Isidro García Cigüenza: «A productos iguales, nombres distintos. Reggio Emilia»

Alumna: ¡Que no, tío! ¡Que eso no es así!

Alumno: ¡Entonces, será lo que tú digas! Estoy un poquito harto de tanta Pedagogía “Alternativa” que, a fin de cuentas, viene, una tras otra, a decir más de lo mismo…

 

Maestro: Tranquilos, muchachos… ¿Se puede saber a qué viene esa discusión tan acalorada?

Alumna: Pues viene, don Isidro, a que, aquí el amigo, no para de darme la tabarra con que las Pedagogías actuales no son sino un “copia y pega” de las clásicas…

Maestro: ¿A qué pedagogías os referís?

Alumno: Concretamente a las, hoy tan ponderadas: Reggio Emilia, Tonucci, Holística, Waldorf, Escuela Viva, Escuela Activa etc, etc. Al fin y al cabo todas se basan en los principios marcados por aquella Escuela Moderna de la que nosotros hablamos en su día. ¿Se acuerda, maestro? Aquella que, inaugurada por Rousseau, fue continuada por Decroly, Dewey, Pestalozzi y Freinet. Las actuales no aportan gran cosa, como no sea pura estética y tecnología…

Alumna: En vez de ser un crítico positivo, lo que eres, es un provocador. ¿Cómo van a ofrecer lo mismo unas pedagogías de hace siglos con estas otras mucho más actuales?

Alumno: Digo que, detrás de toda esa parafernalia de nombres, se esconde el intento de los empresarios del sector de pretender ofrecer productos aparentemente novedosos pero que, a fin de cuentas, no aportan nada. Algo semejante a lo que, en esta sociedad de consumo, llevan a cabo las grandes marcas comerciales de coches, bebidas o medicinas. Esas que, con los mismos o parecidos ingredientes, lanzan al mercado artículos distintos. Y todo para, aparentando diversidad, captar clientes.

Alumna: O sea que, según tú, las aportaciones científicas que avalan las teorías constructivista, psicologista, psicoanalítica, cognitiva y social actuales, son pura pantomima. Que no sirven para nada…

Alumno: ¡Ahí te duele! Durante el último siglo y a partir de unas simples e hipotéticas teorías (acompañadas eso sí de experimentos pseudo-analíticos sin apenas fundamento), se ha pretendido revestir la Educación de un matiz erudito que, de artesanía que era, la han convertido en toda una “Ciencia” y, por ende, en Carrera Universitaria. ¿Y quién ha salido ganando, los niños? ¡Qué va! Los que han ganado son esos nuevos “entendidos”, esos “especialistas”, que, utilizando a la infancia, han conseguido convertirse en un nuevo “ente corporativo”. Una “clase gremial” que, salvando loables excepciones, adopta lenguajes hueros con el fin de captar clientes ansiosos también de novedades educativas.

Maestro: ¿Y tú muchacha, que tienes que decir a eso?

Alumna: Digo que, a ciertos niveles, es posible que haya algo de manipulación. Pero también, que son muchos los profesionales que están abiertos a toda forma de enseñar que trate al niño con más respeto que como hasta ahora, favoreciendo un desarrollo integral. Algo que muchos centros escolares están llevando a cabo a partir de principios como: Aprender a Ser, Aprender a Convivir, Aprender a Hacer y “Aprender a Aprender”,

Alumno: ¡Ja, ja, ja! ¡No me hagas reír…! “Aprender a aprender”: la pescadilla que se muerde la cola… ¡Pura verborrea! Lo que me gusta de nuestra Pedagogía Andariega es precisamente su genial aportación. Tres principios la mueven. Tres que, de puro simples, resultan invariablemente revolucionarios: “Desescolarización”, “Aprender caminando”, y “Una Sociedad implicada, que actúe como agente educador”. ¡A eso sí le llamo yo dar una alternativa real al sistema vigente!

Reggio Emilia

Maestro: Te agradezco la deferencia, muchacho, pero tu espíritu crítico, tan loable por otra parte, te obliga a ser más riguroso. Efectivamente, las bases de la auténtica pedagogía ya están escritas desde hace tiempo y se fundamentan en unos pocos principios, a saber: El niño como sujeto central de la educación / La autoestima infantil y el conocimiento adquirido como elementos de partida para toda enseñanza/ La emoción, el interés y el juego como motores de aprendizaje/ La manipulación y las herramientas disponibles en cada época, como forma idónea para llevar a cabo dicha tarea/ y un profesorado afectuoso y preparado, facilitador del aprendizaje.

