Isidro García Cigüenza: «Del Efecto y la Causa en la Pedagogía Andariega»

Arriero: Pues con todo lo que diga Aristóteles, Santo Tomás, la Escolástica entera, Descartes, Malebranche, Espinosa o Leibniz… me afirmo y reafirmo que, en lo tocante a sus teorías sobre la Causa-Efecto, todos ellos hicieron un flaco favor a la Pedagogía con mayúsculas, Molinera.

Burrita: Dicho así, parece pretencioso por su parte, señor arriero, compararse con semejantes lumbreras…

Arriero: En otros aspectos de sus respectivas filosofías no digo yo que no. Pero en lo referida a la Pedagogía “stricto sensu”, no me retracto ni un ápice. Todos ellos, al par que Heráclito con su Tratado de Geometría o Gutenberg con su empeño por hacer copias de los hallazgos de otros, tienen una cosa en común, y es querer darnos la comida del Saber molida y bien molida… A partir de sus propios hallazgos trataron de difundir verdades y averiguaciones sin dejar ni siquiera un resquicio que los demás las descubrieran por sí mismos. No me refiero a Leyes y Principios concretos que necesitan de una especialización, sino al proceso que toda Didáctica debe perseguir: la basada en analizar los Efectos para llegar a las Causas, y no al revés. Si te fijas es lo que se pretende con tanto libros de texto, con los de consulta y los remedos que suponen las enciclopedias, incluida la “Wiki”. De hecho la historia de la elaboración de las teorías Causa-Efecto desde la concepción animista más remota hasta llegar a su planteamiento actual en términos metafísicos, supone la base de la historia de la Educación occidental. Un pensamiento elaborado por mentes privilegiadas para un público aborregado y apático, encerrado entre las cuatro paredes que vienes a ser las escuelas.

René Descartes

B: Hable usted de modo que se le entienda Sr. Isidro… porque en lo referente a su feligresía lectora no están los tiempos modernos para pensamientos tan crudos y profundos; y en cuanto a mí, tampoco esas mieles están hechas para bocas asnales como las mías…

A: Quiero decir, Molinera que la relación Causa-Efecto aparece sin duda alguna desde el origen del hombre como una de las grandes claves con la que intentar resolver el asombro y la necesidad de saber. Cualquier cambio que se produce en la propia constitución del ser y que denominamos “Efecto”, es atribuido a la acción del fenómeno que regularmente lo precede en el tiempo y que de algún modo revela prioridad: “La Causa”. Desde que la clase dirigente instituyó “Liceos”, “Academias”, “Escuelas” y “Universidades” como centros de difusión del “Conocimiento”, la tentación de detentar en sus manos La Verdad Suprema les llevó a asumir como propias las “Causas” que más les convenían en forma de divinidades, leyes, principios, paradigmas y justificaciones de “mando y ordeno”. Y fue así cómo los “Efectos” (en forma de prohibiciones, acatamientos, ajusticiamientos y razonamientos vanos) cayeron en cascada en las gentes humildes y laboriosas como espada de Damocles o la guillotina revolucionaria.

B: En “román paladino”, señor profesor…

A: ¡Que estoy hasta los mismos de que los poderes fácticos y por encima de todos los educativos cojan el rábano de la educación por las hojas, al tiempo que se dedican a dar rabanazos a los alumnos! Dicho de otra manera y para que se me entienda: que ya es hora de “descubrir su pastel”; que es hora de desescolarizar a niños y jóvenes para que observen por sí mismos, se interrelacionen entre sí e influyan con sus actitudes y comportamientos en todo aquello que les asombre y les produzca curiosidad del mundo en el que viven. Que saquen, resumiendo, ellos sus propias conclusiones, que las contrasten con los compañeros, que sepan de antecedentes y que vislumbren por sí mismos las consecuencias…. Apilar en la mente contenidos que otro ha descubierto no sirve de gran ayuda. Aprender en cabeza ajena, menos. La cuestión es conducir a los alumnos a pensar, sí, como un científico, pero también a diseñar su propio experimento. En definitiva, y acabo, a percibir los Efectos y, en consecuencia…, tratar de averiguar las Causas. Pero para ello hay que levantar el culo de las sillas y ponerse a caminar…. A caminar con la cabeza alta y erguida interconectando todo aquello que resulte sensible a nuestros sentidos. A percibir y aprender como tú misma percibes y aprendes, Molinera: atenta siempre a si se mueve una hoja, te llega un olor, a si tienes hambre o hay una sombra para así protegerte del sol…

B: Ahí lleva usted razón, señor arriero. ¡Para que luego nos llamen a nosotros “burros”! El problema es que ustedes, los humanos, han llegado a la conclusión de que la función del pensamiento (esa facultad que ustedes os atribuís a ustedes mismos en exclusiva) posibilita el conocimiento del mundo como una ordenación de cosas y relaciones que os permite adaptaros a la realidad y tratar con ella. Ordenación y adaptación que se concretiza en conductas determinadas con las que tratáis de compensar vuestra deficiencia biológica. Pero no es una conclusión a la que habéis llegado cada uno de ustedes por sí mismos, sino que se ha ido conformando a través de la consumación de una Educación tergiversada que recibís e impartís en escuelas, iglesias, estados y sociedades. El colmo de vuestra sumisión es haber dado por bueno aquel principio tan manipulado y oneroso de que: “ El hombre no sólo es educable sino que su estructura psico-biológica necesita de la Educación”. ¡Valiente estupidez!

Los efectos del agua y sus causas

A: Joder, Molinera… Ahora eres tú la que se ha venido arriba…

B: No me interrumpa, por favor… ¡Y aún más! Porque la función del pensamiento –repetís un y mil veces a vuestros alumnos-, os conduce a los humanos a adaptarnos a la realidad a base de buscar una Causa, una divinidad, una Meta, unos Valores que conseguir… Y todo ello para trascender y alcanzar vuestros propios y exclusivistas objetivos. “Nos encontramos perdidos y desamparados” –reconocéis…, para seguir a continuación con aquello de que: “Frente a la infinitud de estímulos que nos llegan del mundo necesitamos de las fuentes de saber”. ¡Y ahí está vuestro verdadero problema.

A: ¿Y es eso malo? Ya te lo decía antes: el pensamiento posibilita el conocimiento del mundo, como una ordenación de cosas y relaciones que nos permite adaptarnos a la realidad y tratar con ella de igual a igual…

B: Lo malo, insisto yo, es que os contradecís sí mismos. Pretende usted, por ejemplo, consagrar toda una Pedagogía a unos fundamentos, los Andariegos, que, si buenos en apariencia, comienza con dogmatismos y afirmaciones que no llevan a otra cosa que pensar que la Verdad está de su parte. Y de ahí a buscar una Causa primigenia media sólo un paso…

A: No te equivoques conmigo, Molinera. Es verdad que la necesidad de transcendencia me lleva a ello…, pero lo que yo persigo (y tú lo sabes bien) es Vivir y acompañar a Vivir, sólo eso. Vivir contigo, con las cosas, con los demás y conmigo mismo.

B: Pues no se hable más y écheme una racioncita de pienso que la Causa no la sé…, pero el Efecto es que aún no he comido y se hace noche.

A: De sobra sabes usted, señora burra, que antes que llevarme yo una bocado a la boca, te pongo siempre tu ración de comida delante de los labios…

 

Isidro García Cigüenza

Blog personal ARRE BURRITA

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Antonio Arenas

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