“El sujeto neoliberal como empresario de sí mismo, […] sin amo alguno, se explota a sí mismo de forma voluntaria. […] El neoliberalismo, como una forma de mutación del capitalismo, convierte al trabajador en empresario. Hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa. Transforma la explotación ajena en autoexplotación. […] Se extiende la ilusión de que cada uno, en cuanto proyecto libre de sí mismo, es capaz de autoproducción ilimitada. […] Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema”.
En la actual fase de la sociedad neoliberal, en una nueva forma de “poder disciplinario”, como ya viera Foucault, se explota la libertad, con las emociones y sentimientos, para generar mayor rendimiento. Lejos de la dictadura del capital, se les hace creer a los sujetos que son libres para lograr más fácilmente su sometimiento, sin ser conscientes de él. Además, por un mecanismo de interiorización, en lugar de atribuir su problema para encontrar trabajo al sistema político o productivo, se culpabiliza a sí mismo. En este marco proliferan cursos y libros que ofrecen, cual nuevas “tecnologías del yo”, herramientas y procedimientos para emprender, consiguiendo de modo seguro el éxito.
La Comisión Europea la introdujo como competencia clave (“sense of initiative and entrepreneurship”) que, en su momento, el equipo de A. Tiana consideró excesivo introducirla desde Primaria e hizo la particular adaptación de “Autonomía y sentido de iniciativa personal”. El actual gobierno conservador sitúa el “espíritu emprendedor” como “elemento” transversal, además de competencia clave, y ha introducido como nueva asignatura “Iniciación a la Actividad Emprendedora y Empresarial” en la ESO y, como optativa, en el Bachillerato, ya adelantada su implantación en algunas Comunidades, como Castilla-La Mancha. El problema es que si la imparte el profesorado de Filosofía (como propone ese discutido borrador de especialidades) a lo mejor explican la filosofía crítica de Foucault o Han sobre el emprendimiento.
Hora es de alzar la mano para reparar en qué juego estamos jugando y, particularmente, a qué intereses sirve. Conviene, por eso, destacar algunas notas críticas de este movimiento ideológico, que puedan contribuir a advertir a estos entregados formadores en qué grado están contribuyendo a reforzar el “status quo” y la desigualdad de El capitalismo en el siglo XXI (por referirme al excelente análisis de Thomas Piketty).
Si bien aquí, por el Sur, desde donde escribo y vivo, siempre nos hizo falta algo de cultura emprendedora, eso es una cosa; y otra, esta nueva ola de querer introyectar en los propios alumnos el espíritu empresarial, haciéndoles creer que el problema del empleo es un asunto personal. “Empléate, haz tu propio proyecto de empresa”, reza uno de los lemas y folletos que proliferan. A esto, justamente, se refería Han con la “explotación de sí mismo”, a la que el discurso pedagógico, un tanto inocentemente, está contribuyendo.
En este marco ideológico, no es extraño que el currículo de la LOMCE esté lleno de “emprendimiento”. Así en el borrador de la referida asignatura (Iniciación a la Actividad Emprendedora y Empresarial) se declara: “Asumir riesgos, ser innovador, tener dotes de persuasión, negociación y pensamiento estratégico se incluyen dentro de las competencias que deben ser movilizadas en la juventud para contribuir a formar ciudadanos dotados de capacidad para el emprendimiento.[…] Esta materia ayuda al conocimiento de quiénes son los emprendedores, qué hacen y qué necesitan, pero también a aprender a responsabilizarse de su propia carrera y su camino personal de formación y, en suma, de sus decisiones claves en la vida”. Sin comentarios, le estaría dando la razón a Han.
(*) ANTONIO BOLIVAR. Catedrático de Didáctica y Organización Escolar. Universidad de Granada
– Descargar PDF de este artículo publicado en la revista ESCUELA, Nº 4043 (11/12/2014)