Gustav Mahler o la música como búsqueda trascendental y metafísica (2/10)

II. MAHLER, PERIODOS DE SU OBRA (DIRECTOR DE ORQUESTA Y COMPOSITOR)

Los expertos distinguen tres etapas en el desarrollo y evolución de su obra. Su primer período (1880-1897), centrado fundamentalmente en la dirección de orquesta, aunque no ceja en su interés vocacional por la composición musical. Compone los Lieder eines fahrenden Gasellen (Canciones de un compañero errante) (1884) y los Lieder aus Gesänge aus der Jugendzeit (Canciones de juventud) (1892) y esboza la que será su Primera sinfonía en re mayor (Titán, inspirada en una novela de Jean Paul), que compone entre 1884 y 1888, concluye dos años más tarde. Desde el verano de 1880 hasta 1885 va a iniciar una prometedora carrera como director de orquesta y de diversos teatros de la ópera modestos que le conduce a ocupar por primera vez un prestigioso cargo, el de director en el Teatro Alemán de Praga (Neues deutsches Theater) (1885-86). y en 1886, fallecido Liszt, Mahler se convierte en segundo director de la orquesta de Leipzig Stadttheater, cargo del que dimite en 1887 por motivos de salud y tras una disputa con el jefe de escena de la Orquesta. Ese mismo año concluye una obra inacabada de Carl von Weber, e inicia relaciones con Marion von Weber, esposa del nieto del músico (1). Su crisis sentimental, coincide con la finalización de su Primera sinfonía en re mayor.

Restablecida su salud es nombrado director en el Teatro Real de la Ópera de Budapest, en octubre de 1888. En febrero de 1889 se produce la muerte de sus padres y de una hermana, Leopoldine, acontecimientos que despiertan su sentido de la responsabilidad dedicándose a la protección y atención de sus hermanos menores. Su salud se resiente de nuevo —ataques de hemorroides, migrañas e infecciones de garganta— y en noviembre de 1889 dirige el estreno en Budapest de su Primera Sinfonía, sin éxito. Antes de marcharse triunfa con una representación de Don Giovanni, que le granjeó nada menos que el elogio de J. Brahms.

Estudio de Malher a orillas del lago Attersee en Austria

Tras su viaje a Italia (1890), en 1891, logra la dirección del Stadttheater de la ópera de Hamburgo y dirige con éxito una significativa parte de la tetralogía wagneriana (2). Desde 1892 hasta 1895 triunfa como director de orquesta y de teatros de ópera europeos dirigir algunas óperas de Wagner en el Covent Garden de Londres (1892). A partir de 1893 visita a Brahms y se instala en su refugio-cabaña de Steinbach (a orillas del lago Attersee en Austria), la primera de sus residencias de verano. Muy sucintamente su biografía se reduce a la “febril” y atormentada composición musical, en los veranos (3), y al desarrollo de su profesión como director de orquesta el resto del año. Su Segunda sinfonía se concluye en 1894. El año siguiente dirige en Hamburgo y en Berlín sus dos primeras Sinfonías. El suicidio de su hermano Otto en 1895, que deja varias partituras incompletas, significará un gran trauma para él y su familia. La finalización de suTercera Sinfonía en re menor(1886)y de los Lieder von Knaben Wunderhorn, que concluye también ese año, y desuCuarta Sinfonía en sol mayorentre 1899-1900. representan el final de su primer período.

Su segundo período (1897-1907) es el de Viena. El año de 1897, es el de su conversión al catolicismo en Hamburgo. En febrero de ese año es nombrado Kapellmeister de la Ópera Imperial de Viena (el Hofoper) (5). En Viena, capital del Imperio de los Habsburgo, entonces regido por el alcalde antisemita Karl Lueger, Mahler tiene que demostrar sus credenciales musicales alemanas, para contrarrestar las hostiles campañas contra su figura: la dirección y representación de dos obras clásicas del patrimonio cultural germano —Lohengrin (Wagner) y “La flauta mágica” (Mozart)— responden a ese motivo e intencionalidad (6). Tras enfermar, pide unas semanas de baja. Su hermana Justine y su compañera, Natalie Bauer-Lechner,música de viola de la orquesta, se afanan en cuidarlo hasta su recuperación y restablecimiento. Tres meses después, en el verano, dirige el “Anillo” wagneriano con tan gran éxito que entusiasma a su amigo Hugo Wolf. En octubre sucede a Wilhelm Jahn en la dirección del Hofoper (7).

