Isidro García Cigüenza: «El movimiento en la Pedagogía Andariega»

Arriero: Mucho me temo, Molinera, que la gente esté tergiversando el sentido que damos al hecho de enseñar caminando.

Burrita: ¡Aclárese, que no le entiendo!

 

Arriero: Quiero decir que me preocupa que interpreten nuestra necesidad de “movimiento” con salir de excursión a recorrer calles y caminos, sin otro aliciente que llevar a cabo un itinerario cualquiera, visitar una fábrica cualquiera, un periódico cualquiera o un museo cualquiera. Un librarse, en el argot infantil, de permanecer quietos en clase… Y mira que insisto en que nuestro “movimiento” se refiere a otra cosa: a la necesidad de aprender con recursos didácticos a mano… Recursos que han de ser estudiados y trabajados con mimo por el profesorado en colaboración de la buena gente que tiene a bien contar lo que saben y poner a su disposición los medios con que experimentan.

Burrita: Es que lo que usted plantea, señor maestro, va más allá de una simple excursión, un paseo o una actividad extraescolar consistente en “echar el día fuera” … Usted exige a familias y sociedad que se involucren en los aprendizajes y desaprendizajes que ellos mismos generan y provocan. Pero, claro, experimentar…, aprender de la vida por vía directa…, interpelarse en grupo por lo que se ve, se oye y se siente fuera de las aulas, significa interesarse y comprometerse con aquellas situaciones con las que se interactúa. Y ello, como también sabe usted, exige un compromiso: el compromiso de que los niños piensen, aprendan y actúen por sí mismos.

Molinera

A: Pero ¿cómo podemos hacer ver al personal que “educar”, es eso, “sacar fuera”, aprender comprometiéndonos con lo que sucede a nuestro alrededor?

B: ¡Respóndase usted mismo, señor profesor! No tiene más que analizar lo que hace usted conmigo cuando, amarrándome no quiere que me “interese” con las cosas que a mí realmente me importan: el placer de pastar sin trabas ni alambradas; tener acceso a congéneres fértiles; ser libre, en definitiva… Bien al contrario, me coloca usted en la cabeza una jáquima con orejeras y sólo me permite ver y hacer lo que usted quiere que vea y haga. De sobra sabe que si me deja a mi albedrío, lo mismo que si a los niños les dejaran observar la cruda realidad, significaría tomar conciencia de lo que me rodea y me importa. Y eso es peligroso. Peligroso tanto para mantener el status al que usted me ha destinado; como el que el Sistema Educativo les ha asignado a ellos.

A: ¡Ay que ver, Molinera…; a tu vera, mis reflexiones se vuelven siempre en contra! ¡No pierdes ocasión para llevar el agua a tu molino!

B: ¡Ha sido usted quien ha iniciado la conversación…! Es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno…

A: En cualquier caso, Molinera, tenemos que aclarar bien el sentido de la palabra “movimiento” en nuestra filosofía andariega…

B: Empiece mencionado aquella frase lapidaria del: “Caminante…, no hay camino, se hace camino al andar”. Eso lo entiende todo el mundo y, de paso, se ganará usted su favor literario.

A: ¡Pero es que en la Pedagogía sí hay camino, Molinera! Antes que nosotros han sido muchos los educadores que han hollado los mismos caminos del saber y el aprendizaje que proponemos hoy. Resulta una falacia pensar que antes que nosotros nada existió. La propia Naturaleza… o tú misma, burrita, conoces a la perfección los vericuetos y encrucijadas que nos llevan a la querencia y a la satisfacción del conocimiento puesto al servicio de la comunidad. También es verdad que, a lo largo de las civilizaciones, muchos (sobre todo los que se han arrogado la Verdad, el Capital y el Saber) se han adueñado del “aprendizaje”. Así , de ser un recurso de dominio público, ellos lo han convertido en instalaciones que sólo ellos controlan a base de algo tan repulsivo como pueden ser dineros, contrataciones, currículum, títulos y acreditaciones…; o algo tan represivo como vallas, cerraduras y cámaras de seguridad.

El ‘arriero’ con un grupo de escolares

B: Me parece, señor arriero que nos estamos saliendo de la cuestión… Hablaba usted en el título del artículo del “movimiento” dentro de su Pedagogía Andariega. No acabo de verle la punta…

A: Efectivamente… Esa palabra, desde luego, es un modelo de la versatilidad de cómo algo tan bello y dinámico puede convertirse en algo paradójico cuando se pone al servicio de intereses propios. De hecho se ha venido a aplicar a las realidades más inverosímiles ( lo mismo a una ideología fascista -Principios del Movimiento Nacional-, como a una iniciativa pedagógica -Movimiento de Escuela Popular-, que al reivindicativo Movimiento feminista, al sufragista, al del15 M, o a los más elementales movimientos sísmicos o peristálticos…).

B: Sí, pero ¿qué dice de ella el diccionario…?

A: ¡Mmmm…! Tan poco lo aclara demasiado, que digamos… Su respuesta es: “Movimiento es un cambio de posición de un cuerpo a lo largo del tiempo con respecto a un sistema de referencia…”

B: Siga, siga leyendo….

A: “El estudio del movimiento se puede realizar a través de la cinemática o a través de la dinámica. En función del sistema de referencia quedarán definidas las ecuaciones del movimiento; ecuaciones que determinarán la posición, la velocidad y la aceleración del cuerpo en cada instante de tiempo…”

Alumnos contemplan una piara de cabras

B: Total que todo lo cifra a un enigmático: “Sistema de referencia”. Pero, ¿qué Sistema de referencia se va a tener cuando todo , absolutamente todo en nuestro derredor, se halla en movimiento? El “Eppur si muove” que casi le cuesta la vida a Galileo…

A: Una cosa está clara, Molinera. Nuestra Pedagogía andariega se mueve en contraposición a esa otra más estática y pasiva que predomina en las Escuelas…, por ejemplo. De hecho propicia cambios sociales a partir del descubrimiento de fuentes cercanas de conocimiento… Favorece la intervención directa en los asuntos que realmente nos incumben y que afectan al futuro de nuevas generaciones… Está claro que nuestro sistema de referencia es la naturaleza, el entorno; la gente más próxima, el sentido común, el aprender sobre la marcha... En definitiva, el modo como tú aprendes, Molinera: el que te hace ir de una parte a otra en función de tus expectativas, curiosidades y necesidades…

B: ¡Si al final va a resultar que el tan denostado “burro” os va a dar lecciones a vosotros “ los hijos de la divinidad”! Lo simple, señor arriero, resulta a la postre más auténtico y efectivo que lo complicado. Cuando Diógenes, aquel que tanto amaba precisamente a los rucios, dijo que “la existencia del movimiento se demuestra andando”, dio en el clavo. Porque, en definitiva, tanto en Educación como en cualquier aspecto de la vida, hay que dejarse de pamplinas y pasar de las palabras a los hechos: ¡los hechos que nos conciernen como individuos y como especie!

 

Isidro García Cigüenza

Blog personal ARRE BURRITA

 

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Capítulo 31: Pentálogo de nuestra Pedagogía Andariega»

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