Alumna: Señor Isidro, acabo de leer con gran interés el libro de Enrico Pestalozzi “Cómo Gertrudis enseña a sus hijos”, editado por primera vez en 1801, y encuentro en él muchas similitudes con su Pedagogía Andariega.
Maestro: ¿Por ejemplo?
Alumna: Los principios educativos que aquel formulaba se parecen mucho a los suyos: ambos trabajan con el entorno próximo…; ambos hacen gala de la utilización natural de los sentidos…; del aprendizaje lento y gradual mediante la observación, la manipulación y el razonamiento de los objetos que nos rodean…; ambos están de acuerdo en que los maestros deben estar preparados para lograr un desarrollo integral del alumno más que para implantarles conocimientos…
Maestro: ¡Muy buena observación! ¿Algo más en común?
Alumna: La conveniencia de llevar a cabo actividades agrícolas desde edades tempranas…; el juego como forma de diversión, desarrollo y socialización…; el ejercicio físico como medio de fortalecer el cuerpo…
Maestro: Salvando las distancias, efectivamente todo eso y mucho más tienen en común ambas metodologías. Pero conociendo la afición que tenéis los jóvenes por las frases antológicas: esas en las que se intenta decir mucho a partir de pocas palabras, seguro que de aquella lectura has sacado algunas muy significativas…
Alumna: Está en lo cierto. Aquí, en mi cuaderno de campo, tengo anotadas algunas. Vamos a ver… Esta primera tiene mucho que ver con la conservación del medio ambiente: «Tarde o temprano seguro que la naturaleza se vengará de todo lo que la humanidad haga en su contra». Las otras hacen alusión a su filosofía: «Nuestra influencia como educadores llega sólo a donde llega nuestro afecto»; «La educación es el desarrollo natural, progresivo y sistemático de todas las facultades»; «Un niño que no se siente querido, difícilmente puede ser educado».
Maestro: Todo lo cual puede resumirse en el lema que él mismo instituyó para las escuelas que fundara: “El aprendizaje entra por la cabeza, la mano y el corazón”. O, dicho de forma recurrente y acorde con los tiempos que corren: “La corazonada llega cuando es sentida a partir del interés, la inteligencia y la emoción”. Desde luego la aportación más novedosa de D. Enrico fue el método lógico de enseñanza-aprendizaje que instituyó: el método “analítico-sistemático”. Un método muy admirado en su época consistente en la observación, la medición, el dibujo y la escritura. A partir de estos elementos sus alumnos forjaban las relaciones métricas y numéricas de los objetos estudiados y concluían aprendiendo a escribir los nombres de todos ellos.
Alumna: Siguiendo con el paralelismo entre aquellas prácticas y las de usted, encuentro también similitud en los tres elementos esenciales que ambos fijáis para docentes, alumnos y escuela. Por un lado el docente no debe ser una persona autoritaria que mantenga a los alumnos intimidados; por otro el alumno debe confiar en sí mismo, en sus propios valores y habilidades; y por fin, la escuela debe centrar su enseñanza en los oficios que se llevan a cabo en su entorno con el fin de introducir a los niños en el mundo social y colaborativo.
Maestro: Esto último es muy importante para nosotros: el aprendizaje que proponemos se realiza en colaboración con las personas, establecimientos, fábricas y talleres próximos. Por nuestra parte preguntamos a sus propietarios, encargados y trabajadores si quieren participar en la labor educativa de los niños de su barrio. Así es como llegamos a compromisos. Acuerdos que pasan por fijar los aprendizajes apropiados a cada grupo de edad, por favorecer prácticas sencillas en función de sus intereses, y por vigilar las condiciones de seguridad e higiene.
Alumna: El primer taller de aprendizaje que Pestalozzi establece para los más pequeños es la propia familia. El pedagogo considera que el afecto de la madre es clave en el desarrollo de los niños y niñas.
Maestro: Ahí también divergimos un poco. Los tiempos han cambiado. Hoy el padre, la madre, los abuelos, incluso los vecinos más próximos juegan un papel igual de importante en la adquisición de valores y modelos de comportamiento que antiguamente la madre. Con todo quiero hacer hincapié en que este pedagogo, como los que vendrían después de él (Federico Froebel, por ejemplo, con sus Kindergarten o Jardines de Infancia), dedica la mayor parte de su atención a los niños de Preescolar (o Infantil, que diríamos hoy…) Nuestra Pedagogía Andariega, en cambio, se centra en la precariedad formativa que se da en las edades posteriores; esas edades en las que se trata a los niños como adultos en pequeño. “Niños reviejos” que han de dar cuentas al final de cada etapa de la adquisición de unas competencias básicas, librescas y basadas en el rellenado de fichas la mayoría de ellas y en las que la memorización se ha sustituido por una gamificación engañosa a partir de juegos tutoriales extraídos de Internet. Y todo, bajo el lema oculto e insolidario del “Sálvese quien pueda” o aquel otro más explícito y arrieril de: “El que venga atrás, que arree”.
Alumna: ¿Alguna diferencia más que reseñar, señor Isidro?
Maestro: Hay muchas diferencias. No participo, por ejemplo, de su afán de educar a los que él llama “niños pobres”. Para mí, los niños, en todas partes, son niños. Y aunque parezca un disparate decirlo, tanto unos como otros, (ricos, de clase media o pobres), aunque con distintos recursos, tienen las mismas capacidades de adaptación y aprendizaje. He trabajado con niños de un barrio rico en Madrid, con niños de la burguesía vasca en el Norte y con niños de un pueblecito serrano en Andalucía y, exceptuando la particular y perniciosa educación que en todos los ámbitos se da a veces, los niños, como digo, “son niños en todas partes”. Dicho lo cual lo cual, y salvando las distancias entre D. Enrico y un servidor, no es óbice para que reconozca que sus aportaciones fueron tan revolucionarias en su día que, aún hoy, muchas legislaciones educativas siguen basando su declaración de intenciones en aquellas teorías.
Alumna: ¿Tiene usted recogidas las Bases Programáticas de su Pedagogía en algún documento que pueda servir de referencia a educadores del futuro, don Isidro?
Maestro: Quiero que te quede claro, estimada amiga, que nuestra Pedagogía Andariega, la mía, la tuya y la del que quiera sumarse a ella, no está ni mucho menos concluida. Que se construye a medida que avanza: paso a paso y con ayuda de todos (da igual su condición, lugar o época). Hoy por hoy, el romanticismo y la utopía que nos anima, (de las que también bebieron Pestalozzi, Rousseau y tantos otros) sigue alimentando nuestra ilusión y nuestro aliento. Y los niños, esos fieles compañeros que a poco que les entusiasmemos cogerán nuestro testigo, no son ajenos en absoluto a todo ello, antes bien son los protagonistas de nuestro anhelo. Ellos escribirán, sin duda, las bases programáticas de las que hablabas para el futuro.
Isidro García Cigüenza
Blog personal ARRE BURRITA