Cartel de la Exposición Universal de París

En 1900, dirige en la Exposición Universal de París, con una decepcionante acogida. La recurrente enfermedad que le persigue de por vida y numerosos enfrentamientos con su orquesta le hacen renunciar a la dirección de la Filarmónica, después de tres temporadas de intenso trabajo (en las que había representado unas 80 obras). Mahler estrena su segunda villa de verano en Maiernigg. En 1901 conoce a Alma Schindler, joven de 19 años, pianista y compositora e hija del pintor Emil Schindler; Gustav es un hombre ya maduro, con cuarenta y un años. Al año siguiente, en 1902, contrae matrimonio, con Alma, a la que exige sacrificar por él su profesión y vocación musical. Tiene dos hijas, la mayor, María, nacida en noviembre de ese mismo año y la pequeña Anna. En este período vienés compone alguna de sus grandes obras, la “Quinta Sinfonía en do sostenido menor (1902-1902). En 1903, fallece su amigo compositor Hugo Wolf y conoce a Arnold Schönberg. Entre 1903 y 1904 concluyela Sexta Sinfonía en la menor, y toda la obra vocal sobre poemas de Rücker:losFünf lieder nach Rücker (Cinco canciones basadas en poemas de Rücker) y los célebresKindertodtenlieder (Canciones a los niños muertos), además de terminar suSéptima Sinfonía en si menora lo largo de los años 1904-1905.

En 1906 inicia la composición de su Octava sinfonía, la más original de todas las suyas. En una de sus cartas su amigo el director neerlandés Willem Mengelberg, Mahler le dice: “Acabo de terminar mi Octava. Es lo más considerable que he hecho hasta ahora. Su contenido y su forma son tales que no puedo describírselas. Imagine usted el universo entero vibrando y resonando. No se trata ya de voces humanas, sino de planetas y de soles en plena rotación”. Se divide en dos partes, en la primera utiliza como texto el himno de Rabanus Mauro, arzobispo de Maguncia (780-856), el “Veni, Creator Spiritus”, y en la segunda que remite a la escena final de la segunda parte del “Fausto” de Goethe. Dos textos de diferente índole, uno con su rigor latino, con su lirismo germano el otro, que coinciden en idéntico objetivo, los dos nos encaminan hacia Dios, uno por el Espíritu Santo, el otro por la “Virgen, Madre, Reina y Diosa”.

Gustav Mahler con sus hijas Maria y Anna (1905)

El verano de 1907 es el de su mayor tragedia. Exhausto por la campaña de hostigamiento para expulsarlo de la dirección de la Ópera de Viena por parte de la facción antisemita de la ciudad, muy influyente en la sociedad vienesa de entonces acusándolo de utilizar métodos histriónicos y dictatoriales en el desempeño de sus funciones directivas, decide instalarse con la familia en Maiernigg (su segunda casa de verano en Carintia, a orillas del lago Worthersee). Al poco de llegar allí sus hijas enfermaron de difteria y escarlatina. Tras diez días de sufrimiento, el 12 de Julio de 1907 muere de una complicación de fiebre, escarlatina y difteria su hija mayor María Anna, de cuatro años y medio (Putzi), al parecer, contagiada por su hermanita Anna, (que llegaría a ser escultora, y fallecerá en 1988). Aparecen, seguidamente, junto a sus sentimientos de culpa por haber realizado cuatro o cinco años antes el “fatídico” ciclo de los Kindertotenlieder, los primeros síntomas de una lesión cardíaca de preocupante gravedad.

Finalmente tiene finalmente que dimitircomo director de la Ópera de Viena. Perfeccionista hasta grados obsesivos, exigente en los horarios de trabajo de su orquesta, en los que se excedía, con arrebatos airados e incontenibles, hasta el punto de “inspirar odio y también temeroso respeto” entre los cantantes y los miembros de la orquesta. Se le acusa, efectivamente, de autoritario y tiránico en el ejercicio de su dirección. Su mensaje de despedida a la compañía, que dejó en una tabla de anuncios, fue roto y esparcido por el suelo (8).

Metropolitan Opera House de Nueva York

Este tercer período (1908-1911), el último y más breve de todos, transcurre lejos de su tierra vienesa (9). Se traslada a Nueva York, como director del Metropolitan Opera House de Nueva York en donde debutael 1 de enero de 1908. Durante el verano se instala en Toblach (en el Tirol). Tras ocho semanas de frenética actividad finaliza su Octava sinfonía en mi bemol mayor, en 1908. Allí mismo, basándose en un texto traducido al alemán por Hans Bethge,compone Das Lied von der Erde(La canción de la Tierra) sobre antiguos poemas chinos. A pesar de la naturaleza sinfónica de la obra, rechaza numerarla como la Novena Sinfonía, con la esperanza de escapar de la maldición de la sinfonía nº 9, que creía haber afectado a compositores como Beethoven, Schubert, Dvorák y Bruckner quienes, fatalmente, no sobrevivieron a sus respectivas Novenas sinfonías (10).De 1908-1909 es la (auténtica) Novena Sinfonía en re menor, que es,según Alban Berg, “la cosa más más maravillosa que Mahler escribe jamás”.

