más ilusión que irse cuanto antes a una urbe con más ambiente y más oportunidades.

Queremos volver a aquellos principios que tienen como maestra a la Naturaleza y como guía las experiencias , oficios y tácticas de nuestros vecinos.

B: ¿Algo más que añadir, señoría?

A: Sólo me resta concluir que nuestra Pedagogía tiene futuro. Que, con ella, queremos volver a aquellos principios que tienen como maestra a la Naturaleza y como guía las experiencias , oficios y tácticas de nuestros vecinos. Experiencias y saberes que nos han de conducir a una supervivencia colectiva, digna y solidaria. Que es con ella y dentro de ella como ofrecemos una concepción global, unitaria y armoniosa de la enseñanza. Parafraseando a D. Gumersindo, fijaré con él el lema que colgó del frontispicio de su doctrina: «Forja tus ideales por convicción y sé coherente con ellos. Piensa cómo debes vivir y vive como piensas».

B: No seré yo, señor profesor, quien rebata y juzgue sus teorías. Que sean sus lectores, si es que los tiene y han aguantado el tirón de leer hasta aquí, quienes dictaminen la sentencia. Por mi parte, diré lo que el otro: “Ande yo caliente, y ríase la gente”. Por cierto… ¿Hoy no nos va a ofrecer ninguna fotografía que anime y embellezca su exposición?

A: No. Molinera… Hoy no estoy de humor para ilustrar a nuestros amigos con “fotitos y dibujitos”, como aconsejaba aquel inspector. Si acaso, y para dar unción a la fantasía e ilusión que ponemos en nuestro afán…, un trocito de la “Sinfonía Inacabada” del romántico Schubert. Se lo propondré a D. Antonio, el director de esta página, a ver si es posible…

(Nota del editor: Faltaría más, D. Isidro. Sus deseos son órdenes). Et voilà, que diría un franchute:)

 

 

Isidro García Cigüenza

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Capítulo 3«Por unas Matemáticas andariegas. Diálogo entre el arriero y su burra»

Capítulo 4: «A vueltas con las “Matracas”. Diálogos de un arriero con su burra»

Capítulo 5: «Clase de Lengua. Cervantes: ‘Persona Non grata’. Diálogos de un arriero con su burra»

Capítulo 6: «La clase de Música en la Pedagogía Itinerante»

Capítulo 7: «Los olores… en la Pedagogía Andariega»

Capítulo 8: «La asignatura de Valores Sociales y Cívicos en la Pedagogía Andariega»

Capítulo 9: Los Poetas Modernistas en la Pedagogía Andariega

Capítulo 10: Las maquetas de adobe en la Pedagogía Andariega

Capítulo 11: La asignatura de Química en la Pedagogía Andariega

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Capítulo 13: Cómo fabricar luz… en la Pedagogía Andariega

Capítulo 14: La ‘Puta calle’ en la Pedagogía Andariega

 

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