Alumno: Efectivamente, por eso se me antojan las presuntas “Alternativas” como un coctel engañoso. Veamos. Mézclense las siguientes materias primas: autonomía, creatividad, pensamiento crítico, trabajo colaborativo, inteligencia emocional, emprendimiento, grupos interactivos, gamificación, competencias curriculares, tertulias dialógicas, resilencia, rutinas de pensamiento, estrategias digitales…. Añádanse al preparado, adjetivos como: globalizador, sistemático, riguroso, reflexivo, creativo y metacognitivo. Agítese… y sírvase con conceptos como: “Aprendizaje basado en Retos”, “Aprendizaje Vivencial”, “E-learming” “Pensamiento de Diseño” o “Neuroeducación”. Sírvase bien frío en foros institucionales, colegios privados, editoriales y programas políticos, puestos en boca de encumbrados pedagogos (a poder ser con nombre extranjero) y… ¡éxito asegurado!

Alumna: Eso no es así. Si hubieras realizado las prácticas de Magisterio en el extranjero como yo hubieras comprobado cómo en distintos colegios se están llevando a cabo metodologías como : El Plan de Jena, Reggio Emilia, Montessori, Escuelas Waldorf… Y que no se trata de algo efervescente, propio de un momento determinado: muchas de ellas llevan más de 25 años con el método consolidado.

Maestro: ¿Podrías hablarnos de alguna de ellas? ¿De Reggio Emilia, por ejemplo?

Alumna: Sí, claro. Para empezar, tengo que aclarar que el pedagogo Loris Malaguzzi (1950), lo entronizó en dicha ciudad esta metodología reafirmando: “La necesidad de que el profesorado, favoreciendo su espontaneidad, lleve a cabo una observación rigurosa y directa del niño que tiene delante”. A partir de ahí, lo demás vendría dado: El niño como protagonista de su propio aprendizaje / El docente como acompañante / Un ambiente favorecedor / Vivencias familiares intensas / Un entorno activo y Experiencias que favorezcan en todo momento la investigación. También juegan un papel importante en su pedagogía Los centros de interés / El clima de confianza que reina en sus clases y El propio espacio escolar.

Reggio-Emilia

Alumno: ¡Nada nuevo bajo el sol!

Maestro: Continúa, muchacha, por favor. Y dinos, cómo aplican estos principios a la tarea diaria.

Alumna: En estas escuelas se trabaja por Proyectos, siguiendo el lema de: “La pedagogía dell alscolto”. Los maestros, como adelanté, dedican mucho tiempo a documentar los intereses de los niños a través de los diferentes lenguajes que utilizan. No se inicia un proyecto si no hay un interés real. La mayoría de las actividades se realizan en pequeños grupos cooperativos que se van moviendo por los distintos espacios creados en el aula.

Alumno: Los famosos “rincones” que tanta implantación han tenido aquí, en España. Pero, un momento…. ¿Con qué niveles trabajan?

Alumna: Preferentemente con niños de Infantil, en grupos pequeños y auxiliados generalmente por otra compañera….

Alumno: ¡Ah, claro! ¡E imagino que la mayoría serán colegios nórdicos o privados… Sigue, sigue…

Alumna: Al principio y al final de cada jornada realizan sendas Asambleas en las que los niños hacen preguntas, muestran sus intereses y revisan lo llevado a cabo. En el Atelier (un espacio dedicado al arte) se realizan actividades artísticas y construcciones relacionadas con la arcilla, colores o materiales de desecho. También aquí aprenden a manipular la cámara fotográfica, el ordenador, la impresora… Interactúan con las luces, las sombras y los espejos a partir de la experimentación (de hecho es lo más llama la atención cuando entras en una de sus clases. A la hora de la comida, los niños ayudan y conviven con profesores, cuidadoras y cocineros. La interacción con las familias, los espacios verdes en los patios, también se cuida mucho.

Alumno: Hasta ahora, exceptuando ese juego de luces y proyecciones que dices, nada “alternativo” que no se hubiera experimentado antes. En fin, lo que yo ya adelantaba: todo un producto comercial que, con el marchamo de “renovador”, repite moldes antiquísimos.

Maestro: De todos modos, precisamente esa palabra, “renovador” lo que nos viene a indicar no es que sea original lo que se nos propone, sino que renueva, que pone en vigor formas y métodos preexistentes. Algo así como si se tratara de semillas educativas: semillas que permanecen inactivas hasta que alguien las siembra, las cuida y las devuelve a la vida en todo su esplendor. Valga este símil también, queridos alumnos, para entender el potencial vivificador de los niños y la importante tarea germinadora que tenemos delante. Por cierto, y como regalo a vuestro interés por temas tan relevantes os voy a tocar modestamente con mi armónica esta adaptación que estoy haciendo de aquella canción infantil tan bonita como era: “A la mar fui por naranjas…”. A los niños les encanta cantarla, mientras caminamos…

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Isidro García Cigüenza

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