A partir de ese mismo año de 1909, ocasional o habitualmente dirige también la Orquesta de la Sociedad Filarmónica de Nueva York, en donde obtiene clamorosos éxitos, dando a conocer allí el ciclo completo de las sinfonías de su admirado amigo Anton Bruckner. Entre las nueve sinfonías realizadas, hay tres con coros: la segunda, la tercera y la octava; una, la cuarta, con soprano solo. Las otras son puramente instrumentales, pero a veces tienen nexos evidentes con los lieder del propio Mahler. Así, la Primera sinfonía está en gran parte entretejida sobre el ciclo de los Lieder eines fahrenden Gesellen; en la segunda, entre los cuatro tiempos tradicionales se inserta el lied Urlicht y la cuarta tiene como final el lied Freuden des himmlischen Leben. Ello confiere a las sinfonías un carácter especial un poco “híbrido”, en expresión de F. Fano y no tanto por la confusión de géneros como por la musicalidad de Mahler poco apta para una expresividad en forma pura y orgánica. En ellas, además, es de señalar la existencia de elementos humorísticos y paródicos (Primera Sinfonía); trágicos (marcha fúnebre como primer tiempo de la Segunda Sinfonía) y religiosos (elaboraciones de melodía gregoriana en la Octava Sinfonía) aparte de diversos tiempos en forma de serenatas, canciones populares, o marchas militares a los que antes ya hemos aludido (11).

Página de Das Lied von der Erde.

El verano de 1910 se produce la primera representación de su Octava Sinfonía en mi bemol, en Munich, el 12 de septiembre, escrita en 1906, y la última de sus obras estrenada en vida, que dedica a Alma. Es una de las sinfonías coral de mayor escala del repertorio clásico. El filósofo español Eugenio Trías en su artículo el Acorde atmosférico (ABC, 30,5,2010), considera esta sinfonía como la más grandiosa de su autor, siendo Das Lied von der Erde la más personal. Mientras que la Octava eleva la Idea Cosmológica a escala de universo — como el propio Mahler escribía la inmensa mole instrumental de voces corales y solistas son “soles, estrellas y planetas que danzan, giran, cantan” —, La Canción de la Tierra desciende a la intimidad de nuestro planeta Tierra. Sus perspectivas son absolutamente contrarias entre sí, y sin embargo sólo las separa un año en su creación (1906 y 1907), respectivamente. Es “el mayor éxito de su vida”, según su biógrafo Robert Carr.

Al estreno acuden compositores austríacos como Richard Strauss o Arnold Schönberg y el italiano Alfredo Casella; directores, célebres ya en la época, como los alemanes Otto Klemperer y Bruno Walter, el neerlandés Willem Mengelberg, el británico Leopold Stokowski y escritores como Stefan Zweig y Thomas Mann quien quedará impresionado hasta tal punto que en su Docktor Faustus, una de sus grandes novelas, tan relacionada con la música, reflejará vivencias del acontecimiento. El triunfo queda, no obstante, ensombrecido por el descubrimiento de las infidelidades de su adorada esposa, que mantiene una incipiente relación con Walter Gropius, joven arquitecto de gran prestigio, futuro fundador de la Bauhaus. Muy angustiado Gustav Mahler busca el consejo de Sigmund Freud, quien, tras una célebre entrevista, calma su neurótico y atribulado ánimo. Alma y Gustav acuerdan permanecer unidos, aunque, clandestinamente, Alma y Gropius mantienen su relación.

En noviembre regresa el matrimonio a Nueva York para ocuparse de la temporada de giras y conciertos de la Filarmónica. La crítica considera que estas últimas composiciones de su periodo final (nunca representadas en vida del músico), “La Canción de la Tierra”, y la Novena sinfonía y la inacabada Décima, no son sino expresiones de su sombrío presentimiento ante la proximidad de su muerte. Todas las piezas terminan en silencio. El conjunto de las composiciones de ese breve periodo va a constituir su trágica y, al tiempo, excelsa despedida de la vida.

