La artista, nacida en Málaga y residente en Granada, expone en el Centro Artístico una selección de sus acuarelas hasta el 21 de octubre
Se cuenta que la anécdota del exigente mariscal prusiano Paul von Hindenburg que durante una revisión de la tropa manifestó que le era suficiente «echar en falta el botón de una guerrera para saber cómo es un soldado» está en el origen de «para muestra un botón». En el caso de la acuarelista de origen malagueño residente en Granada, Laura Linares (1959) , son 23 los ‘botones’ que ha seleccionado para la exposición que hasta el 21 de octubre se podrá visitar en el Centro Artístico de Granada, en horario de 18,30 a 21,30 horas. Aunque ha participado en numerosas exposiciones colectivas, se trata de la tercera individual en la que muestra obras de distintas temáticas que han estado presente a lo largo de su etapa creativa pertenecientes a sus tres series distintas.
«Las olas es un proyecto dedicado a la obra del mismo título de Virgina Wolf y a mi relación con el mar. En ‘Entre pespuntes’ cuento en las pinturas la idea de preparar la canastilla, nacimiento, evolución, las vueltas que da la vida y la llegada a la mayoría de edad de los hijos (hijas, en mi caso) y en ‘Las tejedoras de sueños’, se trata de una selección inacabada, pues el proyecto sigue creciendo de mujeres artistas o no que han influido en mi vida. Esas tejedoras también incluirán hombres que han influenciado en mi obra (artistas o no, también). Son personas que te impulsan, que te animan y te conmueven», explica la artista que compagina su labor creativa con la docencia como maestra de Eduación Permanente en el CEPER San Matías de la capital.
Con las seis preciosas marinas de la primera serie que termina con otra de mayor tamaño colocada en el centro de la sala, busca realizar su particular homenaje a esta escritora británica. «Casi todas son del año pasado. Este año comencé fuerte pero cuestiones de salud y la pandemia me dejaron hundida. Por el contrario, el año pasado estaba desbordada de ideas», cuenta en referencia a sus obras en las que ha atrapado las blancas olas rodeadas del aguas de color de un inefable verde esmeralda y azul, que se tornan en otras de colores rosáceos y malvas con pincelada fuerte, con las que intenta representar a los distintos personajes de la novela de Wolf.
Con las segunda serie subtitulada ‘Diario de una metamorfosis’ que ya exhibiera en el Carmen de la Victoria, pretende mostrar cómo iba preparando el camino, antes del nacimiento de sus hijos, las vueltas de la vida «hasta que vuelan solos». En lo que respecta a ‘Las tejedoras de sueños’ se pueden ver dos grupos claramente ya que los retratos de Virginia Wolf, Rosalía de Castro y Camille Claudel, escultora que estuvo a la sombra de Rodin, aparecen bajo una trama con la que simboliza que han estado, en distinto grado «tapadas o encerradas en la historia, cuando no invisibles totalmente». Se completa con otros retratos, más coloristas, de mujeres importantes como artistas, pensadoras o literatas. Se muestran en la sala los retratos de Maruja Mallo, Frida Kahlo, María Zambrano y Marga Gil Roësset, «a las que les debo mucho, sobre todo esta última que tiene una historia emocionantisima».
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Laura tiene claro dónde está el origen de su inclinación por el arte. «Empezó de una forma muy sencilla porque me encantaba, de niña, ver a mi padre dibujar y quise imitarle. Más adelante recuerdo que me refugiaba mucho en mí misma por timidez y por no tener hermanos, tal vez. Entonces llenaba el tiempo dibujando, leyendo y escribiendo a pesar de que los medios de que disponía eran los más básicos que podamos imaginar. Más adelante en la biblioteca del instituto buscaba libros de arte, sobre todo de pintura. Me enamoré de los pintores clásicos italianos y tuve muy claro desde bastante joven que la carrera que yo tendría que hacer alguna vez era Bellas Artes y, aunque no fue mi primera licenciatura, en cuanto pude cursé estos estudios en la Facultad de Bellas Artes de Granada, trabajando ya como maestra, pero dedicándome a aprender y a investigar cada día, cosa que sigo haciendo porque creo que no se llega a tocar el cielo nunca aprendiendo y experimentando».
También quisimos saber su opinión sobre la técnica acuarelística. «La acuarela es un medio delicado, lleno de imprevistos que se adapta a usarla con más o menos cantidad de agua tanto en el pigmento como en el papel, que apenas puede retocarse o corregirse. Esto hace que de alguna manera el color esté «conversando» contigo mientras pintas y, aunque sabes qué va a ocurrir, también a veces te impresiona el resultado. De esta manera se establece, para mí, un diálogo que me acompaña mientras pinto».
En la inauguración contó con la intervención del poeta Francisco Acuyo que recitó el poema ‘Día primero. El jacinto’, dedicado a Laura, «cuyas flores me recuerdan este Jacinto de confinamiento» y que reproducimos a continuación:
DÍA PRIMERO. EL JACINTO
(Zarabanda)
Para Laura Linares,
cuyas flores me recuerdaneste Jacinto de confinamiento
EN el jacinto amanece
la soledad del arcángel.
Se extiende azul el retablo
de lo perpetuo un instante.
Jacinto que en la ventana
de este retiro nos abres
el aroma de la esperanza
de tu lírico mensaje.
En esta clausura enseñas,
jacinto, el genuino enclave
donde el ser frente al tener
su azul impone incesante.
En la luz de tu armonía
toda lógica deshace
la belleza de la luz,
y a doctos e ignorantes
haces sencilla, entendible,
y, por eso, en este trance,
sé tú mi hermano, jacinto,
que aromas fuentes y estanques,
que desde el vivo color
de tus pétalos renace
la unidad en lo diverso
de cualquieras soledades:
sí, en el jacinto amanece
la soledad del arcángel
que extiende azul el retablo
de lo perpetuo un instante.
Francisco Acuyo
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