Alumna: No entiendo, señor Isidro, ese empecinamiento suyo por volver la vista atrás. Por rememorar a los clásicos y, aún más, por su empeño de poner a caminar a los niños. ¡Como si no existiesen las aulas, las mesas, las sillas y las pizarras electrónicas!
Maestro: En los clásicos encuentro ese prurito filosófico que nos lleva a plantearnos el Edificio Educacional desde sus cimientos y, en el hecho de andar, la necesaria reconciliación entre el “Homo viator” que biológicamente somos y el “Homo tecnológico” en que estamos a punto de convertirnos.
Alumna: Se diría, según sus palabras, que la Humanidad ha perdido el norte en cuanto a sus necesidades y aspiraciones. Con todo, lo que más me llama la atención es ese empeño suyo por traer continuamente a colación aquellos pensadores griegos que pasaron a mejor vida hace nada más y nada menos que 2.500 años… ¡2.500 años! Cuando la realidad de nuestro siglo es el cambio estructural permanente en lo que a tecnologías, psicopedagogía y relaciones sociales se refiere. Es como si para usted los pedagogos actuales, neurocientíficos, psiquiatras y programadores cibernéticos anduvieran despistados tras unos objetivos ajenos al hecho educativo.
Maestro: ¿A qué te refieres cuando hablas de “cambio estructural en tecnología, psicopedagogía y relaciones sociales”?
Alumna: De sobra lo sabe usted. No en vano ha pasado por todas las fases habidas y por haber en los diversos Sistemas Educativos de 70 años a esta parte. De hecho en los 40 años de carrera usted ha sido tutor, jefe de estudios, director e impartido cursos de Renovación Pedagógicas a profesores concienciados. De sobra sabe también que, de ser un alumno pasivo al que sólo se le pedía memorización y más memorización, se ha pasado a un alumno activo que trabaja por sí mismo, al que se le trata individualmente y se le invita a que desarrolle su creatividad. En definitiva se le enseña a “Aprender a Aprender”.
Maestro: ¿”Aprender a Aprender”? ¡Valiente silogismo más absurdo! ¿Me puedes explicar que quiere decir semejante juego de palabras?
Alumna: Aprender a aprender supone disponer de habilidades para iniciarse en el aprendizaje y ser capaz de continuar aprendiendo de manera cada vez más eficaz y autónoma de acuerdo a los propios objetivos y necesidades. Se trata de una Competencia que lleva al alumnado a la adquisición de la conciencia de las propias capacidades (intelectuales, emocionales, físicas), del proceso y las estrategias necesarias para desarrollarlas, así como de lo que se puede hacer por uno mismo y de lo que se puede hacer con ayuda de otras personas o recursos. Se trata, en definitiva, de desarrollar una habilidad que aporte ventaja competitiva y que en definitiva enseñe a gestionar la realidad que se tiene delante.
Maestro: Pero ¿qué demonios es eso de ventaja competitiva y gestión de la realidad? ¡Educar no es eso! ¡Eso es instruir, enseñar trucos para destacar, rivalizar…! ¡Educar es otra cosa! ¡Cómo se ve, querida alumna, que estás preparando Oposiciones! Lo tienes todo tan bien memorizad que tu aclaración encaja perfectamente con las directrices marcadas por las últimas Reformas Educativas. Seguro que apruebas: es lo que esperan oír de ti tus examinadores. Con todo, deja de recitarme lo que te han contado en la Academia e insisto en que me digas tu opinión sobre de la incidencia real de esa verborrea neoliberal en el hecho educativo…
Alumna: Le veo venir, señor Isidro… Cualquier cosa que diga a favor de la misma se volverá en mi contra…, no en vano anda usted tras la épica búsqueda de las raíces profundas del Hecho educativo. Está claro que la realidad de las aulas es que, en la ciudad, están saturadas, debido a las excesivas ratios de alumnos y, en el mundo rural, a una desubicación del profesorado. También que nos vemos aquejados por una burocracia que, por ser tan prolija e inútil, todo lo emborrona y aburre; y por fin, que estamos asistiendo a una degradación de la propia profesión de “educador”, viéndonos relegados a ser cuidadores más que enseñantes· ¡Y eso sin entrar a saco, en las nuevas tecnologías educativas que, de momento, están siendo monopolizadas por intereses económicos oscuros, a cargo de esos insaciables depredadores que son las multinacionales del sector…!
Maestro: ¡Amiga! ¡Con estas puntualizaciones se diría que te has soltado la melena! Lo que yo busco en la Historia de la Pedagogía es precisamente eso: espíritu crítico. Porque la crítica, si es sincera, conduce, no a esa catacumba de intereses ocultos y manipuladores, sino a la Verdad de las cosas. Por cierto, ¿has leído algo sobre aquellos denominados “Sofistas” de la Antigüedad clásica?
Alumna: Quiero recordar que, a diferencia de los presocráticos, son los que los que dejaron a un lado la búsqueda de explicaciones sobre la existencia del cosmos y se centraron en la personas y la sociedad democrática en la que vivían.