El 21 de febrero de 1911, Mahler dirige su último concierto en Nueva York, en el Carnegie Hall, con fiebre y anginas. Se le diagnostica una dolencia muy grave endocarditis de origen bacteriano (un defecto en las válvulas cardíacas). Tras varias semanas de tratamiento se agrava su situación y se le recomienda regresar a Europa. En París, nos relata González Casanova, Auguste Rodin —el escultor que esculpía “rostros para la eternidad”, en expresión de Rilke— acaba de concluir el busto de Mahler, cuyos rasgos según confesara, “me sugieren orígenes orientales muy lejanos de una raza ya desaparecida, como la de los egipcios de la época de Ramsés” (12)

Tumba de Mahler en Grinzing (Viena)

El 8 de abril, Gustav, Alma y una enfermera que le asiste abandonan Nueva York, camino de Europa. A primeros de mayo desembarcan en Cherburgo y enseguida se dirigen a París, donde ingresa en la clínica de Neuilly-sur-Seine, sin alcanzar mejoría. El 12 de mayo llega a Viena y es ingresado muy grave en el Löw Sanatorium. Poco antes de entrar en coma pronunció por dos veces y con una sonrisa débil el diminutivo de su amado Mozart. Había dispuesto, antes de morir, que sobre su losa sepulcral no se grabasen fechas, ni epitafios grandilocuentes, ni frases luctuosas. Solamente su propio nombre: Gustav Mahler. “Los que vengan a verme, sabrán que allí estoy yo; los demás no necesitan saberlo”, había escrito. Allí, en su amada Viena, el 18 de mayo de 1911, un día de intenso aguacero y tormenta emprende su viaje definitivo en el sanatorio Loew, habitación 82. La tormenta cesa media hora después de su fallecimiento. Es enterrado en el cementerio de Grinzing de Viena —“allí donde brilla el sol y maduran bellos racimos” — junto a su hija Putzi, sin discursos ni música, como había dispuesto. Estuvieron en el sepelio Arnold Schönberg, Bruno Walter, Alfred Keller y Gustav Klimt, entre otros muchos representantes de los Teatros de Ópera europeos (13).

Hasta aquí nuestra, a todas luces, incompleta aproximación a la vida de Gustav Mahler (14). A su compleja y fascinante psicología no podemos dedicarle aquí y ahora la atención que se merece. Porque es en su arte, en su música, en sus sinfonías y lieder, en donde podríamos atisbar lo más profundo y esencial de su genial, atormentada y neurótica personalidad.

BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS

1) Por entonces Mahler descubre la colección de poemas folclóricos Des Knaben Wunderhorn (“El cuerno mágico del muchacho”), que dominará gran parte de sus composiciones durante los siguientes doce años.

2) En el estreno alemán del “Eugenio Onegrin” de Chaikovski, éste denominó como “asombrosa” su forma de dirigir.

3) José A. González Casanova, op. cit., escribe al respecto: “Compositor de ‘verano’, de época de vacaciones, con poco tiempo y angustia de esperar todo un año para continuar y concluir lo que no pudo realizarse en el verano anterior” (pp. 148-149).

4) Bajo la inspiración de la citada colección de poemas folclóricos alemanes del Wunderhorn.

5) Su nombramiento fue provisional como director de personal con el título de “maestro de capilla”. El titular de la Hofoper era Wilhelm Jahn. Mahler compartía los derechos como director residente con Josef Hellmesberger (hijo del director del Conservatorio>) y con Hans Richter, wagneriano ilustre y director original de la Tetralogía wagneriana en el Festival de Bayreuth, en 1876.

6) La prensa antisemita criticó su nombramiento: siendo checo no sería capaz de entender la música alemana. Por otra parte, los músicos no aceptan sus reescrituras de obras maestras y la programación de ensayos adicionales de obras con las que estaban ampliamente familiarizados.

7) Su primera dirección fue una ópera nacionalista checa “Dalibor”, de Smetana, con la firme oposición y hostilidad de alemanes nacionalistas. Dirigió 33 nuevas óperas y renovó otras 55 producciones. Los censores vieneses le prohibieron representar la “Salomé” de Richard Strauss en 1905.

8) Acompañó desde muy tempranamente y durante mucho tiempo a Gustav Mahler la angustiosa certeza de ser capaz de predecir o tener precogniciones que acabarían realizándose, y de plasmarlas en sus obras o composiciones estéticas. Concretamente, ya en su Sexta Sinfonía de 1904, habría inconscientemente anunciado, con sus famosos “tres golpes del martillo del destino”, los tres traumas trágicos que el futuro le tenía reservado (y por este orden: dimisión de la dirección de la Ópera de Viena; el fallecimiento de María, su primogénita, y el diagnóstico de su grave afección cardíaca que le impediría sus excursiones en contacto con la naturaleza y sus caminatas y ejercicios por los bosques y montañas que tanto amaba).

