Hace poco más de cien años la Guardia Civil llegó a La Zubia para su instalación definitiva en la primera casa cuartel habilitada para este efecto. Un Real Decreto del Ministerio de La Gobernación, de fecha 1 de agosto de 1919, aprobaba definitivamente la creación de un cuartel en nuestra localidad. Pero en realidad la presencia de este cuerpo fue muy anterior.
Por todos es conocido que el Duque de Ahumada fundó esta institución durante el reinado de Isabel II, con una clara intención de control social y fiscalización del orden público. Fue una institución centralizadora que permitió disponer un cuerpo de seguridad de ámbito nacional y fuerte implantación profesional que pusiera fin a las necesidades de seguridad de la España del siglo XIX. Por Decreto de 13 de mayo de 1844 se pone en marcha el nuevo cuerpo, e inmediatamente comenzaron los reclutamientos en los depósitos madrileños de Vicálvaro y Leganés. El periodo de instrucción duró de junio a septiembre, y rápidamente se organizaron los doce tercios peninsulares cuyas capitales eran: Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, La Coruña, Zaragoza, Granada, Oviedo, Cáceres, Pamplona, Burgos y Vitoria. Los tercios de Baleares y Canarias quedaban en proyecto.
Tras la instrucción se procedió al primer reparto de la fuerza mediante su distribución provincial. Saliendo de los cuarteles madrileños el 13 de octubre, a finales de mes ya se encontraban en la provincia granadina, dirigiéndose directamente a nuestra localidad, donde se estuvieron instruyendo, antes de la entrada definitiva en la capital, el día 12 de diciembre ocupando el convento de la Victoria.
En otros artículos hablaremos de la presencia militar en nuestra localidad. La existencia de amplias zonas en el monte por encima del pueblo que sirvieron a la instrucción de tropas facilitó esta presencia; a finales de siglo la ubicación de un campo de tiro completó el entramado castrense. No obstante La Zubia no disfrutó tan tempranamente de un cuartel sino que tuvo que esperar más de treinta y cinco año para conseguirlo. En estos primeros años la villa dependía del cuartel ubicado en Alhendín, aunque también estaban cerca los de Armilla, Gabia grande y la propia capital.
Recordar que los datos de este artículo han sido extraídos de las copias del expediente que se conserva en el Archivo General del Ministerio del Interior, Sección Guarda Civil, institución a quien agradezco su rápida y ágil tramitación de dichas copias. Esta documentación debería ser contrastada con la conservada en el ignoto Archivo Histórico Municipal de La Zubia, que a buen seguro en sus actas y expedientes antiguos podrá añadir más datos. La foto que hace de portada es la única imagen que conozco publicada sobre el antiguo edificio, y está tomada del libro de MARÍN FERNÁNDEZ, José. Historia de La Zubia de José Marín. La Zubia, 2013, p. 426
Como decía la petición del cuartel no partió de las instituciones, sino que fue a solicitud de varios vecinos influyentes (vecinos, propietarios y labradores se definieron). La petición exponía con claridad las necesidades:
“…que visto los abusos que a diario se registran contra la propiedad en la población y las de falta a la moral y de desorden de la población por la falta de ilustración y de respeto, no fáciles de evitar ni de reprimir por la carencia de fuerza armada […] precisa la creación de un cuerpo especial de vigilancia, pero en la imposibilidad de llevarlo a la practica en el número necesario por el gasto que sus sostenimiento representaría, incompatible con los escasos recursos de que dispone el municipio, creen de fácil realización, conseguir el ideal y objetivo con la creación de un puesto de Guardia Civil de infantería con cuatro número y un cabo…”
No se puede desligar esta petición de la llamada crisis española de 1917, con revueltas sociales y llamadas a las huelgas, que posiblemente movilizaron las tropas existentes en la capital, quizás desatendiendo los pueblos inmediatos. La petición tiene fecha de 28 de noviembre de 1917 y la firmaron: Diego Marín García, Antonio Rienda, Felipe Fernández, Rafael de Píñar, Joaquín Alcalde, Andrés Fernández, el cura párroco José Rodríguez Ponce de León, José Navarro, el presbítero y coadjutor Pedro Ruiz de Valdivia, el juez municipal J. de la Blanca, y el médico titular Gregorio Fernández Montesinos. Algo así como las fuerzas vivas del lugar en esa época, incluyendo a los curas, el médico y el juez, además de varios grandes terratenientes entre los que se distinguen los apellidos Píñar, Fernández-Cortacero, y Marín.