Maestro: Vas muy bien encaminada. La nueva cultura que preconizaron aquellos “amigos del saber”, se caracterizó precisamente por su radical actitud crítica. Una crítica que no se detenía ante ninguna autoridad por muy arraigada que estuviere en la sociedad de su tiempo, ni tampoco por ningún prejuicio o influencia mediática existente. Su grandeza estribó en haberle perdido el miedo a examinar y criticar a la luz de la pura razón los mitos, creencias y sobre todo las instituciones políticas y sociales de la época. Recordarás que los grandes pensadores de esta tendencia fueron, entre otros: Heráclito, Anaxágoras, Protágoras, Gorgias, Hipias y Zenón, además del propio Sócrates. En mi Pedagogía Andariega resulta proverbial la Trinidad pedagógica que aquellos proclamaron: Naturaleza, Conocimiento y Ejercicio físico, aunque, ejerciendo yo también mi propio espíritu crítico, soy partidario de invertir su orden: Ejercicio físico, Naturaleza y Conocimiento.
Alumna: Me tiene perpleja la admiración que siente usted hacia Sócrates, señor Isidro… ¡Y eso que no dejó constancia escrita de su propio pensamiento!
Maestro: Llevas toda la razón muchacha, pues fue Platón quien ejerció de intérprete no sólo de su pensamiento, sino del devenir de su vida. Con todo, asumo el riesgo y le doy un voto de confianza al tal Platón, quien, junto con Arquelao y Querefonte fuera su discípulo predilecto.
Alumna: ¿Y qué aportación pedagógica socrática es la que más le impacta?
Maestro: Podría decir que su sentido profundo de la interioridad. De esa exhortación continua a hacernos un continuo examen sobre nosotros mismos. De seguir el lema grabado sobre aquel frontispicio del templo de Delfos que decía: “Conócete a ti mismo”. Con todo, lo más práctico que he aprendido de él es precisamente la metodología que intento poner en práctica contigo y con el resto de alumnos: La Mayéutica. Una metodología que constituye la base de la Pedagogía Andariega que propugno: el uso de La Mayéutica como forma de hacer patente y dejar constancia del conocimiento y la intuición que, de por sí, todos llevamos dentro.
Alumna: Eso significa dar por hecho que nosotros, sus alumnos, sabemos tanto como usted.
Maestro: ¿Y por qué no? Porque dime: ¿de qué forma adquirimos los humanos el conocimiento?
Alumna: Desde luego, a partir del deseo o la necesidad de sobrevivir. A partir delos instintos primarios, en conjunción con los sentidos (vista, oído, olfato, etc.) y la inteligencia. Así es como vamos conquistando el espacio que nos rodea y satisfaciendo nuestras necesidades. La comunicación social y la experimentación posteriores enriquecerán sin duda las destrezas y los conocimientos adquiridos…
Maestro: ¿Y has llegado a esta razonable respuesta por ti misma o te la he enseñado alguien?
Alumna: No ha hecho falta que me la dijera nadie. La simple observación de cómo aprenden los niños y las consiguientes deducciones posteriores, han hecho innecesaria esa colaboración. En cualquier caso su magisterial papel de incitador a la reflexión ha sido crucial para que me llegara a plantear semejantes cuestiones…
Maestro: Pues ese es precisamente el papel que juega el educador en la Pedagogía Andariega que proclamamos: al igual que Sócrates (o que Jesús en la Parábola del Buen Samaritano) lo esencial de la Enseñanza y por lo tanto de sus dispensadores es precisamente favorecer la reflexión en sus alumnos a partir de las propias y ajenas experiencias …
Alumna: Pero, hoy en día, las vivencias, experiencias y reflexiones propias que los alumnos pueden obtener por sí mismos son más bien escasas: la superprotección primero, la larguísima reclusión en instituciones educativas después y la obsesiva necesidad de obtener un título académico al final convierten a los alumnos en auténticos autómatas.
Maestro: ¡He ahí el quid de la cuestión! Tú misma, querida alumna, acabas de hacer una exacta radiografía de los males de que adolece el Acto Educativo actual. Ahora sería bueno que dieras un paso más y propugnaras, también por ti misma, posibles alternativas.
Alumna: Imagino que le gustaría que diera las mismas soluciones que da usted cuando enaltece con tanta pasión su Pedagogía Andariega…
Maestro: Egoístamente ¡claro que me gustaría…! Pero tú no eres yo. Tú, hoy por hoy, gozas de libertad de pensamiento y probablemente tu visión de los intereses y propuestas futuristas estén más acordes con la realidad que las mías. A diferencia, eso sí, de que hay algo en lo que a Sócrates y a ti os llevo ventaja: en que yo tengo la buena costumbre de dejar constancia escrita de mis propuestas y tú, que yo sepa, es una tarea que tienes pendiente…
Alumna: Tomo nota de su crítica y sugerencia al mismo tiempo, señor maestro.
Isidro García Cigüenza
Blog personal ARRE BURRITA