9) Así cuenta Peter Watson en su Historia intelectual del siglo XX, (Crítica, Barcelona, 2002, p. 71)la salida de Gustav Mahler hacia Nueva York, tras dimitir como director de la Ópera de Viena: “Una mañana de diciembre de 1907 Schönberg, Anton von Webern y Gustav Klimt se reunieron junto con otras doscientas personas notables en el Westbahnhof de Viena con la intención de despedir al compositor y director de orquesta Gustav Mahler, que partía hacia Nueva York. Harto del “antisemitismo de moda” en Viena, había abandonado la dirección del teatro de la Ópera. Cuando el tren partió, Schönberg y el resto de los parroquianos del café Griensteidl quedaron en la estación, agitando los brazos en silencio para decir adiós a la figura que había dado forma a la música vienesa durante una década. Klimt hablaba en nombre de todos cuando susurró: Vorbei (“Se acabó”).

10) En realidad, Das Lied von der Erde, su última obra, es una sinfonía en todo, excepto en el nombre, según el musicólogo Donald Mitchell quien la categoriza como como una canción-sinfonía. La unión o fusión de canción y forma sinfónica en la música de Mahler es, según Deryck Cooke, orgánica: “sus canciones fluyen naturalmente en movimientos sinfónicos teniendo ya molde sinfónico”. Ello se ejemplifica en numerosas composiciones, sobre todo en su periodo inicial: Lieder eines fahrenden Gesellen, durante la fase extendida del Wundehorn, y en sus Primera, Segunda, Tercera y Cuarta Sinfonías en las que la interacción vocal y orquestal (canción-sinfonía) es constante. También se dan en el periodo medio: segunda canción de los Kindertotenlieder y el Adagietto de la Primera sinfonía y la última canción Kindertotenlieder y el finale de la Sexta sinfonía.

11) En relación con esta temática de las Sinfonías, vid.: H.L. La Grange, Mahler, Barcelona, Akal, 2018, pp. 399-404. Cabe señalar que, aunque la mayoría de los intérpretes de Mahler, como Fritz Pamer, remiten a sus años de infancia su predilección por los ritmos de marcha y los sonidos militares, acostumbrado desde niño a escuchar las bandas de las tropas militares acuarteladas en su ciudad, otros ven en ella un presentimiento profético de las grandes conflagraciones del siglo XX (Hans Redlich), e incluso llegan a presentarla como ¡tendencia típica de los “jasadim”, secta cabalística fundada por Israel Baalschen!

12) En su viaje de retorno a Viena, expresa reiteradamente a Alma su deseo de ir a Egipto: “Cuando hayamos descansado de este viaje, nos iremos los dos a Egipto […] ir a Egipto y no ver nada más que el cielo azul”, cit. en José A. González Casanova, Mahler. La canción del retorno, Ariel, Barcelona 1995, p. 353.

13) José A. González Casanova, Mahler. La canción del retorno, op. cit., p. 355.

14) Este es un ensayo de simple “aficionado”, de mera divulgación humanística –al no ser experto no hay análisis musicales tecno-instrumentales de sus obras–, sin más pretensiones que inducir a los jóvenes bachilleres y de secundaria a ir conociendo e interesarse, de forma sencilla y comprensible, por las grandes figuras del pensamiento, la literatura y el arte en general. De la biografía y obra de Gustav Mahler se sabe “casi todo”: téngase en cuenta que la biografía original escrita por el musicólogo francés Henry-Louis de La Grange, editada por Fayard (entre 1979 y 1984), en tres grandes volúmenes, consta de casi cuatro mil páginas. Respecto a las biografías consultadas en español Víd.: Marc Vignal, Mahler, Castellote, Madrid, 1977; Donald Mitchell, Recuerdos y cartas de Gustav Mahler editor, trad. Néstor Míguez, Taurus Ediciones, Madrid, 1978; José Luis Pérez de Arteaga, “Gustav Mahler”, cap. 25 de Los grandes compositores (Enciclopedia Salvat, tomo tercero, “La Ópera. El posromanticismo” 1990), pp 241-284; Bruno Walter, Gustav Mahler, Prólogo de Pierre Boulez, Alianza Editorial, Madrid 1993; Norman Lebrecht, ¿Por qué Mahler? Cómo un hombre y diez sinfonías cambiaron el mundo, Bárbara Ellen Zitmann Rosso, traductora, Alianza Editorial, Madrid, 2011; Henry-Louis de La Grange, Gustav Mahler, traductor Francisco López Martínez, Akal, Madrid, 2018.

Tomás Moreno Fernández

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