Lógicamente el Ayuntamiento atendió la petición y la incluyó entre los puntos del día, del pleno celebrado el 1 de diciembre siguiente, bajo el título de “la creación de un puesto de la Guardia Civil en esta villa”. Allí los munícipes acordaron por unanimidad solicitar al Director de la Guardia Civil un puesto de las fuerzas de infantería a su mando dotado con cuatro guardias y un cabo. La petición se razonaba en “la incultura de una parte y la escasez de medios por otra da margen a no respetar los derechos de la propiedad, o la ejecución de actos inmorales y a veces a la perturbación del orden público, y en el deseo de poner veto a estos desmanes, difíciles de evitar cuando y como aquí ocurre, se carece de un cuerpo de vigilancia […] ha acordado instar de ese centro la concesión a esta villa de un puesto de cuatro guardias y un cabo de infantería del benemérito instituto de su digna dirección”.
El ayuntamiento, y en su nombre el alcalde Juan Molina Megías, ofrecían “proveerlo del utensilio necesario para Sala de Armas, casa cuartel capaz para cinco familias y cocina para cada una con dotación además de otra espaciosa para Sala de Armas, cuarto de aseo y retrete, dispensa de impuestos municipales y auxilio de medicamento y de existencia médica gratuita tanto para los guardias que lo compongan como para sus familias”.
Pero es que además se razonaba que “en el pueblo de Armilla existe un puesto que bien pudiera ser trasladado a esta, por poder atender a la vigilancia de aquel pueblo y su jurisdicción las fuerzas que guarnecen en Gabia Grande y Alhendín, por encontrarse muy próximos al mismo y ser en el pueblo de Armilla menos necesaria la fuerza que en esta por ser población de mucha menos importancia…”. Se intentaba combatir las justificaciones de falta de efectivos que pudieran ser argumentadas; aunque se entraba al trapo a la necesaria rivalidad que siempre hubo entre los pueblos comarcanos por la obtención de organismos e instituciones que dignificaran los pueblos, y además proporcionaran riqueza y trabajo.
No contentos con estas argumentaciones, en otro pleno de fecha 5 de enero de 1918, se ratificó el anterior y especificaron en qué consistía el “utensilio y menage” (sic) ofrecido. Conviene leerlo porque nos permite conocer el nivel de implicación del Ayuntamiento, y las necesidades de un cuartel en el primer tercio del siglo XX: “cinco tabladas con banquillos de cabecera, cinco gergones (sic), diez mantas, veinte sábanas, diez cabezales, diez fundas, dos bancos, una tabla de órdenes, un rótulo de casa cuartel, una palangana y palanganera, un jarro, un espejo, un cuadro de S.M., un sello para el puesto, una percha, una bandera, y un hasta (sic) para la bandera”.
Pese a todo el informe del coronel subinspector del octavo tercio, de 15 de febrero de 1918, fue contrario a la petición. La argumentación era que “no procede acceder a las pretensiones del ayuntamiento solicitante. Tampoco es pertinente trasladar el puesto de Armilla a La Zubia porque redundaría en perjuicio del servicio, toda vez que la primera citada localidad está enclavada en la importante carretera a Motril y demás pueblos de la costa y de las alpujarras a donde afluye también la de Alhama y oros puntos teniendo a su cargo conducciones de presos, escolta de los automóviles de Motril y Lanjarón, la vigilancia de dichas vías y la extensa vega del pueblo, en cambio La Zubia está en lugar apartado y poco a propósito para prestar tan importante servicio…”. Como ya intuyeron los munícipes las claves del éxito era la reorganización de las fuerzas pero la decisión final fue la de no cambiar de posición los cuarteles existentes.
Continuará.
AROMAS DEL LAUREL:
Un recorrido por la historia de La Zubia.
Alberto Martín Quirantes
Miembro del CEI Al-Zawiya
VER CAPÍTULOS ANTERIORES:
01 La Inquisición en La Zubia
02 Antonio Gala y los Sonetos de La Zubia
03 La Infanta de La Zubia
04 Los cementerios de La Zubia (1ª parte)
05 El órgano de la Iglesia de La Zubia
06 Los cementerios de La Zubia (2º parte)
07 La Huerta Iberos
08 Los cementerios de La Zubia (3ª parte)
09 La ocupación francesa en La Zubia
10 Los cementerios de La Zubia ( y 4º parte)
11 Trogloditas en La Zubia
12 Los mozárabes en La Zubia
13 Una escritora desconocida de origen zubiense: Doña Carmen Espejo Valverde
14 La llegada de la guardia civil a La Zubia (1ª parte)