Subiendo hacia el Sacromonte,
por el Peso de la Harina,
Chorrojumo en su peana
todo lo escruta y lo mira
mientras cantan en las cuevas
tanguillos por granaínas,
al revuelo de unas faldas
cuyos lunares rutilan
frente a la Alhambra encumbrada
cual diosa de la Sabika.
Chorrojumo era un herrero
trabajando en una fragua,
hasta que el pintor Fortuny
lo catapultó a la fama
tras un retrato famoso,
con vestimenta a la usanza
de la tradición goyesca
que por entonces triunfaba.
En la Casa de los Tiros,
un compendio de Granada
por el barrio del Realejo,
este retrato se halla
magnificando la estirpe
de los gitanos de raza.
Tanto gustó a Chorrojumo
la figura de su estampa
que él mismo se proclamó,
con altanera prestancia,
Príncipe de los gitanos
y de los calés monarca,
estableciendo su sede
en los paseos de la Alhambra.
El nombre de “Chorrojumo”,
como todos lo llamaban,
es cambalache lingüístico,
al margen de la Gramática,
al unirse “chorro” y “humo”
con la letra “h” aspirada,
reconvirtiéndola en “jota”
de una intensidad velada,
acatando la fonética
que en lo coloquial se hablaba.
En la escultura refulgen
sus aires de Patriarca
cual un dios en el Olimpo
de la teogonía gitana:
la camisa de alamares,
sombrero, botas y faja,
y, en la mano, como un cetro,
ufano esgrime la vara
marcando con poderío
la distinción de su casta.
Al saberse Chorrojumo
una persona afamada
dejó el martillo y el yunque
y se trasladó a la Alhambra,
donde se buscó la vida
con ingenio, chispa y gracia,
posando en fotografías
que los turistas compraban
o narrándoles historias,
fantasiosas e inventadas,
acaecidas por los bosques
y palacios de la Alhambra.
Chorrojumo, le decían,
mas Mariano se llamaba,
y llegó a ser tan famoso
que sus retratos viajaban
más allá de las fronteras
que delimitan España,
tuteando hasta a la reina
de la corona británica
o a los altos dignatarios
de la pujante Alemania.
En la procesión del Corpus,
escoltando a la Tarasca,
Chorrojumo se pasea
por las calles de Granada,
el semblante, altivo siempre,
la pose de Patriarca
y atizando vejigazos
con versallesca elegancia.
Próximo romance: SAN JUAN DE DIOS
Anteriores entregas:
II. Ángel Ganivet García (Granada, 1865 – Riga, 1899)
III. Ibn Zamrak (Granada, 1333 – 1394)
IV. Isabel de Solís, Soraya (Martos, Jaén, – ¿Sevilla? S. XV, 2ª mitad)
V. Mira de Amescua (Guadix, 1577 – 1644)
VI. Francisco Alonso (Granada, 1887 – Madrid, 1948)
VII. Juan Latino (Cabra o Etiopía, 1518 – Granada, 1597)
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